Aprendiendo en el campo II

participan: un hombre. una niña de10 años.

 

*A la media mañana llego Miguel y traía la yegua que mi abuelo me había dado,

"Señorita, buenos días, aquí esta su potra para que la monte usted como su abuelo me ordeno que hiciera",

Si ya veo, le conteste, el problema es que yo no sé montar,

“eso ya lo sé, y para eso estoy yo, para enseñarle, usted viene y montamos los dos y yo le enseño",

Me pareció gracioso como había cambiado su forma de hablarme, ya me trataba como otra persona, como si yo fuera mayor, así que con la idea de lo de anoche y para demostrarle que debía de cumplir con lo que yo le decía le dije que está bien que ya estaba lista,

"discúlpeme señorita, pero no sería mejor que viniera en pantalones para que le sea mas fácil cuando montara",

No lo había pensado, pero yo cargaba una faldita, claro de bajo cargaba una panti tipo pantaloncillo  que siempre me ponía al usarla pero como no quería cambiarme le conteste que si realmente era necesario,

"realmente no es tan necesario si se siente cómoda así, a mi me gusta como se ve",

Y me miro de arriba a abajo, era la primera vez que veía que alguien, un adulto, me miraba así, note que puso especial atención en mis piernas y me sentí extraña, sentía que mi corazón se aceleraba, me agradaba que me mirara así, bueno le dije si a ti te gusta mejor,  tratando de poner algo de picardea en mi respuesta,

"pues entonces vámonos, venga pues para ayudarla a subir",

y me indico que fuera por el lado en que el estaba y me hizo una silla con sus manos para que subiera, mientras yo colocaba mi pie, por supuesto que se me vería mi panti y por supuesto que él me miro mientras me ayudaba, pensé que bien, se fija mucho en mí, me sentía mayor y  me gustaba.

 

Salimos yo arriba de la yegua y el sosteniéndola por las riendas, ese nombre me lo explico al igual que otras cosas sobre los caballos la verdad que sabía, y eso me dio mucha confianza y fue alejando mi temor a montar, además que de vez en cuando me explicaba algo y como para llamar mi atención colocaba su mano en mi pierna y me sobaba con cariño, a mi me gustaba mucho como lo hacía, ya cuando habíamos caminado tanto que estábamos lejos de la casa me dijo,

"oye te quería decir que gracias por no decirle a tu abuelo lo que estábamos hablando ayer",

Yo me sonreí y le dije que no había problema y que además recordara que yo no era una niña para estar contándole todo lo que pasaba o me decían a mis abuelos, el me miro y colocando su mano en mi pierna pero esta vez apretando un poco me contesto,

"ya veo que no eres una niña",

De repente subió un poco su mano colocando casi a la altura de mi nalga, si no soy una niña, le dije, y de repente pensé voy a comentarle lo de ayer, no se pero me sentía con mucha confianza en ese momento y quería como decir algo de adultos, sabes Miguel, le dije, ayer soñé contigo,

"si, a caramba y que será lo que soñaste, algo bueno espero",

Bueno en realidad no era un sueño, le dije, más bien estaba pensando en ti, el me miro fijamente prestando atención a lo que decía, sabes estaba en mi cama, continué, y de repente me puse a pensar en los caballos de ayer y no sé, pero te imagine como que fue eras el caballo ese, de repente soltó una carcajada,

"no puede ser yo el caballo, que cosas dices",

Si tú eras el caballo y te veía con toda y su cosa, no sé, no te vayas a ofender,

"que va, que va, eso más bien me halaga, imagínate tu yo un caballo y con cosa y todo y tú que hacías",

Me sentí algo tonta al contarle eso, pero continué, yo era la yegua, pero luego ya no éramos animales sabes, éramos como somos humanos, así fue como te imagine,

"vaya imaginación y que tal que hacíamos, hacíamos también lo de los caballos",

Si eso hacíamos,

"y que, te gusto el sueño, o lo que imaginabas, porque a mí me hubiese gustado soñar eso de verdad, imagínate, tu y yo por allí teniendo relaciones como los animales, de verdad que me gustaría",

cuando dijo eso me sentí que me quería morir, no sabía que mas decir, y su mano acariciándome ahora mi nalga, no sabía qué hacer, de repente me comenzó como dar miedo, o más bien me puse nerviosa, él como que lo noto y bajo un poco su mano y me dijo,

"sabes eso es normal, yo ya lo he hecho antes, con algunas amigas y es bien rico cuando se hace con alguien que quiere, sabes no tienes por qué tener miedo",

Yo no sabía que contestarle solo sentía su mano que subía y bajaba en mi pierna,

"Isabel a mí de verdad me gustaría que tú fueras mi amiga, y esto que me acabas de contar no se lo voy a decir a nadie, sabes, será algo entre tú y yo y cualquier cosa que pienses me la puedes decir con confianza, Isabel *Tu quieres ser de verdad mi amiga?",

Lo mire un rato y sin pensarlo le respondí, si Miguel yo quiero ser tu amiga,

"bien, sabes quieres cabalgar un poco, para que pierdas mas el miedo, vamos",

y sin decir más nada se subió detrás de mí y me sujeto por la cintura, de repente me halo hacia él y quedando los dos bien juntos, mi corazón comenzó a latir más fuerte de lo que ya lo hacía mientras hablábamos, estando así el comenzó a decirme al oído que de verdad  yo era linda y qué  bueno que confiara en él, y como si nada, de repente me comenzó a dar besos en el cachete y cerca del cuello, ya no resistía mas, no solo temblaba, sino que ahora mi cosa la sentía como ayer, todo mi cuerpo lo sentía como ayer, sus besos me hacían temblar y  comencé a sentir que su mano bajaba al medio de mis piernas  y se metía y me tocaban por encima de mi panti, me moría, su mano se movía suavemente y cada vez me halaba más hacia él, de repente comencé a sentir algo en mis nalgas, su cosa rosaba con ellas y él se movía no solo por el caminar del caballo, sino porque él así lo hacía, comencé a sentir verdadero placer, su mano delante de mí  su cosa detrás rosándome y sus besos en mi cuello, era demasiado placer, mucho más que el de anoche, comencé a sentir ese desvanecimiento en mis piernas y el acelerar de mi corazón, cerré los ojos y me deje llevar por lo que me hacía y de repente sentí otra vez como anoche, pero esta vez más intenso, más rico, y lo mejor que él no se detuvo, como que sintió como estaba y más me apretaba hacia él, mas rápido movía su mano y mas rápido se movía detrás, hasta que de repente lo sentí, dejo de besarme, me agarro con más fuerza que antes y empezó a dar pequeños golpes contra mis nalgas y a temblar un poco, allí comencé a sentir algo húmedo y tibio que me mojaba detrás,

"no tengas miedo, no te va a pasar nada, solo estoy acabando, me hiciste acabar, fue demasiado rico, eres demasiado rica",

Me dijo, yo no entendía lo que decía, pero me gusto que me dijera que era rica, yo le gustaba, me sentía bien, como una mujer, supongo, que así se sienten las mujeres cuando están con un hombre, sabía que habíamos tenido relaciones, o al menos eso creía yo, pero para ese momento eso me bastaba, Miguel, que era un hombre me decía que era rica y eso me gustaba mucho.

 

Paramos la yegua al lado de un árbol y nos bajamos, pude ver que tenía su pantalón  mojado,

"ves todo lo que me hiciste acabar, eres increíble, te amo",

Y me tomo entre sus brazos y me beso, era la primera vez que me besaban, su boca se apretaba a la mis labios y yo me apretaba a él, no sé si por mi inexperiencia pero nuestro dientes chocaban, pero al no le parecía importar, seguía, yo me sentía otra vez ida, esta vez con sus besos, paro un momento, se quito su camisa y con cuidado me volteo y comenzó a secarme mis nalguitas,

"listo, nadie se va a dar cuenta ahora, pero yo no te voy a poder acompañar a la casa, te voy a dejar cerca y tu le dices a tu abuelo que fui a guardar la yegua y que luego lo veo",

Si, le conteste, no te preocupes yo le digo,

"oye, mañana nos vemos otra vez verdad, no le digas a nadie, porque ahora eres mi novia, y estas cosas de novios no se le dicen a nadie",

no, no te preocupes, ahora somos novios, nunca había tenido novio, nunca me habían tocado, nunca había besado, me sentía de lo mejor, "vámonos" me dijo y me ayudo a subir siguió a mi lado con su mano siempre en mi pierna, cuando llegamos desmonte, me miro, sabía que quería darme un beso, pero allí no podíamos, me sonrió y me dijo hasta mañana "mi potrica", yo le sonreí y me fui a la casa, estaba alegre, de repente voltee para verlo caminar hacia los potreros, mi corazón ya latía normal, me sentía bien, como toda una mujer.