aprendiendo en el campo I

participan: una niña de 10 años.

 

Realmente nunca me gusto el campo, por eso cuando mis abuelos le comentaron a mi mamá sobre que fuera a pasar unos días en su finca, no me gusto mucho la idea pero mi mama insistió ya que pocas veces la pasaba con ellos. En la finca de mis abuelos, para completar mis males, se criaban caballos, a mi no me gustaban mucho, debo decirles que les tenia miedo, claro para ese entonces tenia 10 años .Apenas llegamos, mi abuelo, que me quiere mucho  me recibió con un gran abrazo y comento que él sabia que no me gustaban los caballos, pero que había hablado con uno de sus peones para que me enseñara como montar  que  vería como me convertiría en toda una experta y ademas me tenia reservado una potrica  para que yo lo montara.

 

 Al día siguiente comensaria mi "entrenamiento", total que cuando me fui a acostar ya estaba bien nerviosa, "es que yo no se montar", "es que me dan miedo, son muy grandes", "y si me caigo", bueno todo lo que cruzaba por mi cabeza me ponía mas molesta por haber ido y pensaba como decirle a mi abuelo que no, que lo dejara, y que yo no seria "jineta" o como se diga.

 

 Apenas terminamos el desayuno salimos a las caballerizas para que conociera el lugar, "mi yeguita" y mi maestro, al llegar mi abuelo me dejo sola porque lo llamaron unos hombres para algo con unos animales. " Anda, date un paseo y conoce todo, yo vengo dentro de un ratico" me dijo, bueno, yo me puse a pasear en la parte de atrás de la caballeriza y de repente vi un grupo de gente que estaba al rededor de unos caballos y me llamo la atención, me acerque y para mi sorpresa uno de ellos estaba buscando montar a otro, yo supuse que eran macho y hembra. Me paralizo el hecho de ver la cosa que tenia, nunca los había visto, en realidad nunca había visto un macho de algo, ni perros, ni nada, así de esa manera, la verdad que era grande y el caballo trataba de meterlo en la yegua, como dije me paralice viendo aquello.

 

De repente alguien se me acerco por detrás y puso su mano en mi hombro, di un salto y voltee nerviosa y apenada por lo que había visto, detrás de mi estaba un muchacho moreno, que al ver mi reacción soltó una carcajada.

" Aja, te sorprendí, no te asustes que eso es normal, *Qu* nunca habías visto a los animales así ?"

creo que dije que no, aunque no se si el me oyó,

"tu debes ser Isabel, la nieta del patrón"

esta vez si acerté a decir que si y de paso le reclame que me había pegado un gran susto,

 " Disculpa niña, pero te vi tan atontada y me pareció gracioso el gran salto que distes",

me dijo con voz burlona, la verdad me molestaba que me dijeran niña y se lo dije,

" perdón pero yo no veo que seas una mujer" volvió a re*r, "Realmente en la ciudad no ven estas cosas y ..."

lo interrump* y le dije que ya había visto eso, que en la ciudad habían perros, claro era mentira, pero estaba molesta de que se burlara de mi,

"perdón, perdón, pero los perros no lo tienen tan grande, y ademas por lo que vi como te gusto verlo, o no",

le conteste que no, que realmente como ya le había dicho,  ya estaba acostumbrada,

" si y ahora me dices que has visto a un hombre también, esta niña si es inventora, claro así son todas las de la ciudad",

le dije que no era problema de el si lo había visto o no, en eso llego mi abuelo y nos interrumpió, no creo que haya oído lo que estábamos hablando, pero me dio pena, no solo por mi, sino por el peón

con el que hablaba.

"Miguel, muchacho te estaba buscando, ya veo que estas hablando con mi nieta, que bueno. Mira isabelita este es el peón que te dije, este es un maestro, el sabe mucho, si hasta parece que su mamá lo hubiese parido encima de un caballo",

yo realmente no entendí eso de su mamá, pero sonreí, por que me dio gracia la cara que puso cuando mi abuelo llego,

" mira muchacho, ve y me buscas la potra  mansa, esa que separamos el otro día, y me lo preparas para que salgas con mi nieta un rato",

yo dije que no que hoy no, que mañana mejor, que me dolía un poco la cabeza; en eso mi abuelo se dio cuenta de lo de los caballos montando y me dijo

"bueno si es así, mejor te vas para la casa, a ver en que ayudas a tu abuela, si es mejor, aquí no es buen sitio ahora, mira Miguel, mañana temprano nos llevas la potra y salen a pasear un rato, si,esta bien así mi belleza",

me despedi de Miguel y me fui a la casa, no debo mentirles, mis piernas me temblaban, ahora no se si por los caballos, por lo de mañana, o por lo que hable con el.

 

Pase el resto de la tarde en la casa con mi abuela, entreteniendome con cualquier cosa, pero de mi mente no se borraba la impresion de aquel caballo queriendo montar y me preguntaba *Sera igual entre los humanos?, *Los hombres lo tendran asi de grande?, no creo, me decia, los caballos son mucho mas grandes y por eso es que sus cosas son asi, de ese tamaño, la idea daba vueltas en mi cabeza. En la noche al acostarme, seguia y seguia pensando en lo mismo, la verdad, a veces me daba gracia la enorme cosa del animal y tambien lo que habia hablado con Miguel, entre una cosa y otra me comence a imaginar a Miguel como el caballo, que gracioso seria con eso con su cosa colgandole, pero no se, de repente pense y si yo fuera la yegua, mi mente daba vuelta, ya debes saber que soy de esas que imaginan mucho, a veces no se a que hora me duermo cuando se me viene una idea, si, y si yo fuera esa yegua y Miguel con su gran cosa el caballo, la idea no me dejaba dormir, o seria el calor, hacia mucho calor y estaba sudando, sentia como el sudor me mojaba, y principalmente en mis piernas, dormia lo mas ligera posible, pero esa noche, el pensar o el calor me hacian sentir sobre todo entre mis piernas que me corria el sudor, me pase la mano para secarme, y de repente senti una sensacion extraña, algo que me gustaba, ya antes me habia tocado mi cosita al lavarme pero esta vez era como si nunca antes lo hubiera hecho, ademas, algúnas de mis compañeras del colegio hablaban de eso y de como lo hacian, sentia como cuando se tienen ganas de hacer pipí pero mas intenso, no se,  tanto que sentí muchas ganas de seguir, de repente mi idea de ser la yegua me hacia sentir mas rico todo aquello de tocarme, sentia que cada ves que me tocaba mi corazon latia mas fuerte, y que cada ves eso me llevaba a pensar mas en Miguel y yo siendo como los animales de la tarde, no me podia parar, me sentia en las nubes, no se, era demasiado rico, me toque cada vez con mas fuerza hasta que de repente senti que se me iban las piernas, me faltaba el aire y mi corazon se me salia del pecho, y luego nada, me quede como cansada, respiraba seguido, y sentia como si mis piernas estubieran desmayadas, el placer pasaba y yo me quede tumbada en la cama sin pensar en nada, no se que paso pero me dormi enseguida. Al otro dia me sentia bien, fui al baño y me mire mi cosita, nunca lo habia hecho antes, pero queria ver si no me habia hecho daño, no, me pase la mano ya no sentia tanto como anoche, me bañe y sali a tomar el desayuno con mis abuelos como si nada hubiera pasado, pero me sentia extraña, algo que me habia gustado tanto, sentia la necesidad de decircelo a alguien, pero a quien, no me atreveria a contarcelo a mi abuela, no ni loca, no se esas cosas como que no son de mayores.