La compa�era de trabajo est� caliente

El autoestopista

Mujeres en el poder

La jefa dominante

El ej�rcito te har� un hombre

El poder del uniforme

Las ladronas salidas

Men� principal
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Esta historia contiene muchas situaciones que a menudo se consideran tab�.
Estos elementos incluyen: sadomaso, ataduras, sexo forzado y varios otros.
No pretende ser una justificaci�n del sexo forzado (violaci�n) de ninguno de
los modos en que pueda aparecer.
La violaci�n es un delito y en ninguna circunstancia puede tolerarse.
Sin embargo esto no impide que muchos hombres y mujeres tengan las llamadas "fantas�as de violaci�n".
Las "fantas�as de violaci�n" no significan el deseo de violar a alguien sino
el deseo de ser forzado a tener trato sexual con alguien con quien, en todo
caso, te gustar�a ir a la cama.
La jefa dominante
(traducido del ingl�s al espa�ol
por GGG con mis propias modificaciones)
Linda era una mujer joven que hab�a
alcanzado la cima en el sector ITC en
poco tiempo.
En su breve carrera hab�a empezado como simple empleada, y aunque solo
llevaba unos a�os, entretanto ya hab�a ascendido a D.G.
Desde luego no hab�a conseguido esto solo mediante el trabajo duro.
Linda sab�a exactamente como jugar al m�ximo sus buenas cartas.
Pod�a aturdir a un hombre hasta un punto en que abandonara toda
resistencia.
Las veces en que sin embargo hab�a encontrado resistencia siempre
hab�a encontrado
una manera de alcanzar su objetivo de forma solapada.
Linda no solo era una mujer que pod�a estar en la altura de la
situaci�n en el campo de
negocios, sino tambi�n en cuanto a las relaciones llevaba una vida
bastante aut�noma.
No le gustaba nada convivir con un hombre en relaciones familiares, lo
�nico para que ella quer�a un hombre era para bien acostarse con �l.
Como era muy guapa no ten�a ninguna dificultad en conseguir meter un
hombre entre
las s�banas, lo que le hac�a perder mucha atracci�n en el juego de la
seducci�n.
Recientemente hab�a empezado a buscar nuevos retos en su vida sexual.
Esa ma�ana se hab�a despertado muy temprano de su sue�o, no porque
hubiera tenido una pesadilla sino m�s bien por lo contrario.
Todav�a perfectamente pod�a recordar su sue�o caliente, que afectaba
a Marc, su secretario personal.
En lugar de llevar su ropa de trabajo habitual y aburrida, estaba
vestido con una especie de atuendo de Tarz�n, y en su fantas�a hab�an
probado todas las posturas
posibles.
Cuando se despert� sus pezones estaban duros como piedras, y su co�ito
estaba empapado.
Estaba segura de que si su sue�o hubiera durado un poco m�s se habr�a
corrido en �l.
�ltimamente hab�a estado so�ando cada vez m�s con �l, y sus
im�genes se estaban haciendo cada vez m�s concretas.
Era hora de que convirtiera sus fantas�as en realidad.
Mientras en su peque�a oficina so�aba brevemente con una vida
fascinante en la jungla, lleg� un fax de los EE.UU.
Trataba de que a la compa��a multinacional para la que trabajaba en el
departamento belga, no le iba tan bien a nivel mundial.
Por ese motivo la c�pula americana hab�a decidido que deb�an cesar
unos 5 por ciento de los 200 empleados de la rama belga.
A primera vista no parec�an ser buenas noticias.
Pero como cada buena directora, Linda vio inmediatamente esto como una
oportunidad para satisfacer sus deseos.
Primero tendr�a que sin embargo prepararse para la confrontaci�n.
Otros d�as nunca dejaba la compa��a al mediod�a, en su lugar habr�a
mandado algunos bocadillos.
Hoy decidi� ir a casa durante la hora del almuerzo.
Una vez all� r�pidamente comi� una rebanada de pan con algo, para
poder llevar un poco de materal al trabajo.
Primero se dio una ducha extensa, para lo cual se extendi� un gel de
ducha que ol�a deliciosamente.
Aunque el sue�o quedaba varias horas m�s atr�s pod�a recordar las
im�genes con todo detalle.
Cerr� los ojos y enjabonaba sus bonitos y grandes pechos.
Con rapidez sus grandes y rosados pezones se endurecieron.
Gimi� suavemente y lenta pero sensualmente empez� a mimarse el co�o
con la esponja.
De repente se detuvo, si quer�a disfrutar completamente de su plan
tendr�a
que contenerse todav�a un poco m�s.
Se sec� a conciencia y tom� una botella del armario.
La destap� y la oli� un momentito.
La botella proced�a de una sex shop, y conten�a un b�lsamo oloroso,
que ten�a un efecto muy excitante, pero al mismo tiempo era inofensivo
para la piel.
Se aplic� el b�lsamo al cuerpo muy extensamente, mimando su chochito y
sus pechos con dosis extras.
Asinti� con la cabeza a su propio reflejo en el espejo: ten�a un
aspecto exquisito.
La mujer de 26 a�os del espejo ten�a el pelo largo, negro y ondulado.
Aquellos ojos verdes que la miraban eran tan seductores como
inteligentes.
Sus pechos, adorablemente llenos, eran magn�ficos y sus grandes pezones
se ergu�an orgullosamente erectos.
Era esbelta, de unos 1,82 m.
Su culito ten�a un aspecto muy sexy, y para disfrutar de forma �ptima
de todas las posturas siempre se afeitaba completamente el co�o.
"Mmm, ning�n hombre puede resistir esto," ri� mientras se
inspeccionaba desde todos los �ngulos.
Empez� a vestirse de nuevo, y r�pidamente puso algunas trastos en una
bolsa de pl�stico.
R�pidamente volvi� al trabajo.
Una vez en su despacho baj� las persianas con una expresi�n que no
llam� la atenci�n, para que nadie pudiera ver el interior del despacho
desde fuera.
Luego cerr� la puerta con llave y llam� a la recepci�n para pedir
expl�citamente no ser molestada por nadie en toda la tarde.
Ahora estaba a sus anchas. Despu�s de todo, la puerta estaba cerrada y
nadie pod�a mirar por la ventana.
Se quit� de nuevo toda la ropa, qued�ndose totalmente desnuda en el
despacho.
En su bolso encontr� un l�piz de labios rojo y un peque�o espejo, que
utiliz� para pintarse los labios en rojo ardiente.
Abri� la bolsa de pl�stico y sac� una blusa blanca bastante
transparente.
Ahora sobre la piel desnuda llevaba la blusa transparente, de modo que
sus pezones hinchados estaban claramente visibles a trav�s del tejido.
Para hacer el conjunto un poco m�s seductor se desabroch� el bot�n
superior de la blusa.
En la bolsa de pl�stico encontr� tambi�n una falda muy corta, y un
par de zapatos de tac�n alto muy excitantes, del mismo color rojo
ardiente que el l�piz de labios que llevaba.
Sab�a que los tacones altos realzar�an a�n m�s sus piernas, aunque
ya estaban para comerse sin ellos.
En suma estaba irresistible.
Dobl� correctamente su ropa habitual y la puso en la bolsa de
pl�stico, luego la dej� discretamente junto al armario.
Respir� profundamente un momento.
Hasta aqu� todo iba seg�n lo hab�a planeado.
Abri� de nuevo la puerta.
Tom� el tel�fono y orden� a su secretario que viniera a su oficina un
momento.
Cuando entr� en la oficina, Marc se asust� un momento.
Conoc�a a su jefa desde hacia algunos meses, y sab�a que ten�a buena
pinta, pero esta vez parec�a como si fuera a devorarlo de inmediato.
Linda se sent� en el sill�n de cuero, con las manos detr�s de la
cabeza, un poco inclinada hacia atr�s.
La blusa blanca que llevaba no dejaba nada a la imaginaci�n; pod�a ver
claramente sus grandes pezones erectos.
Adem�s, Linda se hab�a desabrochado un bot�n de la blusa, de forma
que ten�a una clara vista de sus pechos grandes y llenos.
A causa del l�piz de labios rojo ardiente sus labios parecieron
incre�blemente deliciosos.
Linda ve�a con satisfacci�n que a Marc no le hab�a escapado esto.
Le orden� que en primer lugar y ante todo cerrara la puerta tras �l.
Luego hizo que se sentara en una silla de cuero de despacho, justo
enfrente de ella.
Marc era un joven atractivo, que rondaba los 25 a�os.
Linda hab�a buscado mucho antes de encontrar el compromiso perfecto
entre un Adonis y un secretario competente como empleado cercano.
Ni siquiera se hab�a planteado una mujer en su b�squeda; ahora que
siendo mujer hab�a llegado tan lejos le toca a ella para disfrutar
tambi�n de algo de belleza masculina.
Y Marc hab�a sido en eso una elecci�n fabulosa.
Sobre 1,90 m, parec�a muy musculoso, y hasta donde pod�a juzgar deb�a
tener un pecho agradablemente curvado.
Su cara era muy masculina, pero al mismo tiempo parec�a bastante
refinado.
Indudablemente en esto influ�an grandemente sus ojos azules gris�ceos.
Junto con su pelo rubio, aumentaban su atracci�n.
Linda siempre miraba el culito de los hombres con los que compart�a la
cama, y el suyo parec�a delicosamente prieto.
Como siempre parec�a vestido impecablemente, el traje y la corbata
simplemente partenec�an al c�digo de vestimenta que ella hab�a
impuesto a todos sus empleados masculinos.
"Si�ntate", dijo a Marc, invitadora.
Marc se sent�, inc�modo, en la silla de despacho de piel, justo frente
a ella.
"�Quieres beber algo?" pregunt� amablemente.
"Ehm..." vacil� Marc un momento.
Antes de que hubiera tenido oportunidad de pronunciar otra palabra ya
estaba levantada y se hab�a dado la vuelta.
Abri� el bar, que normalmente reservaba para los clientes importantes,
y mientras le daba la espalda le recit� las opciones disponibles:
"Tengo whisky, jerez, oporto,..."
"�No tienes nada sin alcohol ?", pregunt� preocupado.
"Oh, no es necesario que te preocupes por eso. Si yo lo sugiero,
est� bien", dijo en tono tranquilizador.
"Ehm, en tal caso, dame un whisky", dijo aliviado.
Llen� el vaso con whisky, y luego fue a buscar los cubitos de hielo,
que estaban en el peque�o congelador.
Se inclin� profundamente hacia delante para llegar a los cubos de
hielo, pero al mismo
tiempo se entretuvo un buen rato en ello, de modo que �l pudiera tener
una buena vista de su culito.
Marc ten�a ahora una magn�fica visi�n de sus largas piernas, que
pasaban en una falda roja ardiente pero extremadamente corta.
A causa de los elegantes zapatos rojos con altos tacones estas piedras
a�n parec�an m�s largas.
La falda encubr�a muy poco y al inclinarse se desliz� un poco m�s
hacia arriba.
Esperaba que para entonces ya se habr�a dado cuenta seguramente de que
no llevaba braguitas.
Cuando se dio la vuelta le alegr� ver que se hab�a puesto bastante
rojo; ahora estaba completamente segura de que se hab�a dado cuenta.
"Aqu� tienes", dijo con una amplia sonrisa mientras le
alcanzaba el vaso.
Sus grandes ojos verdes le miraban cachondos, y miraban fijamente en sus
pantalones.
Comprob� que su peque�o plan empezaba a funcionar; hab�a un
manifiesto bulto en sus pantalones.
Otra vez estaban sentados uno frente al otro.
Dio un sorbo largo de su vaso mientras ella le miraba provocadora.
Luego le pregunt� por la situaci�n de la investigaci�n de la nueva
microplaqueta que la
compa��a estaba elaborando en los EE.UU.
Marc dio el do de pecho para esbozar el estado actual del proyecto de
investigaci�n.
De repente su voz se entrecort�, en mitad de su relato.
Mientras �l se ocupaba de darle el do de pecho para ponerle al
corriente, ella se hab�a quitado a escondidas un zapato, y encontrado a
tientas sus pantalones.
Ahora le estaba masajeando suavemente el lugar donde hab�a visto el
bulto.
Mientras lo hac�a le miraba con expresi�n lasciva y se relam�a los
labios.
�l detuvo su exposici�n, y le apart� el pie.
"�Qu� significa esto?" dijo con enfado, aunque ella
percibi� que sus toques no le hab�an dejado inmutable.
"Me pones tan caliente como un caballo, quiero follarte," le
dijo sin rodeos.
"Eres una t�a deslumbrante, pero tambi�n eres mi jefa",
replic� �l.
"Eso es exactamente por lo que har�s mejor haciendo lo que te
diga", dijo amenazadora.
Ahora se estaba poniendo verdaderamente furiosa, en toda su vida nunca
hab�a conocido un hombre que se la resistiera, y siempre hab�a
conseguido lo que le daba la gana.
Al mismo tiempo se sent�a cada vez m�s salida, sab�a que ten�a
poder, y podr�a usarlo ahora para conseguir lo que quer�a.
"�Eso es as�? Bueno, soy tu secretario, no tu esclavito
sexual.", exclam�.
"�Crees realmente que te eleg� por tus dones profesionales?"
dijo con desd�n.
"Un secretario de tu nivel es f�cil de encontrar, pod�a encontrar
con facilidad cientos se t�os como t�", se jact� ella.
"Pero encontrar uno con un buen culo, eso es harina de otro
costal", se ri� entre dientes.
"Pero la elecci�n es enteramente tuya", dijo misteriosamente.
"Solamente es que esta ma�ana recib� esto de EE.UU." ri� de
dientes afuera triunfante.
En ese momento le pas� el fax que anunciaba los despidos.
Sus ojos se abrieron como platos mientras le�a el mensaje de desastre.
Mientras tanto ella se puso tras �l, y le acarici� el cuello con sus
suaves manos.
"La elecci�n es tuya, por supuesto, pero si fuera t� no me
resistir�a m�s."
Durante un instante las opciones estuvieron dando vueltas en su cabeza.
Esta mujer era su jefa desde solo hac�a un par de meses, y ya estaba
colocado ante esta dif�cil elecci�n.
Sab�a que efectivamente ten�a un poder enorme, y que si se impuse su
voluntad podr�a estar en el paro dentro de una hora.
En ese momento la situaci�n econ�mica era particularmente precaria, y
era as� que la gente contrataba m�s secretarias femeninas que
secretarios.
Linda era estimada querida por la direcci�n y nadie creer�a su
historia si pretendiera sacar el asunto a la luz.
Se dio cuenta que no ten�a m�s elecci�n que la de follar con esta
magn�fica mujer, a menos que quisiera perder su empleo.
Cuando ella vio que no se resistir�a m�s, volvi� a cerrar la puerta.
Sus manos se movieron por la camisa de �l, y desabrocharon los botones,
mientras le miraba a los ojos con expresi�n severa.
Inspeccion� con gran placer su pecho impresionante.
Sus dedos sent�an de forma admirable los fuertes m�sculos del esclavo
sexual que hab�a elegido.
Codiciosamente sus u�as se trasladaron a los pezones y tiraron de ellos
suavemente.
Luego los lami� y chup� ansiosamente, hasta que se pusieron duros los
dos.
Sinti� que la respiraci�n estaba aceler�ndose.
Durante un instante sus manos se movieron a sus pechos, pero
inmediatamente se las retir�.
"�Soy la jefa y si quiero eso te lo pedir�!" dijo
furiosamente.
Y mientras segu�a lamiendo sus pezones y usaba las u�as para darles
masajes, la otra mano se moviera hacia abajo desesperadamente lento.
Las u�as ara�aron su piel lentamente, hasta que alcanzaron su
objetivo.
Pod�a sentir ahora todo lo grande que era el bulto de sus pantalones.
Su mano empez� a restregarse arriba y abajo sobre su miembro duro;
decidi�
atormentarle todav�a un poco m�s.
Luego le abri� el cierre de cremallera de los pantalones y le cogi� la
polla en la mano.
Estaba impresionada: Marc ten�a una hermosa picha que era a la vez
grande y ancha.
Cuando acarici� su glande descubierto sinti� como ya se hab�a puesto
un poco h�medo.
Aunque Marc pod�a haberla rechazado; su cuerpo, sin embargo, estaba
claramente preparado para ello.
Jug� lentamente con su miembro hasta que se puso duro como una roca.
Mientras tanto, el suspense y la forma atrevida en que habr�a imponer
su voluntad hab�an hecho que estuviera empapada.
Se quit� su escasa ropa y se coloc� desnuda delante de �l.
Le orden� que se pusiera en pie y entonces le bes� ardientemente en la
boca.
Al poco su lengua se abri� camino al suya, y mientras se besaban le
estrech� contra ella, de modo que sinti� su polla dura acariciando sus
labios.
Sus grandes pezones estaban ahora duros como rocas, empujando contra el
pecho firme de �l, mientras su co�o estaba empapado y pidiendo a
gritos de estar follado.
Se tumb� de espaldas sobre la gran mesa ovalada.
"�C�meme el co�o ahora!" orden�.
�l se acerc� y tir� de sus piernas algo hacia �l, y luego con sus
manos fuertes la empuj� hacia arriba, mientras su lengua empezaba a
explorar su co�o afeitado.
Suavemente la lami� los labios.
El b�lsamo excitante que se hab�a untado antes no fall� el tiro.
Cerr� los ojos brevemente cuando �l empez� a lamerla, luego se puso
uno de sus dedos en la boca y empez� a chup�rselo exaltadamente.
Ahora su lengua se mov�a m�s r�pida, encontr� su cl�toris, y
empez� a lamerlo con suavidad y durante un instante us� dulcemente sus
dientes.
Ahora lam�a de nuevo sus labios, y de forma completamente inesperada de
una vez empuj� la lengua profundamente dentro de su peque�o horno
h�medo pero muy caliente.
Ella jade� un instante del puro goce que sent�a.
Su lengua se mov�a alternativamente de los labios al cl�toris chupando
y
lamiendo y luego se adentraba de nuevo profundamente en su co�o, donde
se mov�a arriba y abajo, como si estuviera foll�ndola con su porra.
Linda se estaba poniendo cada vez m�s h�meda, y disfrutaba
intensamente.
Mientras se chupaba un dedo usaba la otra mano para masajearse sus duros
pezones.
Los hac�a rodar entre sus dedos y se los amasaba.
Pero ella sent�a que lo quer�a de modo m�s fuerte que �l pod�a
darla en esa postura.
"Alto", dijo, e hizo que Marc se pusiera de espaldas sobre la
mesa.
"Quiero que lo hagas m�s r�pido y m�s fuerte.", orden�.
Le puso su co�o h�medo encima de la cara y lentamente se descolg�.
Cuando estuvo suficientemente cerca aprision� su cara con firmeza
contra su raja.
"�L�meme ahora!" le domin�.
�l apenas pod�a respirar, por lo tanto hizo inmediatamente lo que le
ped�a.
Ella empez� a moverse r�pidamente arriba y abajo sobre su lengua.
Puso todo su empe�o para lamerle todos sus jugos mientras ella sub�a y
bajaba, cada vez m�s deprisa.
Ella sinti� que estaba a punto de correrse, as� que todav�a aceler�
algo m�s.
Cuando not� que al fin se estaba corriendo le estruj� con fuerza la
cara contra su co�ito, para que su lengua empujara profundamente
algunas veces m�s en su peque�o punto caliente.
Sus caderas movieron sin control y sinti� que su chocho se contra�a.
Gimi� suavemente.
"Oooooh, siiii�", jade�.
En su cara se dibuj� una sonrisa de satisfacci�n, y un rubor apareci�
en su cara.
Entretanto la polla de �l se hab�a vuelto a aflojar de nuevo un poco.
La tom� de forma experta en sus manos menudas y le aplic� masajes
suaves.
Utiliz� la lengua para chupar y lamer sus huevos.
Luego movi� la lengua desde la parte baja de su dardo hasta la cima.
Una vez all� se meti� su v�stago todo lo que pudo en la boca,
mientras usaba las manos para mimar sus huevos.
Movi� la boca arriba y abajo de modo que penetrara profundamente en su
garganta.
No hizo falta mucho tiempo para que la polla se pusiera de nuevo dura
como el acero y ella detuvo la mamada.
"Ahora quiero que me jodas a lo perrito", continu� ella.
Se dio la vuelta y se puso sobre las rodillas.
Abri� las piernas un poco, as� que pudiera ver bien su magn�fica
cajita.
Estaba otra vez mojada hasta los huesos.
Cuando �l le acerco la polla ella la agarr� con una mano.
Luego se la empuj� dentro del co�o y ella empuj� hacia atr�s.
Empez� a foll�rselo de esta forma.
La sensaci�n de su duro v�stago desliz�ndose dentro de su co�o era
deliciosa.
Mov�a suavemente el culo hacia atr�s y luego de nuevo hacia delante.
�l la sujet� por la cintura y agarr� sus tetas; esta vez ella se lo
permiti� con buena voluntad.
Le dej� que se deslizara dentro de ella, hacia atr�s y hacia delante,
cada vez con m�s fuerza, y sinti� que pronto alcanzar�a otro orgasmo.
Por eso le dej� que empujara a�n m�s fuerte.
De repente sinti� que estaba a punto de correrse otra vez, y
r�pidamente embisti� unas cuantas veces m�s.
Un estremecimiento le recorri� el cuerpo y chill� mientras era presa
de convulsiones de puro placer.
Durante un instante sigui� all�, satisfecha, pero puesto que Marc
todav�a no se hab�a corrido se dio cuenta de que todav�a pod�a con
otra postura.
Le tumb� de espaldas y se sent� en cuclillas sobre su miembro duro,
con la cara hacia �l.
Sin utilizar las manos gui� su hendidura hasta que toc� su duro palo,
luego le dej� hundirse en su interior.
Desliz� lentamente arriba y abajo, mientras sus manos le acariciaban el
cuerpo.
Sigui� cada vez m�s r�pido y se coloc� de forma m�s erguida para
que pod�a a�n m�s incrementar el ritmo.
Hac�a movimientos circulares con su chocho, para poder moldear bien su
polla.
Ahora sinti� como ambos estaban cerca de otro orgasmo.
Mantuvo el ritmo m�s r�pido, mientras mimaba su mondongo desde todos
los lados.
Se corrieron casi a la vez: primero ella sinti� que su glande se
hinchaba a�n m�s y lo estruj� todo lo que pudo con su co�ito.
Y mientras se lo follaba una vez m�s alcanz� el cl�max.
Otra vez temblo en todo su cuerpo y su chocho se apret� firmemente
alrededor del glande.
Al final eso fue suficiente para hacer que �l se corriera.
Una y otra vez chorre� su semen profundamente dentro de ella.
Al fin estaba satisfecha y le dej� que se volviera a vestir.
Ella se volvi� a poner la ropa normal y guard� su ropa seductora en la
bolsa de pl�stico.
"Ahora recuerda, Marc, nadie tiene nunca un trabajo seguro. Ahora
est�s seguro que no te echar� inmediatamente, pero como sabes tengo
unos meses m�s para decidir quien puede dejar esta compa��a y quien
debe quedarse." le advirti�.
"Y no pienses que alguien te creer�a si fueras contando algo de
esto", a�adi�.
"Tengo una reputaci�n de primer orden, nadie te tomar� en
serio."
Cuando sali� de su oficina, ella todav�a estaba saboreando el recuerdo
de aquella tarde emocionante.
Al fin hab�a encontrado lo que andaba buscando: un poco de excitaci�n
en su vida amorosa.
De golpe se dio cuenta de que hab�a al menos otros 20 hombres bien
parecidos trabajando en la empresa.
Y a fin de cuentas estos recortes tendr�an lugar solamente en un par de
meses...
En lo que concern�a a Linda no le importar�a que esta crisis durara
para siempre...
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