1 comments/ 20626 views/ 3 favorites Una maestra especial By: simply_gabriela ".. Adiós Chicos, nos vemos el Lunes, no olviden prepararse para el examen.." Dije, mientras mis alumnos armaban un tremendo alboroto, y salían corriendo a toda prisa del salón de clases, sin apenas hacerme caso. Sonreí un poco, mientras acomodaba mis libros en mi pequeña mochila. Había sido una semana muy complicada. Entre las clases, exámenes, y juntas con los padres de familia, no había podido dedicar tiempo para mi. A mis 25 años, estaba exhausta y necesitaba con urgencia unas vacaciones. Voltee a ver al fondo del salón, a uno de mis alumnos que seguía sentado en su pupitre, Michael Callaghan. En la mañana le había gastado una broma muy pesada a las niñas, rociándolas con pintura, y yo lo había castigado obligándolo a sentarse en la esquina con unas orejas de burro en la cabeza. ".. Maestra Alina.. ¿Ya me puedo ir, o me va a tener aquí toda la tarde?" Me dijo, en un tono arrogante. Seguí acomodando mis libros durante unos segundos, antes de responder. El caso de Michael era especial para mi. Hacia 3 meses que estaba en mi clase. Desde el primer día, su comportamiento había sido sumamente conflictivo. Se peleaba con todos los niños, y coqueteaba con todas las niñas. Creo que esto se debía a que su padre tenia fama de mafioso, y había heredado el carácter arrogante y agresivo a su hijo. Lo mire de reojo. Algo que tenia Michael, aparte de personalidad, era el físico. Se podía ver que en unos años seria todo un galán. Tenia unos ojos azules que reflejaban de alguna forma su personalidad atrevida. Su cabello era rubio, un poco largo, y siempre lo llevaba despeinado. A pesar de su tierna edad, tenia un cuerpo atlético muy bien formado. Me mordí los labios, sintiendo algo de remordimiento de estar pensando así de uno de mis alumnos. Termine de acomodar mis cosas, y lo mire fijamente. "¿ Crees que ya has pagado tu error?" Le dije con firmeza. ".. Claro nena..." Me contesto, sonriendo pícaramente. No pude evitar reírme un poco al oír tan ingeniosa respuesta. A pesar de sus problemas, Michael era un encanto. Siempre tenia el comentario cínico que me hacia reír. Y en ocasiones, hasta un piropo. A veces, cuando estábamos solos, me llamaba "nena", lo cual no me molestaba en absoluto. Me divertía mucho seguirle el juego, y ver como al ser confrontado, su arrogancia se desvanecía, y daba paso a una timidez encantadora. Suspire, reflexionando acerca de mi situación actual. Hacia 4 meses que no tenia novio. Por culpa del trabajo, había descuidado mi ultima relación, y lo peor de todo es que no veía para cuando poder tener otra...nunca tenia tiempo para salir. Desgraciadamente, los únicos piropos que había oído en meses, eran de Michael. ".. Entonces... ¿ Me voy?" Dijo, arañando juguetonamente el pupitre. Camine hacia el, y me senté en el pupitre de enfrente, cruzando las piernas. Ese día, no se porque, había decidido vestirme de una forma mas atrevida que lo usual. Llevaba una pequeñísima falta negra, que cubría con apuros mi intimidad, y una delicada blusa café que se pegaba a mi como si fuera una segunda piel. Tenia puesta una delicada tanga negra, que se apretaba deliciosamente contra mi cuerpo con cada paso que daba, lo cual me hacia sonrojarme una que otra vez. Complementaba el conjunto con unos lindos tenis blancos. Inmediatamente note que Michael miraba de reojo mis piernas y sudaba un poco. Sonreí, orgullosa del impacto que estaba teniendo en el. De alguna forma, era increíble para mi ego saber que podía afectar así a los hombres. " Bueno, Michael.. puedes irte.. pero por favor, trata de comportarte mejor.. ¿Me lo prometes?" Dije, tomándolo de la mano. " Si.. nena... lo que tu me pidas.." Contesto Michael, apretando mi mano entre las suyas, mientras se incorporaba. Mordí mis labios, y durante un segundo le creí. Pero no importaba que tanto platicara con el, siempre volvía a las andadas. Este había sido su 5º castigo apenas en este mes. Y siempre me prometía que ya no lo volvería a hacer. ".. Maestra... Mi papa me acaba de comprar un coche.. y me gustaría llevarla hasta su casa...¿ Acepta?" Dijo Michael, un poco mas serio. "..No se, es que.. eres algo joven para manejar.. ¿ No?" ".. Si usted gusta.. maneje usted... además.. cuando vea el carro le va a encantar.." Respondió, mientras apuradamente sacaba de su bolsillo unas llaves, que me mostró. Las vi. detenidamente. Claramente podía leer la palabra "Ferrari" grabada en ellas. Mire asombrada a Michael. "..¿ A poco tu papa te compro.. un Ferrari?" ".. Si.." Contesto orgulloso. "Bueno.. acepto tu invitación, pero yo manejo.." Dije, quitándole las llaves de la mano con un gesto juguetón. Michael rió, y juntos nos dirigimos al estacionamiento de la escuela. Ya casi no habían carros, puesto que todo mundo se había retirado lo mas pronto posible por el fin de semana. Mientras caminábamos, yo buscaba con la mirada el tan afamado carro, hasta que por fin, detrás de una camioneta, lo vi. Quede fascinada. Era un hermosísimo Ferrari rojo de dos asientos, convertible, con asientos de cuero y detalles cromados. Corrí hacia el, y con prisa, abrí la puerta, sentándome en el asiento del conductor. Apreté un botón, y la capota comenzó a deslizarse para atrás. Michael, con un ágil salto, se metió al carro sin abrir la puerta. "¿Te gusta, nena?" Me dijo, volviendo a usar el tono de voz arrogante que tan bien le conocía. "Si.. .. ¡Esta increíble!" Dije, encendiéndolo. El sonido del motor era soberbio. Era como si un tigre ronroneara. Apreté el acelerador unas cuantas veces, y la bestia gruñía con fuerza en cada ocasión. La sensación de poder que transmitía este carro me volvía loca. Cambie velocidad, y el carro comenzó a moverse lentamente. Respire profundamente, apretando el volante con mis manos, mientras la adrenalina recorría con fuerza mi cuerpo. Al acomodarme en el asiento, note que mi falda se había subido un poco, y parte de mi tanga quedo a la vista. Con el rabillo del ojo, vi. que Michael se había dado cuenta de esto, y descaradamente no le quitaba la vista de encima. Una extraña sensación se apodero de mi. Sentí un latigazo de lujuria recorrer todo mi cuerpo. Mi corazón latía a mil por hora. Yo sabia que debía bajar mi falda, y cerrar las piernas. Pero no pude. No quise. Este juego exhibicionista era demasiado emocionante para dejarlo. Voltee a ver a Michael, y el trato de desviar la mirada lo mas rápido que pudo. Le cerré un ojo coquetamente, y seguí manejando. No paso ni un segundo cuando ya estaba el nuevamente mirando entre mis piernas. Sonreí con picardía. Saque el carro del estacionamiento, y mordiéndome los labios, acelere. El Ferrari respondió rugiendo agresivamente, y acelero con brusquedad. Me reí un poco, volteando a ver a Michael, que con algo de miedo, se sujetaba al asiento. "..¿Había manejado antes un Ferrari, Maestra Alina?" Dijo, sumamente nervioso. "Si.. uno de mis novios tenia uno, y yo lo manejaba a cada rato..."Dije, deslizando uno de mis dedos coquetamente por mi cabello, que se agitaba con el viento. Afortunadamente, ese día había poco trafico. La ciudad estaba semi vacía, puesto que todos habían salido de vacaciones, aprovechando una feria en un pueblo vecino. Apreté el volante con fuerza. La calle frente a mi estaba prácticamente desierta. Con mucha seguridad, pise el acelerador, y el carro acelero a 220km/h en apenas unos segundos. "..N..nena... vamos.. muy rápido..." Dijo Michael, apretando con fuerza las manos contra el tablero. Estaba tan nervioso, que ya ni siquiera miraba mis piernas. "Tranquilo, Michael.. he manejado antes a esta velocidad..." Dije con mucha seguridad, mientras rebasaba a 2 carros de forma agresiva. Michael trato de tranquilizarse, y adoptando nuevamente su mascara de "arrogancia", me dijo: "¿Te gustaría conocer un sitio divertido? Hay un atajo, cerca de la autopista, que lleva a un mirador en la montaña..." Sonreí un poco, sin mirarlo. Yo sabia perfectamente que ese supuesto mirador, era realmente donde las parejitas de novios iban a tener sexo en sus carros. Pero algo en la forma en la que me lo había dicho, con un intento obvio de parecer "Don Juan", pero a la vez tan torpe, me había enternecido. Dude mucho antes de saber que contestar. Por un lado, no seria para nada correcto que una maestra fuera descubierta haciendo cosas "inapropiadas" con uno de sus alumnos. En una ciudad tan pequeña como esta, si se descubriera, tendría consecuencias que no quería imaginar. Pero mi cuerpo opinaba diferente. Me sentía acalorada. Excitada. Hacia mucho tiempo que no me sentía así, tan... salvaje. Y la emoción por manejar el carro no me ayudaba en nada a calmarme. La humedad de mi concha era cada vez mas evidente. El mensaje que me indicaban mis instintos era claro. Necesitaba con urgencia una verga. Sentirla penetrándome sin piedad, una y otra vez. Necesitaba sentir un duro miembro en mi boca. Saborear lentamente con la lengua la calida semilla de un hombre. cerré los ojos por un segundo. Cuando los abrí, ya me había decidido. ".. Claro, me encantaría conocer el Mirador, Michael.." Dije, mientras el ponía una cara de asombro, sin saber que decir. Quizás supuso que yo le diría que no. Y de esa forma, su ego no sufriría, ya que en teoría, había "hecho el intento". No era algo fácil para ningún alumno cogerse a su maestra, así que si el plan fallaba, no seria algo del todo inesperado. Pero creo que no había previsto un plan B, en caso de que yo le dijera que si. Maneje a toda velocidad por la carretera, hasta que encontré una pequeña desviación, que se metía en el bosque. Desacelere, y con cuidado, entramos por una pequeña vereda rural. El Carro avanzaba con dificultad, ya que estos no eran precisamente sus terrenos. Con los movimientos que daba el carro, note que mi falda se había subido un poco mas. Ahora la parte frontal de mi tanga estaba completamente a la vista. Pero a pesar de esto, Michael miraba nervioso el camino. Seguramente, supuse, no sabe que hacer ahora que su fantasía se le va a hacer realidad. Sonreí con malicia. Después de unos minutos, llegamos al Mirador. Voltee a ver a todos lados, mientras detenía el carro, tratando de asegurarme que no hubiera nadie cerca. Una vez calmados mis temores, apague el motor. Me acomode de lado en mi asiento, cruzando las piernas, en dirección a Michael, que no se atrevía a mirarme. "Llegamos, y debo reconocer, esta muy bonito este lugar..." Dije, fingiendo inocencia. Michael me miro, y trato nuevamente de aparentar gran seguridad, aunque sin mucho éxito, puesto que comenzó a sudar de nervios... "Traje unas cervezas...nena ¿ Quieres una?" Dijo, y sin darme tiempo a responder, abrió el compartimiento lateral del tablero, y saco de ahí 2 latas de la embriagante bebida. Deslice mis dedos juguetonamente a lo largo de mi cabello, mientras tomaba una de las cervezas con la mano izquierda. Sonreí y acto seguido le di un largo trago. Michael hizo lo mismo, mirando nuevamente de reojo mis piernas. Yo sabía que su táctica era "emborracharme". Después de todo, eso estaba escrito con hierro en el manual de todos los hombres. Pero me encantaba darle la impresión de que el llevaba el control de la situación. Ver sus torpes intentos de ser un conquistador me estaba excitando mucho. Decidí seguirle el juego. Agarre la cerveza y le di unos tragos mas, hasta que me la acabe. "Que... delicia..." Dije, riéndome tontamente, actuando como si hubiera bebido por horas. "Supongo que se siente mejor ahora, ¿Verdad Maestra?" Dijo Michael, sonriendo maliciosamente, creyendo que su plan iba a la perfección. "S...sip... ¿Tienes otra cerveza?" Dije, arrastrando las palabras a propósito. Michael saco de la gaveta otra cerveza, y rápidamente me la ofreció. Juguetonamente, le di un trago, pasando mi lengua sensualmente por el borde. Me la tome en segundos, y tire la lata al piso. "¡Me...siento muy... bieeeeennnnnnn!" Dije, mientras intempestivamente me subía al asiento, arrodillándome sobre el, mirando hacia la parte trasera del carro. Lentamente me incline hacia delante, tratando de agarrar la capota del carro con mis manos. Al hacer esto, mi faldita se movió hacia arriba, y mi culo quedo completamente a la vista de Michael. Lo mire de reojo, y vi. que estaba embelesado mirando el espectáculo que yo le brindaba. Gracias a mis genes, afortunadamente tenia unas nalgas divinas. Firmes, y redonditas. No son muy grandes pero están perfectamente proporcionadas para mi cuerpo, puesto que soy mas bien esbelta. Por esta razón, aprovechaba cuanta ocasión tuviera de lucirlas, ya sea en bikini, mini faldas.. en fin. Adoraba ver a los hombres desear con tanta hambre esa parte de mi. ".. Uf.. esta capota.. no.. se... quiere mover.." Dije de forma coqueta, mientras hacia inútiles esfuerzos para subirla. Michael no decía nada, solo miraba de forma descarada mis nalgas. Me quede quieta por unos segundos, arqueando sugestivamente la espalda. Sentí que la brisa del bosque pasaba lujuriosamente entre mis piernas, acariciándolas delicadamente. Mi tanga apretaba como nunca antes mi cuerpo. Era delicioso sentir como con cada movimiento tan delicada prenda frotaba sutilmente mi clítoris, una y otra vez. "..¿ Me ayudas? Es... que quiero... s...subir la capota...." Dije, usando una voz infantil. El tardo unos segundos en reaccionar, perdido observando mi delicioso culo. ".. ¡Ah.!.....si, pero... no se activa desde ahí, recuerda...nena..." Respondió, mientras apretaba el botón del tablero que activa la capota. Esta comenzó a desplegarse nuevamente, encerrándonos. "..Que..bueno eres, Michael... ufff... sabes donde esta cada botón de este.... esta cosa.." Dije, riéndome un poco. Michael me miraba con miedo, sin saber que hacer en esta situación. Por fin tenia una chica hermosa y "borracha" en su carro... pero no se atrevía a dar el primer paso. Quizás era porque yo no era una chica cualquiera, sino su Maestra. Y tratar de hacer algo con tu maestra, no es cosa de todos los días. Se requiere valor. Y en este momento, yo podía ver que Michael estaba aterrado. Decidí esperar un poco a que el diera el primer paso. "Este... maestra... le.. quisiera pedir algo.. pero..." Trato de decir, pero se sonrojo inmediatamente, y no pudo continuar. "¿Si, Michael?" "...pues.. es que.. usted... digo... tu, nena.. eres.. " Michael miraba hacia abajo, sin poder mirarme a los ojos. Note que le temblaban un poco las manos. "¿ Me vas a decir, o que?" Dije, empujándolo con mi mano de forma juguetona. "Bueno.. d..dicen mis amigos que.. l..las.. Maestras.. a veces le dan.. sexo oral... a sus...alumnos..." Dijo, apenadísimo. "...¿Me... estas pidiendo... que... te la mame?" Dije, poniéndome seria. Michael, al ver esto, se asusto mucho. Su cara lo decía todo. Pensó que su comentario me había parecido ofensivo. "..n..no, como cree... no, para nada..yo.. yo solo..." Tartamudeo. "Ah... ¿ Entonces ....no quieres meterme la verga en la boca?" Respondí con seriedad, pero recargándome en el asiento, como si estuviera mareada. "...s..si, pero... yo... no se.. es..." Volvió a decir Michael, realmente sin tener mucha idea de que como salir del apuro. "Dímelo.. quiero oírlo en tus palabras.." "...." "Michael.. dilo..." "....." "Michael... estoy esperando.." "...." Por fin se animo a hablar. Mirándome a los ojos, se acerco un poco a mi, y con un tono de voz bajo, dijo: "Maestra...Alina... quiero... meter mi pene en... su boca..." Dijo, apretando nerviosamente sus manos. "Entonces.. supongo que debo mamártela.." Dije acercándome a el, mientras deslizaba mis dedos alrededor de su nuca, jalándolo hacia mi. Sin darle tiempo a nada... lo bese apasionadamente. Mis labios se unieron a los suyos, y agresivamente los use para abrir su boca de par en par. Michael respiraba acelerado. Gemí suavemente, y sin darle tiempo a reaccionar, succione su lengua al interior de mi boca, lo mas hondo que pude. El tímidamente trato de retirarla, pero emití un gemido de queja que no le dejo la menor duda de que no debía hacerlo. Mis labios apretaban su lengua como si fuera un pequeño pene, mientras yo usaba la base de mi propia lengua para frotar cadenciosamente al calido cuerpo invasor. Mi boca hambrienta devoraba agresivamente la lengua de mi tierna victima. Era una batalla muy dispareja. Michael movía su lengua de forma rítmica, de atrás para adelante, como si me estuviera penetrando. Deje escapar unos gemidos de satisfacción, y respondí apretando un poco mas mis labios, para que no la tuviera tan fácil. Entonces sentí que el colocaba una mano en mi rodilla, pero sin atreverse a ir mas allá. Sonreí coquetamente, mientras rompía el beso, mirándolo a los ojos. "..Q..que... ¿Hice algo mal, Maestra?" Dijo Michael, mortificado. Con la cabeza, dije que no. Lentamente, en una actitud felina, me pase al asiento de Michael, sentándome en sus piernas. Coloque mis manos en sus hombros, mientras el se mordía los labios. Con mucha timidez, puso sus manos en mis piernas. ".. No tengas miedo.. yo se lo que quieres... pon tus manos en mis nalgas, y aprieta todo lo que quieras..." Dije, respirando profundamente. Michael dejo escapar una leve sonrisa, y con mucho cuidado al principio, como si yo estuviera hecha de un cristal que se pudiera romper en cualquier momento, coloco sus manos en mis nalgas. Por un segundo, no las movió. Pero fue agarrando valor, y comenzó a apretarlas, cada vez mas fuerte. Gemí tiernamente al sentir sus dedos presionando contra mi carne. Michael cerró los ojos, y apretó la mandíbula. Sus nervios habían casi desaparecido. Con descaro, sus manos apretaban cada una de mis nalgas, y las abrían, jalaban, subían.. una y otra vez. Yo respondía a cada una de sus caricias, moviendo muy suavemente mis caderas, de atrás para adelante. Súbitamente, mi joven amante hizo algo que me sorprendió. Uno de sus dedos se deslizo debajo de mi tanga, y con torpeza, sin darme tiempo a reaccionar, lo metió dentro de mí. Cerré los ojos, y abrí la boca, sin emitir sonido alguno. Que deliciosa sensación. Mi cuerpo temblaba, invadido por el deseo. El sentir aquel cuerpo extraño en mi interior, había despertado instintos que hacia mucho dormían. Respondí moviendo mis caderas un poco mas rápido. "...Ah....M....Michael.... " Dije, con la voz entrecortada. El no respondió, y comenzó a mover su dedo aun mas rápido, de atrás para adelante, violando mi concha sin piedad. Mis labios respondieron tratando de cerrarse, apretando con fuerza al pequeño invasor, pero era inútil. Nada podría evitar el abuso al que mi intimidad estaba siendo sometida. "..D..dios..." Alcance a decir, respirando agitadamente. Me sentía en el paraíso. Con cada embestida, mi clítoris reaccionaba en paralelo, acercándome cada vez mas a una explosión orgásmica. Queriendo darle a mi joven amante un mejor espectáculo, agarre la base de mi blusa café, subiéndola hasta que mis delicados y pequeños pechos quedaron a la vista. No eran muy grandes, pero tenían una forma redondita, con unos pezones pequeños y firmes, apuntando al frente. Con cada movimiento de mis caderas, se mecían rítmicamente, en una cadencia que parecía tener hipnotizado a mi joven victima. Sin dudar, el abrió la boca, y succiono uno de mis pezones, usando su lengua para rodearlos en círculos. Me mordí los labios coquetamente, e instintivamente me apreté un poco mas contra el. Michael ahora mordía y succionaba mis pechos con voracidad, pasando su lengua por todos lados. Pero de repente se detuvo, y me dijo al oído: "Nena.. quiero meter mi.. pene... en tu boca..." Sin decir palabra, me pase nuevamente al asiento del conductor. Michael me veía con ansiedad, sin perder detalle. Con dificultad, dado lo reducido del espacio, me arrodille en el piso del carro, y con una actitud sensual me incline hacia delante. No me detuve sino hasta que mi cara quedo justo enfrente de su entrepierna. Una maestra especial 02 Por fin había llegado el fin de semana y me sentía súper contenta por eso. Apreté mi almohada con fuerzas mientras veía el sol salir por la ventana. Casi sin querer, la imagen de Michael pasó por mi cabeza y sonreí tiernamente. Mordí coquetamente mis labios mientras recordaba en detalle cada beso, abrazo y caricia que nos habíamos dado en el bosque ayer. !Ah... Michael! A pesar de su edad e inexperiencia, me había tomado con tanta pasión, que me volvía a sentir caliente de solo recordarlo. Deseaba estar con el, y la cosquilleante sensación que tenia entre mis piernas me indicaba que mi cuerpo también quería mas. Pero desgraciadamente, ese día no podría verlo porque sus padres se lo habían llevado de viaje por el fin de semana. Lentamente me senté en la cama y agarre mi agenda para revisar mi horario escolar. Con alegría vi que no tenía clases asignadas para hoy. Pero me sentía tan llena de energía que algo tendría que hacer para entretenerme o si no me volvería loca. Así las cosas, pensé que seria una buena idea ir a correr un rato alrededor de las canchas de fútbol de la escuela. En fin, quizás no era lo ideal, ya que yo hubiera preferido algo mas erótico...pero correr me tendría que bastar para descargar mis energías. Además, a veces era bastante divertido. Siempre las canchas estaban llenas de chicos, y era una diversión fabulosa vestirme de formas provocativas para atraer sus miradas. Y hoy necesitaba como nunca sentirme sexy y deseada. Con esto en mente camine hacia mi closet y me puse a elegir la ropa que usaría para ir a correr. Buscando un poco, lo primero que elegí fue una diminuta tanga blanca que cuando me la coloque se ajustó con fuerza contra mi cuerpo, ocasionando que se me escapara un suspiro. A pesar de la costumbre, nunca podía evitar poner una cara simpática al sentir el delicado hilo dental deslizándose entre mis nalgas. Asi las cosas, como pude trate de concentrarme nuevamente en mi ropa. No tarde mucho en decidirme entonces por unos pequeñísimos shorcitos blancos que apenas cubrían mis firmes glúteos y se veían sumamente coquetos y tentadores. Luego, con mucha picardía, me puse una playerita negra ajustada que hasta tenia el cinismo de dejar mi sexy ombligo al descubierto. Finalmente, el conjunto lo complemente unos lindos tenis negros para correr. Entonces me mire en el espejo durante unos segundos, y honestamente no pude evitar sentir algo de preocupación al ir vestida así... tan sexy y reveladora... solamente para ir a correr. Pero las dudas no me duraron mucho. Siempre he creído que la ropa debe reflejar el estado de animo de una persona, y en mi caso.. pues, creo que mi animo era bastante evidente. Sin darme tiempo para dudar, sonriendo salí de la casa y trotando me puse en marcha hacia la cancha de fútbol. La cancha de fútbol era un lugar precioso, ya que estaba ubicada en el corazón de una zona boscosa cercana a la escuela. Gracias a eso estaba rodeada de suaves colinas verdes y bellos y gigantescos árboles que le daban al lugar una apariencia casi mágica. No importaba cuantas veces fuera, siempre me maravillaba de este lugar como si fuera la primera vez. Trotando todo el camino, tarde apenas unos 7 minutos en llegar. Una vez ahí, lo primero que pude ver fue que varios chicos estaban jugando un partido de fútbol. Eran aproximadamente 12, y con algo de esfuerzo alcance a reconocerlos a casi todos, ya que la mayoría tomaban clases de conmigo durante la semana. Sonreí pícaramente y camine en dirección de la cancha... Una vez ahí, y sin decir nada, comencé a trotar ligeramente alrededor de la misma, y justo en ese momento vi que los chicos detuvieron el juego y comenzaron a observarme obsesivamente. Me sonroje un poco, ya que casi podía sentir sus miradas lujuriosas sobre mi, pero a pesar de todo decidí ignorarlos y seguí trotando. "!Hola maestra Alina!" Me gritaban de repente algunos de ellos, a lo cual respondía con una tímida sonrisa, pero sin desacelerar el ritmo. Después de un rato así, me dio curiosidad notar que todos seguian muy callados. Tratando de no ser muy obvia, voltee a verlos discretamente para ver que tramaban. Los chicos seguían sin reanudar el juego y no me quitaban la vista de encima. Pude oír que estaban murmurando algo entre ellos, y al ver todo esto comencé a sentir una curiosidad tremenda. Pero cerré los ojos durante unos instantes, y trate de concentrarme únicamente en la pista. ¡Ah.. pero era tan difícil! Esa mañana en particular me sentía sumamente caliente y el tener toda esa atención sobre mi solo intensificaba aun más mis emociones. Trate nuevamente de ignorar todo, y acelere un poco el paso. Así anduve durante unos minutos, perdida en mis pensamientos, hasta que de repente un balón de fútbol pasó a toda velocidad frente a mi, apenas a unos centímetros de mi cara. "¡¿Maestra Alina, esta usted bien?!" Me grito uno de los chicos desde la cancha, mientras corría afanosamente en mi dirección. "...S...si.. " Dije algo asustada, mientras me detenía. " Solo fue el susto.. pero no me paso nada, gracias.." "Que bueno.. no nos hubiéramos perdonado si a usted le hubiera pasado algo, Maestra.." Me contesto el chico mientras le sonreía con una mirada de complicidad al resto de los muchachos, que se rieron un poco. "A propósito, soy Joaquín Álvarez, y tomo la clase de los miércoles con usted..." Dijo con una seguridad fingida. "Si, te recuerdo, Joaquín... se que no llevaste la tarea que pedí el otro día, eh..." Conteste, mientras lo miraba con una ligera expresión de reproche. "Ah...es que...yo...hmmmm.. no se..es que.."El chico trato de responder e inventar una excusa rápidamente, pero sin mucho éxito. "Esta bien, no te preocupes.. no te voy a regañar...por ahora.."Dije, adoptando una actitud algo mas relajada y sonriendo un poco. Joaquín era uno de mis alumnos mas problemáticos. Era bastante alto y atlético a pesar de su corta edad. Tenía el cabello negro y algo largo, y casi siempre andaba con una expresión dura en su cara, como si fuera realmente un malvado... aunque yo siempre veía mas allá de su fachada. Era un chico que había tenido una infancia difícil, ya que desgraciadamente hacia apenas 5 años su madre había muerto, y se había criado con su padre, que era camionero. Por esta misma razón, era muy rebelde, y sumamente agresivo. Incluso, en mas de una ocasión lo había tenido que enviar a detención por sus constantes peleas con los demás chicos. Pero a pesar de todo, había algo que me gustaba de el, ya que yo era la única maestra a la el cual respetaba. Mientras que a los demás maestros los enfrentaba constantemente, conmigo se comportaba como si fuera un dulce corderito. Volviendo a la realidad, busque con la vista el balón y vi que había aterrizado en unos arbustos cercanos. Camine hacia el y con un ágil movimiento, lo patee de vuelta a Joaquín. "¡Maestra Alina, usted... sabe jugar fútbol..!" Dijo asombrado, mientras apretaba el balón entre sus manos. En ese momento los otros chicos se acercaron a nosotros. Sin problemas los reconocí a todos, puesto que tomaban conmigo varias clases. Vi que ahí estaban Mateo, Eduardo, Richard, José, Alberto... en fin.. varios de mis alumnos. Me mordí los labios coquetamente, notando que tenían la misma mirada de asombro que Joaquín al verme patear el balón de esa forma. ".. Es que yo antes jugaba en una liga femenil, pero por cosas de la vida terminé estudiando para ser maestra..." Conteste algo apenada mientras les sonreía ligeramente. "Maestra Alina.. ¿ Le gustaría jugar un rato fútbol con nosotros?" Me pregunto un chico gordito y simpático al que reconocí como Esteban, un alumno de mis clases del viernes. "Hmmmmm... bueno.. creo que les puedo enseñar algunos trucos.." Dije de forma desafiante aunque picara, causando que varios de los chicos se rieran por el comentario. Sin darles tiempo a nada, camine hasta el centro de la cancha y puse el balón el en suelo. "Comencemos..." Rapidamente los chicos se organizaron respecto a quien deberia estar en que equipo. Me asignaron al equipo de la derecha, y me extrañó ver que todos los chicos al parecer querían jugar en el bando rival ( Luego comprendí el porqué? ). Despues de unos segundos el juego comenzó sin sobresaltos. Lo primero que hice fue correr en dirección a la portería contraria, mientras Joaquín corría cerca de mi, con la intención de ayudarme en caso de que fuera necesario. Pase mis dedos juguetonamente por mi cabello, mientras veía que a la distancia uno de los chicos de mi equipo pasaba entre 2 rivales, y corría en mi dirección. Con un rápido movimiento, el chico alcanzo a mandarme un pase, que controle con elegancia y rápidamente voltee mi cuerpo hacia la portería contraria con la intención de tirar. Pero en eso, uno de los chicos, Alfonso, alcanzo a ponerse frente a mi y con sumo cuidado, tratándome con muchísimo respeto, pateo el balón de entre mis pies y me lo quito. "¡Ahh.. casi logro tirar....!" Dije riéndome infantilmente, mientras los demás chicos me miraban con aprobación. Al parecer habían visto que sabia en efecto jugar bien, y que era digna de su confianza. Pero no me dio tiempo de pensar nada mas, porque apenas un segundo después me lanzaron otro pase y con agilidad gatuna logre desviarlo apenitas para meter un gol. "¡Gooooollll!" Grite emocionada, mientras sentía una ráfaga de adrenalina recorrer todo mi cuerpo. Salte eufórica una y otra vez, mientras los chicos corrían hacia mí y me felicitaban en grupo. Pero entre el alboroto de las celebraciones, sentí entonces que algunas manos picaras me apretaban las nalgas y me acariciaban las piernas. Suspire apenada, sin saber como reaccionar, aunque al final me decidí por fingir demencia y dejar que los chicos siguieran con sus "calidas" celebraciones. A decir verdad, no me habían caído nada mal. En efecto, creo que era obvio que no me molestaba en absoluto ser el objeto de tantas "atenciones" por parte de los chicos, y además el sentir esas manos recorriendo mi cuerpo de esa forma tan... burda...solo hacia que mi calentura se incrementara exponencialmente. En este momento, todo mi ser pedía a gritos ser usado sexualmente, y si seguían así las cosas, no sabía cuanto tiempo más podría resistir o que podría pasar. Mire a los chicos, que seguían celebrando el gol apretados a mi alrededor, y me reí un poco. Quizás esta podría ser una experiencia más divertida de lo que pensé. Al cabo de unos segundos se reanudó el partido, y trate nuevamente de correr hacia la portería contraria rápidamente para anotar. Pero asi las cosas, después de unos minutos de juego noté que ahora los chicos me daban el balón constantemente, y comenzaban a ser mas directos en sus cachondeos conmigo. A diferencia de cuando comenzó el juego, ahora apenas recibía la pelota los defensas contrarios se pegaban a mi de una forma bastante lujuriosa y agresiva, sujetándome por la playera y jalonándome de un lado para el otro sin darme oportunidad de hacer nada. También en otras ocasiones, cuando yo luchaba por retener el balón, los chicos se colocaban detrás de mi y me sujetaban de la cadera con las manos, jalándome hacia ellos. En mas de una ocasión pude sentir sus firmes erecciones apretándose contra mis nalgas, a lo cual yo reaccionaba frotándome sutilmente siguiéndoles la corriente. Incluso en algunas raras ocasiones, cuando lograba engañarlos con una finta, me rodeaban con el brazo la cintura y me tiraban al pasto. De alguna forma, siempre se las ingeniaban para "caer" encima de mi, y algunos hasta tenían el cinismo de colocarse entre mis piernas mientras yo me reía inocentemente de toda esta situación. Pero yo, lejos de molestarme, me estaba divirtiendo de lo lindo. Me encantaba tenerlos así de excitados, como si fuera yo una gatita y ellos mis tiernos ratoncitos. Era un juego delicioso, y conforme pasaban los minutos yo me ponía más y mas ansiosa. Comencé a sudar mucho, y esto tuvo algunos efectos "imprevistos" en mi ropa. Mi playerita estaba empapada, y se pegaba alrededor de mis pechos como si fuera una segunda piel, lo cual generaba muchísimas miradas ya nada discretas de parte de los chicos. Al mirar hacia abajo, también note con algo de preocupación que el sudor había hecho que la tela blanca de mis shorts se volviera algo translucida, y la delicada silueta blanca de mi tanga estaba ahora a la vista de todos los chicos. Respire profundamente y nuevamente sentí la adrenalina recorriendo mi cuerpo al darme cuenta que para fines prácticos, estaba jugando casi desnuda. Pero como pude trate de no darle tanta importancia, y me concentre nuevamente en el juego. El partido se prolongo durante más de una hora. Desgraciadamente, a pesar de mi esfuerzo y que metí 3 goles, el marcador final quedo en contra de mi equipo. Estaba exhausta, y sudaba copiosamente. Había sido un partido bastante duro y peleado. Reflexione acerca de lo que había sucedido, y sonriendo pensé que no había quedado ningún chico que no me hubiese manoseado hasta el cansancio durante el juego. Voltee a ver de reojo a los chicos, y por sus caras y "discretas" erecciones, sabia que no se quedarían tranquilos nada mas con el show que les había ofrecido hasta ahora. Perdida en mis pensamientos estaba cuando vi que algunos de los chicos traían una hielera y la colocaban a un metro de mi. Cuando la abrieron vi que estaba llena de cervezas, y antes de que los demás chicos pudieran agarrar nada, Joaquín tomo una y me la ofreció amablemente. "Gracias.. Joaquín.. aunque no deberían de estar bebiendo cervezas, eh.. aún son muy chicos..." Le dije con un tono de voz regañón, aunque inmediatamente le di un sorbo a la cerveza. "Bueno.. maestra.. es que hoy es una ocasión especial... es usted desde ahora una jugadora mas en nuestro equipo..." Dijo el mientras me miraba los pechos sin mucha sutileza. Sonreí algo apenada al ver esto, y le di otro trago a mi cerveza. Mire al cielo, y por los tonos amarillos pude ver que la tarde se acercaba. "No es posible.. ¿ Son ya las 3?" Pregunte con incredulidad mientras revisaba mi reloj. "Si.. que rápido se pasa el tiempo cuando uno disfruta.. ¿Nó?" Contesto uno de los chicos, lo cual genero una ligera risa entre los demás. "Bueno.. supongo que si.. la verdad me divertí mucho.." Dije con algo de coquetería, mientras jugaba con mi cabello. Justo entonces me di cuenta que los chicos habían formado un circulo a mi alrededor, y me observaban de una forma rara. Alcance a oír que estaban cuchicheándose algo entre ellos, y al parecer Joaquín, en su función de "líder" del grupo, estaba a punto de decir algo. "Maestra.. es que.. hay una tradición que nosotros seguimos en este equipo.. pero..." Dijo Joaquín de repente, aunque visiblemente nervioso. "Vamos.. dile.. no seas cobarde..." Le decían con voz baja los demás chicos a su lado, tratando de animarlo. Yo le di un sorbo a mi cerveza, y mire a Joaquín con genuina curiosidad acerca de lo que me iba a decir. "Bueno.. es que.. como su equipo perdió.. y usted es nueva jugadora.. pues.. verá..."Dijo, sin atreverse a continuar. "Anda, dime.. seguramente es algún ritual de iniciación o algo así ¿No?" Respondí entre risitas, tratando de sonar segura. "La situación es esta, maestra... usted debe desnudarse por haber perdido... y solo así será aceptada dentro del equipo.." Dijo Joaquín, poniéndose visiblemente rojo de la pena. Yo me quede sorprendida, y casi se me cae la cerveza al oír esto. Los demás chicos se quedaron en silencio, temerosos de como fuera a reaccionar yo. Vi en sus caras que, a pesar de que estaban sumamente nerviosos por lo que acababa de suceder, no me quitaban la mirada de encima ansiosos de saber mi respuesta. Sonreí muy levemente, y deslice mis dedos por mi cabello, mientras me paseaba nerviosa de un lado al otro. Pensé acerca de esta situación durante unos segundos que me parecieron años. ¿Debería hacer esto? Mi cuerpo sin duda decía que si, pero yo no podía evitar pensar en las posibles consecuencias. Si la gente se enterara de esto, seria algo gravísimo. Seguramente perdería mi licencia de maestra. Pero... ¡Ah!... pero después de todo, yo nunca había sido una persona muy "racional" que digamos. Además, pensé, la vida hay que vivirla, y si hay que correr riesgos así para sentirse viva, pues que más da. Lo único que me importaba en este momento era mi urgente necesidad de desahogar mi calentura. Voltee a ver a los chicos, y sin decir nada me agache y coloqué mi cerveza en el pasto. El silencio en el lugar era absoluto. Pude sentir como ellos contenían la respiración y no se movían ni un centímetro, esperando lo que yo fuera a hacer después. Lentamente, mientras los miraba uno por uno con una actitud retadora, deslice mis dedos por los costados de mis shorts, y comencé a jalarlos hacia abajo. Poco a poco mi delicada tanga blanca fue quedando al descubierto, y conforme me agachaba mas pude ver en sus caras una expresión de lujuria pura al ver mis firmes y bien formadas nalgas quedar también expuestas a sus ojos. Sonreí sensualmente mientras me ayudaba con mis pies para despojarme por completo de mis shorts, y acto seguido cruce los brazos y agarre por la base los costados de mi playerita negra. En un solo movimiento me despoje de ella, y al hacerlo mis firmes y blancos pechos quedaron también a la vista, lo que genero un ligero murmullo colectivo de admiración que me causo algo de gracia. Yo estaba nerviosísima, y respire profundamente para calmarme. Me detuve por un momento para ver sus caras y su reacción, y creo que esto parecía un concurso de estatuas. Los chicos estaban completamente en shock por lo que estaba sucediendo. Les cerré un ojo pícaramente, y con una actitud juguetona, agarre mi diminuta tanga blanca.. y haciendo acto de todo mi valor, delicadamente me la quité. Sonreí un poco, mientras mi delicada concha, apenas cubierta por una fina capa de vello negro, quedaba de esta forma también libre de sus ataduras. Me quede quietecita durante unos segundos, en los cuales ninguno de los chicos se atrevió a hacer o decir nada. Puse mis manos en mi cintura, y adopte una pose algo sensual inclinando mi cuerpo a un lado, pero siempre manteniendo una actitud retadora en mi cara mientras esperaba alguna reacción por su parte. Hasta que súbitamente, los chicos comenzaron a gritar emocionados mi nombre: "¡Alina...! ¡ Alina....!" Gritaban en jubilo, sin quitarme la vista de encima. Me reí un poco al ver esto, y cubrí mi cara con mis manos, sintiendo como una ola de calor y vergüenza recorría todo mi cuerpo. Aquí estaba yo, completamente desnuda, salvo por mis tenis, enfrente de 10 chicos que no solo eran mucho menores que yo, sino también mis alumnos. Sentía muchísimo calor, y vi como todo mi cuerpo estaba bañado en sudor. Camine un poco de un lado para el otro echándome aire con las manos, mientras que los chicos seguían armando un relajo por lo que estaba sucediendo. Mientras que unos cantaban mi nombre sin parar, otros se habían tranquilizado y se dedicaban a admirarme de una forma descarada. "¡ Uff..! Bueno.. me atreví ¿No?" Dije en voz alta, mientras Joaquín cruzaba los brazos y ponía una cara juguetona. "Claro.. maestra.. la verdad.. nunca pensé que.. usted lo haría..." Dijo el, sonrojándose nuevamente al ver mi cuerpo desnudo. Sonreí un poco al oír esto, y vi que los muchachos se habían calmado ya y ahora solo bebían sus cervezas mientras me seguían comiendo con la mirada. Me dio algo de sed, y busque la cerveza que había dejado en el pasto hace unos segundos. Pero cuando me estaba agachando a recogerla, Joaquín juguetonamente me empujo por un lado y con torpeza caí de rodillas al pasto. En ese momento, al estar así arrodillada y rodeada por ellos...pude ver que algo en el ambiente había cambiado. Al ver sus caras, vi que los chicos me miraban ahora de una forma rara... no se... diferente. Como si tuvieran un hambre inmensa y yo fuera la mas deliciosa comida que hubieran visto en años. Una maestra especial 03 Mientras caminaba apresuradamente por los pasillos de la escuela, miré mi reloj nuevamente. Dios mío. ¡10 minutos de retraso! Pero a pesar de eso, nada podía quitarme la sonrisa de la cara. Hoy me sentía súper feliz, sexy, divina... en fin ¿Que puedo decir? Y había una razón detrás de tanta felicidad... Algo como.... ... el saber que hoy por fin vería nuevamente a Michael... Había esperado todo el fin de semana para este momento, y francamente los nervios me invadían. Y claro, como era un día tan esperado tenia que estar a la altura de las circunstancias, por lo que había decidido vestirme de una forma sencillamente es-pec-ta-cu-lar. En esta ocasión tan especial mis armas para la batalla eran una micro faldita a cuadros que al caminar se levantaba alegremente y una ajustada blusita blanca que abrazaba firmemente mis pechos y con descaro dejaba mi ombligo al descubierto. Como siempre, llevaba mi largo cabello negro suelto hasta los hombros y por ultimo completaba el conjunto con unos simpáticos tenis blancos. Lo dicho, simplemente espectacular. Mientras aceleraba el paso veía feliz como los chicos en el pasillo se me quedaban viendo con una expresión atontada en el rostro, mientras que al mismo tiempo algunas chicas ponían una cara de franca envidia y reproche. Pero a pesar de que esto siempre alimentaba mi vanidad, seguía teniendo un solo pensamiento en la mente... ...Michael. !Zas....! Apenas si pude cerrar los ojos. Fue tan repentino el impacto que me quede aturdida durante unos segundos, mientras unos brazos me sujetaban por la cintura y me mantenían de pie. "¿Señorita Loera, está usted bien?" Dijo una voz rasposa. Oh no. Esa voz. Era el Director Guzmán. "S...si.... Director... no me paso nada" Respondí mientras abría los ojos y confirmaba mis sospechas. Sí... desgraciadamente era el. El director Guzmán era un señor decrepito de unos 55 años. Muy flaco, calvo y con unos dientes amarillos espantosos. El tipo siempre usaba un espantoso saco a cuadros que parecía sacado de una tienda de disfraces, y unos gruesos lentes que apenas disfrazaban la mirada más lujuriosa que he visto en cualquier hombre. El Director era el perfecto ejemplo de la doble moral. A pesar de sus predicas moralistas, siempre andaba viéndole las piernas a las alumnas, y corrían rumores de que a mas de una había obligado a tener relaciones con el. Y sí.. En más de una ocasión lo había notado especialmente "atento" conmigo, aunque nunca había pasado nada de importancia. "No debería correr así por los pasillos, Señorita Loera... se podría lastimar" Dijo entonces con un tono de voz bastante agrio, mientras miraba sin disimular el notorio escote de mi blusita. "Además.. veo que va usted vestida de una forma algo... escandalosa..¿No?" "¿Escandalosa...?" "Si... digamos que, al verla así vestida los alumnos podrían pensar cosas bastante.. impropias. Pero usted me entiende. ¿O no es así, Señorita Loera?" Dijo con actitud sabihonda. "No lo creo, señor Director. Yo siempre me he dado a respetar con los alumnos y además yo..." "Deténgase..." "Es que yo creo que..." "Nada... Señorita Loera, usted sabe tan bien como yo que ese tipo de ropa no es el adecuado para una escuela... pero.. le queda tan bien que voy a hacer una excepción con usted. ¿De acuerdo?" Dijo mientras esbozaba una sonrisita evidentemente lujuriosa. "Si.. Señor director.." "Vuelva a sus clases, Alina... ah, y por cierto...la quiero ver en mi oficina al terminar el día, ¿Entendido?" "Si.. Señor director.. ahí estaré." "Perfecto..  la espero entonces..." Dijo mientras se alejaba con una actitud a todas luces triunfal. Me quede parada mientras lo veía alejarse, y cuando dio la vuelta a la esquina la felicidad volvió a mi rostro. Total, pensé, este es un día muy especial y no debo dejar que algo así me lo arruine. Pase los dedos juguetonamente por mi cabello y acto seguido me puse en marcha hacia mi salón. Apenas abrí la puerta me quede pasmada. El salón estaba inmerso en el más absoluto pandemonium. Unos chicos gritaban, otros tenían una guerra de papelitos, y al fondo unos cuantos estaban molestando a las niñas. "Chicos...  " El relajo seguía. "¿Podrían calmarse?" Los chicos seguían sin hacerme caso. "¡¡¡CHICOS!!!" Todo quedo en silencio de repente. Los chicos se quedaron pasmados mientras yo rápidamente caminaba hacia mi escritorio y colocaba mis cosas encima. Entonces rápidamente todos regresaron a sus lugares y siguieron quietecitos por unos segundos más. "Voy a pasar la lista.. ¿Ok?" "Si maestra Alina..." Dijeron a coro, mientras con coquetería veía que mi faldita había causado toda una conmoción en mi juvenil audiencia. Sencillamente mi público masculino no podía quitarme la vista de encima. "¿Natalie....?" "Presente..." "¿Juan?" "Presente.." Seguí leyendo la lista, pero entonces vi con tristeza que había un pupitre vacío en la clase. Era el de Michael. "¿Alguno sabe porque no vino?" Pregunté, pero justo en ese momento la puerta del salón se abrió. "Perdón nena, se me hizo tarde.. ..." Dijo Michael mientras entraba al salón corriendo y me cerraba el ojo coquetamente. Solo pude sonreír y morder con picardía mi lápiz al oír nuevamente como me decía "nena". Me quede así atontada unos segundos, hasta que me di cuenta que se había hecho un silencio incomodo en toda la clase. "Eh.. hmm.. si, claro... vamos a comenzar la clase chicos..."Dije apresurada mientras me volteaba y comenzaba a escribir algo en el pizarrón. Al darme la vuelta  tan rápidamente, sentí como mi faldita se levanto coquetamente durante apenas una fracción de segundo, pero lo suficiente para mostrarle a los chicos el mejor show de su vida ( Una linda tanguita negra ). Sonreí mientras oía algunos murmullos de asombro a mi espalda. Que manera de recibir a mi joven amante, pensé. Mostrándole mis encantos enfrente de todos. No pude evitar reírme un poco ante la situación. "¿Si Michael?" Conteste sin voltear mientras seguía escribiendo algo en el pizarrón. "Solo quería decir, a nombre de la clase, que viene usted muy bonita hoy..." Dijo con picardía, mientras los chicos comenzaban a reírse de nervios por el comentario. Me voltee y vi a la clase fascinada con Michael, su nuevo héroe, el que se atrevía a piropear a su maestra frente a todos. Sonriendo conteste: "Muchas gracias, Michael... pero eso no te salvara de entregar la tarea.. a propósito ¿La tienes contigo?" "Eh... no.. es que me enfermé...y.. no la traje" Respondió rápidamente, sorprendido por el rumbo que la conversación había tomado. "¿No la hiciste? Sabes que es esencial para pasar el curso, Michael..." "Si la hice.. pero.. creo que la olvide..." Dijo ahora visiblemente nervioso. "Chicos, todos pasen a dejar su tarea a mi escritorio... y Michael, acércate, necesito decirte algo acerca de la tarea..." Los chicos se levantaron y en medio de un total desorden fueron pasando a mi escritorio a dejar sus trabajos. En medio de la confusión Michael se acerco a mi, y colocando mi mano en su hombro lo guié a una esquina del salón para decirle algo al oído: "No te preocupes... cuando termine la clase tengo algo pensado con lo cual podrás compensarme por lo de la tarea...." Dije con picardía en voz baja tratando de no parecer sospechosa. A Michael inmediatamente se le ilumino la cara, y no pudo ocultar una enorme sonrisa de satisfacción... y una visible erección en su pantalón.   "Perdón..." Alcanzó a decir Michael mientras volvía a su asiento, haciendo el mejor esfuerzo en ocultar la "súbita" alegría que le había dado mi comentario. Sonreí tiernamente y fui a sentarme en el borde del escritorio, mirando al grupo con una actitud retadora. "Bueno chicos, sigamos con la clase...." * 1 hora después * La clase estuvo muy divertida. Durante una hora estuve con los chicos haciendo preguntas, juegos de palabras y hasta les leí un poema. Fue tan entretenida que cuando sonó la campana del recreo, los chicos no salieron corriendo como suelen hacer sino que hasta se quedaron sentados unos segundos con una mirada de frustración. En fin, todo lo bueno tiene que terminar. Uno a uno fueron saliendo del salón mientras yo los despedía junto a la puerta. Voltee a ver a Michael y vi que seguía en su pupitre, mirándome de una forma encantadora. "Adiós señorita Alina.." Me dijo el último de los chicos en salir. "Adiós betito.. nos vemos mañana..." Conteste mientras cerraba la puerta con una expresión de travesura. Me di la vuelta y vi que Michael ya se había levantado de su lugar y estaba acercándose con una sonrisa bastante obvia. No se que cara puse, pero creo que mi expresión fue muy parecida a cuando un León ve una tierna oveja para el desayuno. "Ven...." Dije suavemente, y sin darle tiempo a reaccionar me pegue a su cuerpo y lo besé. "M..michael... ..mmm..." Dije entre gemidos mientras mis labios se aferraban a los suyos violentamente. Su lengua penetro de golpe en mi boca y comenzó a explorarla afanosamente milímetro a milímetro. Y sin darme tiempo a reaccionar sentí como sus manos se deslizaban por debajo de mi falda y sin tapujos comenzaban a apretar mis firmes nalgas con fuerza una y otra vez. "N..nena....te extrañe..mmm...." Alcanzo a decir jadeante Michael. "Yo...t..También...mfmm...mmm.."Conteste mientras lo besaba aun con más intensidad, apretándome contra su cuerpo de una forma ridículamente lujuriosa. "Q..quiero..que..." "Mfm..mfmmm...mfm....mm..."Gemí tiernamente.. "Maestra...y..yo quiero.. " "Mfm...mmmm....n-no digas nada Michael... y..ya se..lo que quieres..." "¿Y..ya sabe?" "Quieres....r...romperme el culo nuevamente...¿No es así..?" Dije sin rodeos. "S..si.. Maestra......" Dijo con una felicidad inmensa. "P..pero.. debes hacer algo antes.. Michael..." "L..lo que tu me..pidas, nena.." "Quiero montar tu cara..." Dije mientras lo miraba fijamente. Michael se quedo quieto durante unos segundos sin saber que decir. Era obvio que por su inexperiencia la idea de poner su boca en una concha le daba algo de temor, lo cual me parecía normal. Pero yo estaba convencida de que podría entrenarlo para ser mí maquina personal de sexo oral en esa misma sesión. "Nena..es que..yo no se.. nunca he hecho...eso.." Dijo finalmente Michael, poniéndose rojo de la vergüenza. "No me vas a decir que tienes miedo o asco ¿O si?" Dije mientras lo miraba a los ojos. "N..no... yo...es que.." "Mira... prueba, ¿Ok? y si te sientes mal por esto pues no pasa nada... “Dije con una voz tranquilizadora. "..Bueno.." Sonreí complacida al oír esto, y sin darle tiempo a nada caminé en dirección de la bodeguita donde guardaba mis útiles escolares. Era un espacio sumamente reducido de apenas unos 4 metros cuadrados que siempre estaba lleno de libros y cestos con juguetes, pero serviría para mis propósitos. "Ven, entra conmigo, tenemos unos 30 minutos antes de la próxima clase..." Le dije con coquetería, y Michael inmediatamente se metió en el cuartito conmigo y cerro la puerta. En ese momento nos quedamos completamente a oscuras. "Nena.. no hay luz en el cuarto..." Dijo Michael. "El foco no sirve desde hace meses, pero así es mejor..."Dije mientras juguetonamente me apretaba contra su cuerpo y lo besaba con ansias. "Nena...te amo... " "Yo también, Michael... mfmf.....mmm..... " Dije entre besos. "Pero ahora necesito pedirte que te acuestes en el piso, ¿ok? Mirando boca arriba..." "Y..yo..." "No tengas miedo..." "No, no es eso... yo.... bueno, lo haré..." Dijo resignado mi joven amante. Acto seguido se acomodo en el suelo y se quedo esperando lo peor. "No te veo... ¿Ya estas en el suelo?" Pregunte con picardía mientras me quitaba la tanga. "S..si...." "Ahi voy.. ¿Ok?" "Si maestra...." Me reí suavemente al ver como me volvía a llamar "Maestra" en estas circunstancias tan especiales. Con mucho cuidado fui tocando el piso a ciegas y no tarde en encontrar la posición en la que estaba Michael. Lentamente me arrodille sobre su cabeza, dejando mi lindo osito apenas unos centímetros arriba de su cara pero sin hacer contacto. "Ya estoy lista Michael, no tengas miedo.. ¿Va?" Dije mientras le acariciaba el cabello. "S..si... “Contesto visiblemente nervioso. Y entonces sucedió.... Poco a poco fui bajando mi cuerpo hasta que sentí como mi coño aterrizaba suavemente en la cara de mi inocente victima. Me mordí los labios con nervios esperando la reacción de Michael, ya que no cualquier hombre disfruta al darle sexo oral a una mujer. Incluso como sabia que le iba a pedir esto me había preparado minuciosamente para la ocasión. Para hacerle la experiencia más agradable me había depilado por completo a excepción de una delicada franja a lo largo de mi intimidad, para evitar algún problema por exceso de vello. Pero aun así, seguía esperando con nervios alguna reacción. "Mmm....mmmmm" Comenzó a gemir Michael mientras torpemente abría la boca y comenzaba a saborearme. "¿Te...gusta?" Pregunte coquetamente. "...S..si... .. nena...mmmmm.." Dijo tomando más confianza, pasando su lengua por todas partes. "Uf.... " Dije aliviada. Coloqué mis manos en su cabeza y comencé a moverme sugestivamente de atrás para adelante, frotando vigorosamente mi panochita a lo largo de todo su rostro tratando de que mi clítoris tocara su nariz. Entonces repetia el proceso nuevamente. "¿T...te gusta...así, Michael?" Pregunte nuevamente, respirando agitada. "M.f....si....s..si, Maestra..." Contesto con apuros. Poco a poco lo iba haciendo mejor, y note que ahora con voracidad comenzaba a chupar y lamer el interior de mi vagina. "Así... así.... méteme la lengua, Michael... así... uff... chupame los labios.. uff.. así..."Dije tiernamente, calentándome cada vez mas. Sonreí complacida, dándome cuenta que Michael estaba resultado ser toda una maquina de sexo oral. A pesar de sus torpezas iniciales el chico realmente se esmeraba en darme todo el placer posible. Su lengua no se detenía ante nada y exploraba cada milímetro de mi vagina con una voracidad indescriptible. Arquee la espalda como gatita al sentir sus labios besabando y mordíendo agresivamente mi clítoris en cada oportunidad. En definitiva, esto me tenía al borde del éxtasis. "A..ahh... mmm...así.... mas fuerte... así..."Gemí tiernamente mientras continuaba frotándome descaradamente contra su cara. Entonces se me ocurrió cubrir por completo su cabeza con mi falda, y lo dejé atrapado ahí. "Q..ue...rico, Maestra..mfmf..." Respondió entre mis piernas, claramente feliz. El olor de mi sexo en el aire era ya muy evidente y me encantaba. Pensé con coquetería que ahora que Michael estaba atrapado entre mis piernas seria mucho mas intenso para el y me reí un poco. ¿Le gustaría eso? Que importa, pense. Estaba disfrutando como nunca montar su cara. "M..michael.....¿T..tienes ya la cara mojada...?" Pregunte en voz baja. "Mmm...mmf... E..empapada..Maestra Alina..."Respondió por debajo de mi falda mientras chupaba mi clítoris. "¿M..michael..?" "¿S..si maestra..?" "S..sabes... si quieres.. .me podrías meter un dedo por detrás." Dije con picardía. "Uf...mm...."Gimió Michael por debajo de mi falda. En menos de un segundo ya tenía yo un dedo en el culo moviéndose vigorosamente. "Ahh...mmm...si, así... por...el culo... méteme el dedo, Michael... ya casi me... vengo..." Gemí en respuesta, acelerando aun más el movimiento de mis caderas. "N..nena...t..te amo...mfmm..." Cerré los ojos y trate de concentrarme en tener mi orgasmo. Sin darme cuenta apreté con mis manos la cabeza de Michael de una forma muy agresiva jalándole el pelo, pero el no protestó. Seguramente estaba más ocupado en otros "Asuntos". Me reí tontamente ante la idea. Respire agitadamente mientras mis caderas se movían con una energía que hasta me asustaba. Oía soniditos húmedos por debajo de mi falda mientras mi deliciosa concha se frotaba despiadadamente contra la cara de mi pobre victima. Ya casi...ya casi, pensé. Y de repente mi mundo se conmocionó brutalmente, ya que sentí un orgasmo colosal. "¡AAAAAAAAAAAHhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!" Grite mientras todos los músculos de mi cuerpo de tensaban al mismo tiempo. Sentí como mi vagina se humedecía aun mas e instintivamente dejé de moverme y la coloque justo en la boca abierta de Michael. "¡Mfm...mmmm" Gemía el por debajo de mi falda apretándose contra mi coño con hambre, devorando todos los jugos que generosamente salian de mi. Mientras dulces ragafas de calor recorrian todo mi cuerpecito solo pude quedarme quieta disfrutando de la situación. Durante unos segundos que se me hicieron eternos solo pude apretar y relajar mis piernas, temblando ligeramente por el esfuerzo. "Uf... uf...." Dije finalmente "Q..que rico....." Michael no dijo nada y siguió comiéndome con desesperación. Yo me podría haber quedado así por un rato mas, pero sabía que el también merecía tener un orgasmo como el mío. Tiernamente le dije: "Es hora de que me rompas el culo, Michael... pero tienes que apresurarte porque solo quedan 5 minutos..." "¿5 minutos? ¿A poco estuvimos aquí 25 minutos?" Respondió con incredulidad. "Si... llevas 25 minutos comiéndome la concha..." Dije entre risitas. "Fueron los mejores 25 minutos de mi vida, nena... uff... es una experiencia.. deliciosa... tu sabor es increíble..." Dijo Michael entre risas. En eso me acordé que aun estaba sentada sobre su cara y que nos quedaba poco tiempo. "¡Michael, nos quedan 4 minutos...!" Dije apurada. Rápidamente me levante y me puse en 4."¡Ven, móntame rápido, queda poco tiempo...!"