Spyro Se Pone Duro -Escrito por grrside- CAPÍTULO 1 Un rebaño de inofensivas ovejas pastaban por el verde prado, totalmente inconscientes del inmenso peligro en el que se encontraban, pues entre unos arbustos cercanos unos ojos fieros las observaban con un hambre insaciable. La bestia mitológica sonrió maliciosamente, lo único que le gustaba más que devorar una presa fácil era juguetear con una presa llena de pavor. Así que la bestia se mantuvo bien escondida hasta que las inocentes criaturas estuvieran al alcance de sus garras... "Bee." "Beeeeeee." "Bee." Se acercaban... ¡Era su oportunidad! Con un gran impulso, el dragón abandonó su escondite y se impuso ante el rebaño con un sonoro... "¡¡¡¡GRRRRRRRRRRRROOOAR!!!!" "Bee." "Beeeeeee." "Bee." ¿Pero qué demonios? ¿Por qué ni siquiera se inmutaban? ¿Quizá no le habrían oído bien? "¡¡¡¡¡¡GROOOOOOOAAAAAAAAAAAAAAARRRRR!!!!!!" "...Bee." Las ovejas dieron media vuelta y se marcharon. Pero no huían desfavorecidas, más bien se marchaban con un aire de autosuficiencia bastante pedante. "¡Hacedme caso, montón de pelusas con patas!" Dijo el diminuto dragón violeta con su aguda voz. "¡Volved aquí, que estoy hambriento!" Las ovejas parecían más molestas por la insolencia que mostraba el dragón que por sus patéticos intentos de asustarlas. "Vosotras lo habéis querido..." El dragón púrpura tomó algo de carrerilla y embistió en la dirección de las ovejas. "¡Seguro que no sois tan coquetas cuando os chamusque el trasero!" Dijo segundos antes de exhalar un mortífero aliento de fuego de un tamaño tres veces más grande que él. "¡BEEEEEE! ¡BEEEEEE!..." En menos de un segundo, el rebaño entero se había reducido a cenizas. "¡Je je je, eso os pasa por meteros con el orgullo de un dragón!... ¿¡Uh?! Espera un momento..." Para sorpresa de la pequeña bestia mitológica, los restos chamuscados de las ovejas se desintegraron y lo único que quedó fueron mariposas de colores alegres. Estos preciosos insectos revolotearon alrededor del estupefacto dragón durante unos instantes... Hasta que apareció un enjambre de libélulas hambrientas y devoraron todas y cada una de ellas. "¡Pero será posible...! ¡El que quería comerse a las ovejas era yo, libélulas ladronas!" Maldijo el minúsculo dragoncito. Una de las libélulas se posó en la nariz del dragón e hizo un gracioso sonido con su lengua, mofándose. El dragón quiso chamuscarla, pero la libélula resultó ser demasiado ágil y lo único que consiguió la joven criatura fue llenarse sus propios ojos de ceniza. Mientras el joven dragón violeta se aclaraba la vista con sus patas un enorme y musculoso dragón rojo apareció a sus espaldas. "¡Eh, Spyro! Deja de juguetear con los animalitos, ¡que estamos a punto de empezar!" "¡No estaba "jugando con los animalitos", Delbin! ¡Quería cazar el almuerzo!... ¿Empezar el qué?" "No me digas que te has olvidado..." El gigantesco dragón rojo era de un tamaño mediano, pero desde la perspectiva de Spyro, que con sus treinta años aún se veía bajito y algo regordete, los otros dragones adultos siempre se veían grandes y fuertes. Pudiera ser que por eso Spyro aún no había logrado intimar con ninguna dragona. ¿A los treinta aún se puede dar algún estirón más, no? ¡Oh, cómo quisiera el pequeño dragón púrpura ser así de grande...! "Spyro, ¿estás escuchando?" "Sí, sí, claro..." Dijo Spyro saliendo de su ensoñación. "Te lo repetiré de todos modos... La entrevista comienza en cinco minutos. Tú, Astor y yo representaremos a todo los habitantes del mundo de Artesanos en directo, así que más te vale no meter ninguna de tus patas dónde no debes..." "Claro que no meteré la pata... Por cierto... Esto... ¿Cuál era mi frase?" Delbin soltó una sonora carcajada. "¡No tienes frase! Simplemente te quedas al lado de Astor poniendo esa cara de dragón tan cuqui que tienes para darle un toque familiar a la entrevista, ya sabes como es la televisión..." "Entiendo, entonces mi trabajo consiste en manipular a las masas... ¡Me gusta!" Pero una vez comenzó la entrevista, Spyro se dió cuenta de que no le gustaba en absoluto. La parte de Astor solo iba a durar dos minutos, pero ya llevaba unos doce. El joven dragón púrpura estaba harto de su papel. Doce minutos sonriendo a la cámara como un idiota mientras el viejo dragón gris daba su opinión sobre la crisis económica. "Si, si, es cierto que ha habido algo de recesión en la producción de gemas pero en el último cuatrimestre hemos producido 120 millones de ellas... ¿o eran 120 mil? Siempre me lío con estas nuevas divisas. En los tiempos de los zafiros, 20 zafiros te daban para ir al cine. ¡Y si ibas los miércoles, el día del espectador, luego te llegaba para una cena ligera! ¿O eran los jueves? En mis tiempos estoy seguro que eran los miércoles ya que los miércoles también ponían esa serie de dragones policía que tanto me gustaba por aquella época, pero ahora creo que los han cambiado de día. O a lo mejor siguen siendo los miércoles, también sería una posibilidad... Hablo del día del espectador, por supuesto. Es imposible que me refiriera a la serie de dragones policía ya que la cancelaron hace décadas, aunque he oído que están preparando un remake, o como se diga, adaptado para la gran pantalla pero esos nuevos actores no me convencen, no les llegan ni a las zarpas de los actores originales. Hablando del cine, los precios de las entradas en gemas son abusivos. En los tiempos de los zafiros..." Uno de los productores advirtió a la directora del programa. "¿No deberíamos decirle que se centre en el tema del día? Nos vamos a salir del horario..." Pero la directora estaba disfrutando de lo lindo. "¿Bromeas? Estamos petándolo en el share, a la audiencia de la tercera edad le encantan estas reminiscencias nostálgicas. Vamos a extenderlo un poco más, y que divague aún más si cabe." Ya llevaban más de veinte minutos con la sección de Astor, y a Spyro le empezaban a doler los músculos de la cara con tanto sonreír... Y ahora también tenía otro problema del que hacerse cargo. "(Si hubiera sabido que no iba tener ninguna frase, esta mañana no habría bebido tanta agua fresca para aclararme la garganta...)" El joven dragón púrpura empezaba a sudar, su sonrisa empezaba a tornarse en una muesca nerviosa, y sus patas traseras bailaban con desesperación. "¡Pssst! ¡Spyro, no te muevas tanto!" Le susurró Delbin desde fuera del plano. Spyro recobró su postura e intentó quedarse lo más quieto posible como una estatua, y lo consiguió... por un momento. Pero esa postura no era muy adecuada para reprimir sus ganas de ir al baño lo antes posible y para el horror del dragón, notó que con tanta presión en sus partes bajas su pene empezaba a sobresalir de su cloaca de dragón, una reacción completamente natural en los dragones macho cuando están desesperados por hacer un tiempo muerto detrás de algunos matorrales. "(¡Si esto sigue así, mi erección se retransmitirá en directo por la tele nacional! ¡Seré el hazmerreír del Mundo de los Dragones!)" Spyro hizo todo lo posible por resistir y, al fin, la sección de Astor parecía estar a punto de acabar. "Muy bien, ahora hablaremos con el señor Delbin, con el que discutiremos sobre uno de los personajes que más polémica ha estado generando los últimos meses, Gnasty Gnorc..." Dijo el conductor del programa. "¡Pero aún no he acabado de contar mi anécdota, iba por la mejor parte!" Protestó el viejo. "No, no, creo que ya hemos oído suficiente por tu parte..." Dijo Delbin arrebatándole el micrófono a Astor. "¡Pero, aún no he contado lo de aquella vez que estuve en el Mundo de las Hadas en mis años mozos y me encontré con aquellas hermanas gemelas que tenían más sangre de ninfa que de hada...!" Protestaba Astor mientras lo llevaban a rastras fuera del plano. "No, creo que es más importante hablar sobre ese embustero de Gnasty Gnorc..." Dijo Delbin con aire de suficiencia. Las cámaras le enfocaron en primer plano. "Y es más, creo que hay algo que le deberían de haber dicho a ese feo orco hace bastante tiempo..." "(¡Por fin acabó la sección de Astor! ¡Mi oportunidad para una meada rápida en el estanque!)" Pensó Spyro aliviado. "Perdonad chicos, pero ¡parece que tengo cosas que hacer!" Se despidió el dragoncito púrpura saliendo por patas en cuanto estuvo fuera del alcance de las cámaras. //////////////////////////////////////////////// CAPÍTULO 2 Mientras tanto, en el Mundo de los Orcos... "Esto es un comunicado para todos los empleados de Gnasty Toys Inc. Reúnanse en la sala de conferencias para una presentación extraordinaria por parte de Gnasty Gnorc, nuestro compasivo presidente ejecutivo. Y también nuestro tiránico líder e indiscutiblemente el individuo más poderoso de todo el Mundo de los Orcos, pero eso ya es de traca." Hoy era un día decisivo para Gnasty Gnorc. Este gigantesco orco había tenido algunos problemas con las autoridades en el pasado, como aquella vez que le pillaron vestido con solo la parte superior de una armadura y casco de bárbaro portando una maza con clavos con las que amenazó a un par de dragones borrachos. Después de aquella polémica le fue revocado el pasaporte para viajar entre mundos, prácticamente desterrándolo al Mundo de los Orcos. Pero eso iba a cambiar dentro de poco. Gracias a sus sabias inversiones en la bolsa de gemas se había apoderado de todas las principales fábricas de juguetes de la nación, en resumidas cuentas monopolizando todo el mercado en todo el Mundo de los Orcos, ya que a los orcos no se les da bien fabricar nada que use un niño mayor de siete años. Pero Gnasty Toys Inc. iba a ir más allá, junto a su nueva línea de productos que lanzaría hoy anunciaría su expansión a nuevos mercados en mundos extranjeros, históricamente convirtiéndose en la primera empresa multimundial nacida en el Mundo de los Orcos. Y una de las ventajas de ser el presidente ejecutivo de una multimundial es que puedes viajar entre mundos sin pasaporte, mira tú por dónde. Por eso el día de hoy era decisivo no sólo para los inversores de su compañía, sino para los fines personales de este orco amante del turismo en mundos lejanos. "Desde el inicio de los tiempos," comenzaba el discurso de Gnasty Gnorc, vestido con un traje de chaqueta negro muy elegante "todos los seres mágicos se han hecho la misma incontestable pregunta..." Gnasty pulsó un botón y una diapositiva con las palabras "¿En qué demonios gasto mi paga semanal?" escritas bien en grande apareció a sus espaldas. "Pero os aseguro que después de esta presentación, está pregunta se pulverizará por completo." Las palabras digitales literalmente se pulverizaron cuando Gnasty dijo esto. "Y será reemplazada por una algo ligeramente distinta..." Y la siguiente frase que apareció dejó a la audiencia boquiabierta. "¿En qué demonios TRANSFORMO mi paga semanal?" Una ola de murmullos se levantó entre el público. "¡Eso no puede ser!" "¿Estará mal escrito, no?" "Será una frase figurada de esas raras que no significan lo que realmente dicen... Creo..." Gnasty sonrió ante la mente tan cerrada de sus compatriotas orcos. "Dejadme que os lo demuestre." Gnasty sacó una gema del bolsillo de su chaqueta. "¡Guau! ¡Podría comprarme un filete de oveja asada en el mercado con eso!" Dijo uno de los orcos más hambrientos del público. El presidente de la exitosa compañía se rió. "¿Por qué conformarse con un simple filete del súper, cuando puedes tener la oveja más fresca y jugosa aquí mismo gracias a esta gema?" "¡Eso sería imposible!" Dijo uno de los más incrédulos. "¡Las ovejas son importadas del Mundo de los Dragones! Con las aduanas es imposible comprar una oveja entera con sólo una gema!" Y entonces es cuando empezó el espectáculo. Un pequeño orco, uno de los sirvientes de Gnasty Gnorc, entregó una gigantesca varita dorada a su amo. En un extremo de esta varita había un pequeño interruptor con dos posiciones. Gnasty Gnorc la puso en la posición superior y apuntó el extremo de la varita a la gema. En sólo unos segundos brotaron de la gema cuatro patas negras y una cabeza. La textura de la gema cambió de color hasta convertirse en una lana suave y de buenísima calidad. "Bee." Dijo la cabra que Gnasty Gnorc tenía en su mano. "¡Increíble!" "¡No lo puedo creer!" "Beeeeee-" *ÑAM* Gnasty Gnorc se la zampó de un bocado. "Mmm... Es la oveja más fresca y sabrosa que he comido en mi vida." El público silbaba y vitoreaba. Gnasty Gnorc los tenía en el bote. "Nuestra nueva línea de productos manufacturados con gemas se pondrá a la venta muy pronto en este mundo... ¡Y en muchos más! ¡Me complace anunciar la expansión intermundial de Gnasty Toys Inc.! Nuestra nueva campaña publicitaria se emitirá en tan sólo unos instantes en las principales cadenas de televisión..." Gnasty usó su mando para cambiar la gigantesca pantalla a su modalidad de televisión. Pero aunque el orco estaba seguro de que lo había calculado a la perfección, en el canal del Mundo de los Dragones aún estaban emitiendo un aburrido programa de la voz del pueblo en el que un dragón algo senil estaba siendo arrastrado mientras decía no sé qué sobre lo putas que son las del Mundo de las Hadas. "Perdonen los problemillas técnicos, esto no es lo que se debería estar emitiendo..." Intentaba aclarar Gnasty Gnorc. ("Maldita televisión nacional, ¡¿por qué nunca se ajustan a sus propios horarios?!") Mientras Gnasty Gnorc intentaba calmar a su ruidoso público en el monitor a sus espaldas un dragón de piel rojiza y bastante en forma se mostró en primer plano. "[Y es más...]" Decía el dragón en pantalla grande y con sonido envolvente. "[Creo que hay algo que le deberían de haber dicho a ese feo orco hace bastante tiempo...]" Los orcos se desternillaron de risa y muchos expulsaron algún que otro gas. Gnasty Gnorc estaba boquiabierto. "¿¡Feo?!" "[...Gnasty Gnorc, ese asqueroso y maloliente ser que no para de aparecer en las noticias como si fuera alguien importante cuando en realidad por culpa de su poca inteligencia está desterrado en el Mundo de los Orcos así que para nosotros los dragones no es ningún problema en absoluto...]" "¡¿Poca inteligencia?!" Exclamaba el orco mientras sus congéneres se reían a su costa. "[¿Y qué me dice sobre ese rumor de que planea convertir las gemas en soldados para dominar el resto de los mundos?"] preguntaba un entrevistador. "[¡Ja! Rumores sin fundamento. Ese apestoso orco no sabría ni convertir las gemas en polvo...]" "¡¿Apestoso?!" Gnasty Gnorc no podía hacer nada que no fuera repetir estupefacto cada insulto que el dragón le lanzaba, lo que solo hacía la situación más divertida para los asistentes de la conferencia de prensa. "[…Y si es un orco supuestamente tan grande y poderoso, ¿por qué tiene que recurrir a una afeminada varita mágica para realizar sus caprichos? Algo me dice que en realidad es una simple nenaza. Seguro que está sobrecompensando por su p-]" "¡YA HE TENIDO BASTANTE!" Gritó el orco con ojos llenos de ira. Gnasty Gnorc exclamó un primitivo rugido como declaración de guerra y con sus fuertes puños rasgó su caro traje de diseño en pedazos, desvelando al público que bajo su ropa siempre llevaba su armadura de guerrero bárbaro favorita en su torso. Los orcos se unieron a su líder en sus rugidos de guerra, deseosos de volver a la acción después de tantos años trabajando en una aburrida fábrica. "¡Yo te demostraré quién es la nenaza!" Cegado por su ira, Gnasty Gnorc olvidó todos sus planes de llevar una vida honesta, en su mente solo quería vengarse de todo el Mundo de los Dragones de la forma más cruel posible. Gnasty Gnorc posó su fiera mirada en la varita con la que acababa de transmutar una gema en un ser vivo y recordó que invirtiendo la posición de su interruptor podía realizar el proceso inverso... "¡Escuchadme bien, dragones! ¡Os habéis metido con el orco equivocado! ¡Lo lamentareis durante toda la eternidad! ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA...!" El orco estaba tan furioso que usó hasta la última gota de magia que corría por el interior de su cuerpo para llevar a cabo el hechizo (que era ínfima, pero afortunadamente la varita que sostenía en sus manos con tanta fuerza había sido recargada con mucha magia poco antes de la presentación), una gran explosión verde atravesando el techo del edificio y surcando los cielos de infinidad de mundos... … … … "[Y eso es todo lo que quería decir. Muchísimas gracias por concederme esta entrevista, adoro vuestro programa.]" Gnasty Gnorc estaba perplejo, estaba seguro que el hechizo había llegado hasta el Mundo de los Dragones, pero su canal de televisión seguía emitiendo en directo como si nada. "No lo entiendo. ¿Qué se suponía que debía pasar?" Dijo uno de los orcos del público. "La verdad es que me ha cortado un poco el rollo... ¿Y quién va a arreglar el tejado?" //////////////////////////////////////////////// CAPÍTULO 3 El agua cristalina del estanque estaba a rebosar, justo como la torturada vejiga del pequeño dragón púrpura. Spyro no podía aguantar ni un segundo más pero aún así aseguró el perímetro. Desde esta distancia aún podía escuchar a un cabreado Delbin dando su pequeño discurso ante las cámaras, pero con los árboles y matorrales que rodeaban el estanque era imposible que alguien pudiera verle haciéndose cargo de sus necesidades. El pobre Spyro apenas podía mantener sus patas traseras bien quietas mientras buscaba una buena posición y temía resbalarse en el estanque y morir ahogado. El agua del estanque era poco profunda y apenas había corriente pero Spyro era un nefasto nadador. Aprender a nadar lleva años y años de práctica, no es algo por lo que puedas simplemente pagarle un puñado de gemas a algún oso ricachón para que te enseñe a bucear en menos de un minuto. El dragón se sentó en la fría tierra blanda colocando su panza escamada por delante, su cola casi rozando el agua del estanque y, después de dar un par de miradas nerviosas alrededor suyo, hurgó con ayuda de su zarpa derecha el orificio de su entrepierna hasta liberar su pene de dragón. Spyro sintió una ligera brisa pasar por su órgano de color rojo intenso y un pequeño escalofrío le recorrió el cuerpo. A los dragones macho, especialmente cuando son jóvenes y aún no han descubierto el placer sexual que les puede proporcionar su aparato reproductor, no están para nada acostumbrados a ir por ahí con el pene a la intemperie. La mayoría de los dragones van por ahí sin llevar puesta ninguna prenda de ropa salvo algún accesorio decorativo pero por supuesto nunca se preocupan por no llevar pantalones ya que sus cuerpos de reptil mantienen sus órganos privados con todo y huevos a buen recaudo. Si Spyro hubiera nacido como otro orco más en el Mundo de los Orcos, a su edad sus congéneres ya le habrían visto el pene en más de una ocasión ya que a los orcos les encanta bromear sobre sus genitales cuando se bañaban en los baños de barro públicos. Pero era obvio que Spyro era un dragón y los dragones no se sacan el pene así como así. Pero llegados a cierto punto para los dragones adultos empieza a estar mal visto que sigan meando con el pene recogido. "(Joder, si que tengo ganas de mear...)" Pensó Spyro mientras inspeccionaba su palpitante erección. "(...No sé muy bien por qué tengo tantas erecciones espontáneas, así tan dura solo me complica más la vida a la hora de apuntar. Espero no mearme fuera del estanque...)" El joven dragón posó un solo dedo sobre su pene para que la punta mirara directamente al estanque y, al fin, relajó su entrepierna y soltó su inmenso chorro dorado. "Oooooh, qué alivio..." No pudo evitar exclamar en voz alta el joven dragón. El dragón vaciaba su vejiga con tal satisfacción que todo su cuerpo entró en un estado de calma absoluta. Spyro alzó la cabeza al cielo cerrando sus párpados y clavó sus patas delanteras en la tierra por detrás de su torso, dejando que su entrepierna se hiciera cargo de dirigir el interminable chorro de orina. Era una sensación casi mágica. En ese momento no existía ninguno de los mundos, sólo él, el estanque y su grandiosa meada. Spyro deseó que este momento no terminara nunca... "[¡Escuchadme bien, dragones! ¡Os habéis metido con el orco equivocado! ¡Lo lamentareis durante toda la eternidad! ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA...!]" ¿Qué era eso? Sonaba como una voz muy distante pero también tan cercana que parecía ser transmitida directamente a la mente de Spyro. El dragón abrió sus párpados ligeramente. Veía el cielo azul... Y un gran fogonazo verde dirigiéndose hacia él a toda velocidad. "(¿Pero...qué es esa cosa...?)" La inmensa luz impactó contra Spyro, no le había dado tiempo de abrir los párpados por completo ni de terminar de vaciar su vejiga. Todo lo que Spyro pudo ver fue una cegadora explosión de luz envolviéndolo todo pero justo cuando el haz de luz estaba comenzando a disiparse la risa malvada se volvió muy clara en la mente de Spyro y pudo vislumbrar una visión, una imagen momentánea tal fotograma subliminal en la que podía ver a Gnasty Gnorc, el tiránico líder del Mundo de los Orcos sosteniendo una varita lanzando una poderosa maldición sobre toda su tierra natal. "(¡Oh no! ¡Gnasty Gnorc trama algo contra el Mundo de los Dragones! ¡Tengo que avisar a todo el mundo!)" El dragón tenía que ponerse en marcha cuanto antes, avisar a Deblin, a Astor y al resto de... "…" Algo no marchaba bien. De repente ya no había rastro del haz de luz ni de la risa malévola. Spyro solo veía el estanque fluir con normalidad y un par de pájaros sobrevolando el cielo. Todo estaba muy silencioso y tranquilo. Pero era una calma desconcertante, como cuando alguien está sobre el ojo de un huracán justo antes de darse cuenta de que estaba atrapado en una mortal tormenta. Era realmente inquietante. "…" Spyro estaba realmente atemorizado, su cuerpo totalmente rígido por el miedo. "…" A decir verdad, la situación no era tan inquietante como para quedarse inmovilizado por el miedo, pero el joven dragón de veras se sentía rígido e incapaz de mover un dedo. Entonces Spyro vio algo extraño en el estanque, brillaba con un resplandor verde y tenía una forma geométrica bastante familiar. "(¡Una gema! ¡La quiero!)" Spyro quiso agarrarla, pero sus brazos no respondían, seguían anclados en la tierra. Es más, cuando intentó levantarse del sitio las patas traseras del dragón púrpura tampoco reaccionaban. No podía mover ni un solo músculo, incluso terminar de abrir los párpados del todo parecía una tarea titánica. Ahora Spyro sí que estaba asustado de verdad. Por suerte aún podía mover sus pupilas lentamente, pero el dragón deseó que nunca lo hubiera podido hacer, ya que cuando bajó su mirada vio que la gema no estaba suelta, sino que era parte de una gema mucho más grande. Esa "gema" tan sólo era la punta. Bajando aún más su mirada Spyro se atemorizó de ver que era la representación perfecta de una cola de dragón, y estaba conectada a un torso, y el torso estaba conectado por un cuello a su propia línea de visión. Un grito de terror absoluto quiso salir de la boca del joven dragón. Pero lo que salió simplemente fue... "…" ...absolutamente nada. //////////////////////////////////////////////// CAPÍTULO 4 En la orilla del estanque posaba una magnífica escultura de un joven dragón pequeño e inocente realizada a partir de una gran gema verde. Era una representación bastante hermosa y detallada. La expresión de esta figura rebosaba una felicidad radiante, mirando hacia arriba, su boca ligeramente abierta en una mueca que irradiaba satisfacción. Sus pectorales estaban bien hinchados, como si estuviera dando un gran suspiro de alivio y placer. Sus patas delanteras tras de sí inclinando todo su torso hacia delante, ofreciendo toda su entrepierna a cualquier espectador que lo viera por delante, tentándole con la única parte de su cuerpo que no era de color verde, pues su inmensa erección había sido tallada no a partir de gema verde, sino con un valioso rubí de color rojo intenso y brillante. Cualquiera que tuviera la suerte de ver esta bella estatua pensaría que se trata de una escultura artística sobre el despertar sexual de un joven dragón. A nadie se le ocurriría que esta figura de tanto valor monetario solía ser un dragón inexperimentado y virgen que había tenido la desgracia de haber sido víctima del efecto de una poderosa maldición que casualmente le impactó mientras meaba. "…" La escultura observaba en silencio sus alrededores. Lo único que podía hacer ahora era mover sus pupilas a una velocidad imperceptible e intentar pensar en la razón por la que había sufrido este aciago destino. Después de todo, iba a tener mucho tiempo para pensar en ello. La maldición del orco no dejaba al pobre dragón ni mover la punta del dedo del pie pero era un hechizo tan sádico que le otorgó al dragón el poder de seguir sintiendo todo lo que ocurría a su alrededor. Es más, incluso la más ligera brisa se sentía como unos dedos expertos tocando su cuerpo desnudo. El joven dragón no sabía si se debía a que el hechizo aumentaba su sensibilidad o si se trataba simplemente de una reacción natural al estar completamente quieto y atrapado en esta prisión cristalizada. Lo peor de todo es que aún tenía la vejiga medio llena, pero por mucho que el dragón intentara presionar, ni una sola gota de orina era capaz de salir a través de la punta de su erecto rubí. //////////////////////////////////////////////// CAPÍTULO 5 Una joven libélula de cuerpo amarillo y reluciente llamada Sparx estaba sobrevolando cerca de la orilla del estanque donde se encontraba una solitaria estatua de dragón cristalizada. Sparx era una libélula macho fuerte y enérgica. Se pasaba el día sacando músculo y de hecho era casi hora de sus 100 flexiones diarias después de su almuerzo de mariposas integrales. “Tío, ¿qué será esa cosa asomando al agua?” Preguntó Sparx amablemente al machote más fornido del lugar que, como no podía ser de otra forma, se trataba de él mismo. La atlética libélula se acercó al extraño ornamento. Parecía una escultura de un dragoncito posando desnudo pero no era de mármol o cobre sino de un cristal bastante brillante. Portaba una mueca permanente de intenso placer... Y un brillante rubí representando la punta de su polla. “Joder, ¿por qué los artistas están tan obsesionados con hacer estatuas tan obscenas? Parece un dragoncito pervertido de veinte años a punto de correrse en su propia boca durante una paja.” Spyro podía oír la voz de la diminuta pero musculosa libélula perfectamente. Astor le tenía terminantemente prohibido decir tacos como ‘paja’ o ‘correrse’. Pero si sus mejillas esculpidas a partir de gema verde pudieran sonrojarse lo hubieran hecho cuando la libélula estimó que la estatua representaba un dragón de apenas veinte años. Spyro se horrorizó con esa estimación. ¡Pobre del bajito y enclenque dragón de treinta años! Se sentía insultado pero lo que de veras le partió el alma fue que la libélula se creía que Spyro era una simple estatua sin vida. “(Cielos, por favor, Señor Libélula, ¡busque ayuda! ¡Estoy atrapado!)” Rezaba la conciencia de Spyro. "(¡Ayúdeme, no soy una estatua fea, soy un dragón de verdad!)" La libélula se acercó a la cara de la criatura inmóvil. Parecía sorprendida. "No puede ser..." Fue entonces cuando Spyro recordó una enseñanza del viejo Astor. Los dragones y las libélulas estaban conectadas de manera sobrenatural. Las libélulas eran las encargadas de cuidar del bienestar de los dragones, e incluso recibirían daño en su lugar si eso significaba salvar la vida de su compañero dragón. ¿Podría ser que esta libélula se sintiera atraída por las súplicas de Spyro? ¿Quizá haya una especie de conexión mental entre ellos, y esto permita a Spyro pedir ayuda...? “Tío, pero mira que no puede ser tan fea esta estatua. Pero me encanta como su superficie refleja mis pectorales. ¡Podría mirar mi propio reflejo en ella todo el día!” ...Vale, quizá no. El pequeño insecto se posó en la barriga del dragón y empezó con su rutina de ejercicios. Primero hizo cien flexiones en la barriga, luego trepó por la mueca de satisfacción del dragón y realizó cincuenta sentadillas sobre su hocico. “Oh, dios mío. Puedo oler el trasero del Señor Libélula... Está justo encima de mi hocico...)” Más que eso, las gotas de sudor que desprendían los abultados glúteos estaban en ese momento deslizándose por las fosas nasales del dragón. Spyro tenía muchas ganas de estornudar pero la maldición le había privado de esa reacción natural del cuerpo. Como desearía Spyro espantar esta apestosa libélula de encima de un rápido zarpazo. ¡Cómo echaba de menos poder moverse, rascarse y en definitiva dejar de mantener la misma postura todo el rato! La brisa se tornó fuerte y una de las piedrecitas de la orilla se desprendió y cayó rodando al agua. Qué envidia. “¡Uff, esta estatua tan pesada será horripilante y dará mal rollo pero la robustez de sus pliegues de gordura lo hacen un circuito de ejercicios fenomenal!” Dijo la libélula bajando al ombligo del dragón de un salto, inspeccionando cada recoveco de su parque de atracciones particular. “(...¡¿Pliegues de gordura?! ¡N-no tengo michelines, solo tengo los huesos anchos!)” Sparx escaló fuera del ombligo y Spyro sentía muchas, demasiadas cosquillas. Era una tortura no poder reírse con tantas sensaciones recorriendo su cuerpo. La libélula deportista se vió a sí misma reflejada en un gigantesco rubí de color rojo intenso. “Oh, hola fortachón. Qué hace un macizorro como tú en un gimnasio draconiano tan indecoroso. ¿Te apetece practicar boxeo?” La libélula decía flexionando sus bíceps para su propio deleite. Acto seguido adoptó una pose de boxeo profesional y dió unos cuantos puñetazos al aire. “Oh, que fuerte y macho que te ves.” Spyro estaba algo sorprendido por la vanidad de la libélula. ¿Acaso así es cómo suele actuar la gente cuando cree que nadie mira? Ser una estatua estaba resultando ser cada vez más incómodo. “Me pregunto si este rubí servirá como saco de boxeo...” Sparx se preparó para darle un buen derechazo a la polla cristalizada de Spyro. “(¡E-espere, Señor Libélula! ¡Detente! ¡No me golpee ahí! ¡Duele mucho cuando me golpean ahí!)” “¡Aiyaaaaaaa!” Gritó la libélula al dar su gancho de derechas. Demasiado tarde, Sparx se había lanzado hacia el gigantesco saco de boxeo rojo en el que se había convertido el falo del dragón... *POM* “¡AAAAAAHH! ¡Mi pobre puño!” Sparx sacudió sus dedos doloridos. “¡Estúpido cristalito de rubí! Se supone que debiste quedar hecho trizas al ser golpeado, ¡pero estás duro como una roca!” La libélula dió un gran pisotón en los dos bultos que sobresalían del saco escrotal de Spyro en represalía. Ni que decir que Spyro estaba gritando internamente del más intenso dolor. Pero su cara de felicidad cristalizada no podía expresar sufrimiento ni soltar una sola lágrima. Por el lado bueno su “rubí” no se había roto en minúsculos pedazos como la libélula planeaba. Tanto presumir de músculo y prepotencia pero el insecto seguía siendo poca cosa. Entonces fue cuando se escucharon ruidos de pisadas acercándose. Eran pisadas de dos pares de pies descalzos, verdes y muy malolientes. “¡Mierda, que me pillan vandalizando las esculturas públicas! ¡Me las piro, vampiro!” Sparx salió volando por alas, dejando la estatua del dragón desnudo expuesto frente a las furtivas miradas de dos orcos grandes y peludos. //////////////////////////////////////////////// CAPÍTULO 6 No solo el aspecto de los dos orcos era repugnante, también exudaban un hedor espantoso. Cualquiera se hubiera tapado la nariz en la presencia de estos dos orcos pero la cara inmóvil de Spyro solo podía sonreír inocentemente invitando con su mirada lasciva a estos feos seres a deleitarse con la gema de rubí de su entrepierna. Gnasty Gnorc había enviado a todo su ejército a buscar la estatua del joven dragón por todo el Mundo de los Artesanos. De entre sus soldados mejor entrenados los que más destacaban eran un batallón de élite bautizado como "Los Siete Decapitadragones". Era un equipo tan despiadado, tan mortífero, tan sádico y tan selecto que sólo encontraron seis orcos lo suficientemente aptos. Pero como ya habían registrado el nombre y la empresa de merchandising tenía que vender siete figuras, aceptaron a regañadientes que se uniera Greg. "¡Tíooo, cómo brilla la estatua de dragón! Jejeje, es como un espejo verde esmeralda." Los ojos bizcos de Greg se reflejaron en la mejilla de Spyro. "¡Oh! Jijijiji, ¡su pollita es un rubí pequeñito!" "(¿Pequeñito?)" Spyro se sintió muy ofendido detrás de su inmutable mueca de felicidad. El dragón sabía que estos secuaces de Gnasty Gnorc no traían nada bueno entre sus verdes y grasientas manos. En circunstancias normales Spyro adoptaría una pose de combate pero siendo estatua cambiar de pose era cosa del pasado. "¡Kyle, Kyle! ¡Mira!" Dijo Greg a su compañero dando brincos como un crío con un juguete nuevo. La barriga de Greg se sobresalía bastante de su armadura, de hecho a simple vista era difícil saber si la armadura realmente protegía su imponente barriga o más bien la armadura era una funda para esconder su más mortífera arma. Un barrigazo de Greg podría dejar K.O. a cualquier dragón. "¡Te he dicho mil veces que no me llamo Kyle! Es Killdragon. Los dragones excretan todas sus heces por sus apestosos anos cuando oyen que Zarc Killdragon está cerca." Dijo el orco cuyos músculos estaban protegidos por una armadura 100% fabricada por genuina piel de dragón. Greg ladeó la cabeza. "Creía que esa era la habilidad especial de Rox Laxative..." "Sí, pero en mi caso lo hacen por miedo de que les corte la cabeza con mi hacha." "¡Ohh!" Killdragon se acercó a la estatua del dragón y la examinó de cerca. "Mmmm... Estatua verde esmeralda retratando a un dragón escuálido a punto de tener un orgasmo con su subdesarrollado pene de rubí... Es justo como nos lo describió Gnasty Gnorc. Sin lugar a dudas se trata de nuestro objetivo." Killdragon sentía que su fuerza estaba siendo desperdiciada en una simple misión de recolecta de una estatua. Pero Gnasty Gnorc había insistido en que esta estatua era clave para su conquista de Artesanos. "Pues a mí me parece una escultura bastante vulgar y corriente... Greg, deja de hacer eso." "Jejeje." Greg deslizó su dedo por la superficie específica de la estatua que representaba con todo lujo de detalles el ano expuesto de Spyro. Greg miró directamente a los ojos del inmóvil dragón. "¿Por aquí es por dónde haces popó? ¿Sí, verdad?" Dijo el orco jugando con el dragón inocentemente. "(¡N-no, no me toques ahí!)" Spyro sintió muchas cosquillas en su lugar más íntimo. Tenía la necesidad de apretar bien cerrado su culo para protegerse pero eso era demasiado pedir. "¡Greg! Tenemos que llevar esta estatua al mismísimo jefe de todos los orcos. ¡No es un juguete!" "Awww..." Killdragon estaba seguro de que Greg se volvía más tonto cada día. ¡Jugar con una estatua inanimada, con la forma de un dragón de todas las cosas vulgares que podría ser! Menudo tontaina. Los orcos montaron la estatua en una carreta. Spyro no podría estar más atemorizado. Desde el momento en el que se transformó en estatua sólo deseaba poder moverse. Pero ser movido por dos orcos apestosos, sentir sus manos verdes manoseando todo su cuerpo al subirlo a la carreta, llevarlo directo hacia la guarida del orco más malvado del mundo... Esto no era en absoluto lo que él quería. Una cuerda fue lo que bastó para atar la carreta a un toro de carga. Spyro temía que el trayecto hacia el Mundo de los Orcos iba a ser arduo, y lo fue. Durante todo el camino la pobre estatua pensaba que se caería de la temblorosa carreta y se haría añicos al estrellarse contra el suelo. Y esto iba para rato, porque incluso atajando por todos los portales que encontraban, al anochecer aún no se encontraban ni a medio camino. "Tengo sueño Kyle... Mis piernas no dan para más..." El obeso cuerpo de Greg estaba sudoroso y se tambaleaba con cada paso. "¡Mmf! Está bien, acamparemos por hoy." Spyro solo pudo mirar con envidia cómo los orcos asaban carne en la hoguera. Por alguna afortunada razón el dragón no sentía que fuera a morirse de hambre, pero ver a los orcos comer algo calentito era un suplicio. Los orcos prepararon sus sacos de dormir y escondieron la estatua detrás de unos arbustos para no atraer a bandidos de joyas preciosas. Los ojos fijos de Spyro se quedaron mirando el tronco musgoso de un árbol. "(¡Esperad, dejadme en un sitio con vistas, al menos! ¡No quiero quedarme las próximas ocho horas mirando esto!)" Pero los orcos ya se fueron a sus sacos de dormir, bien arropados y cómodos mientras la estatua desnuda se quedaba de pie en el frío de la noche. Spyro echaba de menos tantas cosas que siempre había dado por sentado durante toda su vida. Poder comer, dormir, arroparse, hablar e incluso respirar. Cuando el dragón recuperara su libertad de movimiento daría gracias todos los días por poder hacer todas esas cosas... Porque la iba a recuperar, ¿verdad?... //////////////////////////////////////////////// CAPÍTULO 7 La inerte estatua verde esmeralda con forma de dragón no tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado. Por mucho que esperara, su conciencia seguía despierta y plena. Había tratado de entretenerse haciendo juego mentales como contar cada viruta de madera del tronco que cubría su campo de visión, que era justo tan divertido como suena, pero aún así el tiempo no parecía ir menos lento. Spyro tenía la sensación de que iba a volverse loco sin ninguna estimulación visual en sus ojos permanentemente abiertos así que procuró concentrarse en sus otros sentidos. ¿El tacto? La fría brisa de la noche acariciando su cuerpo desnudo le daba tantas ganas de tiritar. ¿El olfato? Podía oler los excrementos del toro que le había transportado desde aquí. ¿El oído? Silencio absoluto aparte de los ronquidos de ambos orcos- Espera un segundo... Hasta ahora Spyro había estado escuchado el dueto de ronquidos de ambos orcos, pero ahora solo escuchaba uno. ¿Qué significaba esto? Quizá uno de los dos gigantes verdes había despertado momentáneamente. Nada de importancia... *Creak, creak, creak* El sonido de pisadas de pies descalzos pisando hojas y ramas era obvio. ...Bueno, quizá uno de los dos orcos necesitaba hacer pis. Spyro se identificaba con eso. *¡Creak, CREAK, CREAK!* Las pisadas se acercaban cada vez más. El campo visual de Spyro, hasta ahora el inerte tronco de un árbol, se inundó de verde cuando apareció la fea cara de Greg. "Oh, mi señor Gnasty Gnorc, perdóneme por lo que estoy a punto de hacer..." Dijo el gordo orco justo antes de empezar a quitarse la armadura desvelando su barriga verde y gorda. "(Qué... ¿¡Qué demonios?!)" Pensó el pobre dragón cristalizado. Y es que desde el primer momento en que Greg vió esta estatua representando un dragón desnudo con sus partes íntimas tan cuidadosamente detalladas el orco se había estado ahogando en lujuria. Los orcos y los dragones eran enemigos natos pero ahora mismo eso solo le daba más morbo al asunto. Sí, en la vida real Greg nunca follaría con un dragón, pero esto era un simple objeto inanimado y nadie se enteraría de las perrerías que le hiciera, ¿cierto? El orco se relamió sus gruesos labios, acercando su boca al rubí rojo en forma de polla. La lengua del orco estaba llena de llagas y halitosis, y la polla de dragón solo podía permanecer erecta cuando la engulló. La estatua inmóvil no podía parar de gritar mentalmente... ¡Un orco! ¡Un jodido orco con cara de idiota se la estaba chupando! Pero lo peor parecía que estaba aún por llegar puesto que el orco se quitó los pantalones al poco rato. Si Spyro hubiera visto a este orco desnudo en cualquier otra situación se habría reído de lo patética que se veía la polla enterrada en grasa que portaba Greg y de lo gigantesco que era su peludo culo verde. Pero el orco tenía el control y este gigantesco trasero estaba hambriento de polla de dragón. Y es que la única razón por la que el orco estaba mamándosela a la estatua era porque la saliva ácida de los orcos actuaba como un genial lubricante. Greg miró fijamente a los ojos inertes de Spyro. "Oh, dios. Qué dragón tan apuesto que eres... Me pregunto a quién usaron de modelo para esculpirte... ¡Ojalá estuviera el modelo aquí!" Dijo Greg sin ser consciente de la irónica verdad. Las gigantescas posaderas verdes del orco bajaron, la estatua temiendo que el descomunal peso del orco gordinflón le rompiera en mil pedazos, y la expresión de la cara de Greg se tornó aún más estúpida si cabe cuando sintió el duro miembro de dragón dentro de él. Spyro se sentía repugnado. Podía sentir el peso del culo, la temperatura del recto de orco que aprisionaba su polla, el hedor del orco sudoroso abusando de él, las manos del orco agarrando con fuerza sus hombros. A Spyro le horrorizaba el simple hecho de que su primera vez estaba siendo con un orco. Su polla podía sentirlo todo, aunque eso sí, por dura como una piedra que estuviera las estatuas no pueden eyacular, solo resignarse y dejarse hacer lo que otros quisieran con la belleza de sus cuerpos. "¡Ahhh, ahhh! ¡Uff!" Greg estaba al límite. Su pollita verde no tardó en reventar sobre el pecho de Spyro. "Joder, sí que eres bueno, mucho mejor que el mango de mi maza..." Y entonces Greg hizo algo que Spyro no se esperó para nada. El orco le... besó. Como si no fuera suficiente humillación que un orco le usara de muñeco sexual, Greg va y lo besa en los labios. Como si la situación no pudiera ser más gay. Spyro estaba tan indignado. ¡Si el rumor se esparciera en el Mundo de los Dragones no habría manera de salvar su reputación de galán enamora-dragonas!... Bueno, no es que nunca haya conquistado a una dragona, pero eso definitivamente no le ayudaría a conseguirlo. El orco desnudo que aún se abalanzaba encima de él le miraba con ojos risueños. "(Y con esta cosa verde, peluda y fea perdí mi virginidad, válgame dios...)" Spyro lamentó. Más tarde el orco limpió lo que pudo del desastre que había dejado sobre la estatua, se puso su armadura de nuevo, y le dió un beso de despedida en la mejilla. "Uff, espero que Killdragon no se dé cuenta..." Greg pensó en voz alta comprobando no haber dejado ninguna mancha de semen o sudor. "(Más te vale. Como se lo cuentes a alguien eres orco muerto.)" Pensó Spyro. El orco se fue de vuelta a su saco de dormir y Spyro volvió a quedarse sin nada a lo que mirar. ¿Cuánta noche quedaba...? No pasaron ni diez minutos cuando Spyro escuchó algo moverse entre los arbustos. "(¿Y ahora qué podría ser?)" Una figura enorme se mostró ante Spyro; era el musculoso y letal Killdragon. "Oh, mi señor Gnasty Gnorc, perdóneme por lo que estoy a punto de hacer..." Dijo el orco justo antes de quitarse la armadura de un plumazo desvelando su pollaza bien dura. "(¡¡¡NOOOOOOOOOOOO!!!)" //////////////////////////////////////////////// CAPÍTULO 8 Decir que Spyro estaba dolorido al día siguiente hubiera sido quedarse corto. Tras haber sido asaltado por dos orcos distintos en una misma noche Spyro no sabía cómo era posible que siguiera vivo. Greg y Killdragon no eran capaces de mirarse el uno al otro cuando volvieron a subir la estatua a la carretilla. "Pues... Si que es fea la estatua... Ja, ja..." Greg dijo con las mejillas sonrojadas pensando en lo bien que había comido su culo la noche anterior. "Una repugnante representación de algo que solo quiero matar..." Dijo Killdragon con exagerada seriedad, su polla con ganas de más. Al atardecer llegaron a la fortaleza privada de Gnasty Gnorc. El tiránico líder estaba sentado en su trono vestido con su traje de bárbaro mirando con preocupación su varita mágica inservible, pero en cuanto vió a los dos orcos llegar transportando la estatua se levantó de un brinco. "¡Sí! ¡Por fin!" Gnasty Gnorc parecía entusiasmado. "¡En este receptáculo es dónde llegó a parar toda mi magia!" Los orcos dejaron la estatua en el suelo y su líder se frotó las manos maquinando su inminente venganza sobre el Mundo de los Dragones. "¡Oh, es precioso!" Exclamó el líder de los orcos. "¡Nunca había visto tanta magia condensada en algo tan pequeño e insignificante!" "Curioso." Dijo Killdragon. "No estaba al corriente de que la estatua de dragón que nos ordenó transportar contenía poder mágico." "¿Estatua de dragón? ¿Qué estatua de dragón?" Gnasty Gnorc parecía confuso. "Oh, te refieres a esa cosa fea que envuelve el rubí. Eso no tiene valor ninguno. No sé ni para qué os habéis molestado en traer algo tan innecesario." "(¡Eh, que soy mucho más que una polla con patas!)" A Spyro le hubiera gustado protestar. "Pero me agrada tu eficacia, Killdragon. Y... Greg, supongo." "¡Yay! ¡Recordó mi nombre!" Greg saltó de alegría. "¡Me siento tan recompensado!" "Pues entonces esa será vuestra única recompensa. Hala, de vuelta a la fábrica a trabajar." Killdragon miró al alegre Greg con mucha furia en sus ojos mientras ambos eran escoltados fuera de la sala del trono. Gnasty Gnorc se acercó a Spyro. La estatua podía sentir el mal aliento de su más odiado enemigo en su cuerpo desnudo. Por fin se encontraba cara a cara con este diabólico villano y lo único que podía hacer Spyro era seguir ofreciendo su polla erecta con una mueca de puro placer. Spyro quería tanto decirle lo mucho que lo odiaba. Nada desearía más que echarle en cara a este capullo todo lo que había sufrido siendo una estatua. Y para sorpresa del dragón inmóvil, Gnasty Gnorc susurró a la estatua. "Cómo se siente... Ser ninguneado por todos ¿eh, dragoncito?" Un escalofrío muy intenso recorrió la espalda del dragón. Gnasty Gnorc no estaba jugando a pretender que la estatua le escuchara como Greg y Killdragon. No... ¡El puñetero orco sabía que era un dragón petrificado! "Seguro que no te gusta que usen como objeto de usar y tirar... Así es cómo me he sentido yo desde que los dragones me exiliaron después de haberles proporcionado fábricas y riquezas. Los dragones me habéis estado humillado durante años y yo no he podido decir ni mú sobre lo que me habéis hecho sufrir... Sí, la petrificación es el castigo idóneo para reptiles orgullosos como vosotros..." Spyro hubiera querido tragar saliva. Gnasty Gnorc era mucho más malvado de lo que jamás se hubiera imaginado. "Pronto todos tus amiguitos dragones serán estatuas como tú... Pero antes, debo recuperar lo que es mío..." El orco blandió su maza con pinchos frente a la estatua de dragón. "(¡¿Qué.... Qué cojones!?)" La estatua quería sudar de terror. "Tengo que admitir que me sorprende el lugar donde has almacenado mi magia. Es cuanto menos curioso, sobre todo sabiendo que yo iría directo a por él... No sé si eres temerario o sólo un vulgar pervertido." El orco agarró el falo de rubí de Spyro con fuerza con una mano.. "(¡Ah!)" ...levantó su maza con el otro brazo... "(No, no, ¡No!)" ...y el orco usó todas sus fuerzas para golpear con suma precisión... "(¡No, dios, no!)" ...la entrepierna de Spyro. "(¡AAAAAAAAAAHHH!)" Spyro sintió un dolor de lo más intenso. The impact against his genitals had been so direct and calculated that his emerald part of his body was relatively unscathed. El impacto contra sus genitales había sido tan experto y calculado que la parte esmeralda de su cuerpo estaba relativamente sin daños. Pero Spyro se sentía como si algo se había despegado de él de cuajo... Gnasty Gnorc examinó un glorioso rubí rojo en su mano... ¿De dónde había salido? Spyro movió su campo de visión hacia abajo pero el grito de puro terror nunca salió de su boca. Su entrepierna era completamente verde gema, como el resto de su cuerpo. El rubí rojo intenso que permanecía erecto... ...Ya no estaba. Solo había un agujero profundo dónde debía haber estado, la cloaca de Spyro ya no tenía nada que proteger. El orco examinó la polla de dragón en su poder. Estaba bien dura y rebosante de magia. En cuanto la colocara en su varita tendría incluso más poder mágico del que jamás tuvo antes gracias al miembro viríl que Spyro le había proporcionado. Sí, era una picha dura con mucho que ofrecer... ¡Esta polla y huevos causarían el derrumbe del Mundo de los Dragones! Spyro solo podía mirar impotente en más de un sentido de la palabra. "(¡D-devuélvemela! ¡Es mi picha! ¡Busca papel adhesivo y pégala de nuevo!") Gnasty Gnorc se pondría manos a la obra a fabricar la varita mágica más potente de la historia gracias a la aportación del dragón. Pero justo antes de salir de la sala del trono, uno de los guardas orcos le preguntó qué hacer con la estatua de dragón que el orco había emasculado por completo en un sólo golpe. "Oh, es basura. Deshaceros de ella." //////////////////////////////////////////////// CAPÍTULO 9 Greg estaba buscando algo de comer en el vertedero. Desde que los dragones se extinguieron después de que Gnasty Gnorc los hubiera transformado a todos en estatuas de cristal, los cazadragones eran ya algo del pasado. Greg no pudo encontrar ningún otro trabajo, puede que porque su única vocación era cazar dragones o puede que por que fuera idiota, así que ahora se ganaba la vida rebuscando en la basura de los demás. Fue entonces cuando el orco encontró una sucia y mugrienta estatua de un dragón de baja estatura y algo enclenque. Su cuerpo estaba hecho de gema de un color verde que había perdido su intensidad. La mugre que salía debajo de sus ojos daba el espejismo de que la estatua había estado llorando. Era una visión muy lastimosa. Greg recordó haber follado con una estatua similar en el pasado, pero la estatua con la que él folló era claramente macho con una polla bien dura. Esta dragoncita tenía chochete, así que a Greg no le ponía demasiado. "Lo siento señora, pero soy más de tomar por culo." Dijo Greg a nadie en particular. De todos modos la estatua estaba en pésimo estado. Al borde de resquebrajarse por completo y derrumbarse que es lo más equivalente que las estatuas tienen a la muerte. Pero la aparentemente imóvil estatua comenzó a temblar de repente. Greg podía escuchar algo... "Córcholis." Greg estaba sorprendido. "¿Podría ser que esta estatua...?" Pero justo entonces dos cabecitas de rata asomaron por el chochete maltratado de la estatua. El temblor y el ruido resultaron provenir de este par de ratas que estaban haciendo buen uso del interior de la estatua para formar su familia usando sus orificios como túneles de entrada. "¡Jajaja, bueno, al menos esta dragona tendrá el coño contento con tanta compañía ahí dentro!" Greg se burló y prosiguió su camino, abandonando a Spyro ahogándose en miserable infortunio por el resto de sus días.