Español. Había un batallón de dragones que regresaba de una victoria. Todos eran dragones blindados de cuatro patas. Los dragones estaban bajo el mando de uno de ellos, Taylor, el dragón blanco. Pero Taylor tenía una peculiaridad... Mientras los otros soldados celebraban su victoria en la batalla del desierto, Taylor acechaba por el campamento con la polla erguida. Los otros soldados entendieron que ese era el “estilo” del comandante, algo que hacía para mantenerse “alerta”. Es solo que, en palabras de Taylor, la frustración sexual aumenta la agresión y el impulso por el dominio, dos cualidades doradas en la guerra. Esa noche, cuando los soldados todavía estaban celebrando, bebiendo y disfrutando el botín, Taylor observaba desde lejos. De vez en cuando, su polla rezumaba una sustancia transparente y pegajosa mientras él se negaba estoicamente el placer del orgasmo. Sintió presión en su pene y ano, pero fue diligente en controlarse, resistiendo pacientemente el impulso de montar a uno de sus soldados, un soldado que ciertamente no se opondría a ser montado. Es solo que había una regla no escrita de que el comandante puede satisfacerse sexualmente con cualquiera de sus hombres. Todos los soldados eran conscientes del riesgo que suponía su imponente comandante, pues toda esa tensión tenía que ir a alguna parte, ya fuera durante la campaña o después de ella. El sueño empezaba a llegar y Taylor decidió retirarse a su tienda. En el camino, estuvo tentado de mirar el ano de sus soldados, lo cual era perfectamente factible debido a la armadura, que solo cubría la espalda, el cuello, la cabeza, las piernas, el pecho y la cola. Además, la mayoría de los soldados se habían quitado la mayor parte de su armadura una vez que terminó la batalla y los enemigos fueron eliminados. El ano, los genitales y el vientre estaban descubiertos. Taylor trató de no mirar, pero su visión periférica captaba algunos de vez en cuando. Cada vez que Taylor percebía un ano, él rozaba un poco el aire. Cuando eso sucedió, los soldados pensaron: “Es ahora, él va a montar a alguien”. Pero el autocontrol de Taylor era de hierro. Él llegó a su tienda e inmediatamente llamó a su aprendiz, Lima, un dragón en ciernes que había sido enviado a la batalla como auxiliar. Taylor tenía un código de conducta con respecto a Lima. La regla más importante era nunca montarlo; tratar de hacer eso dolería mucho y probablemente mataría al pequeño. Pero Lima todavía ayuda a Taylor a pasar la noche, de una manera muy peculiar. Cuando Taylor entró en la tienda, se acercó a un barril de agua potable y bebió su contenido hasta llenarse el estómago. Es solo que Taylor pensó que era más fácil retener la eyaculación durante el sueño si distraía su cuerpo con otras necesidades, por lo que siempre se iba a dormir con la vejiga llena para que su cuerpo se olvidara de la frustración sexual y no le diera sueños eróticos (aunque había el riesgo de mojarse en el sueño). Luego se acostó de espaldas sobre el colchón y habló a Lima: – Debes vigilarme mientras duermo. Si parece que voy a eyacular, despiértame. - Sí, señor - dijo Lima. Con ese propósito, se le indicó a Lima que durmiera por la mañana, para quedarse despierto toda la noche vigilando a Taylor y evitando que los sueños prohibidos alcanzaran al dragón blanco en un momento de vulnerabilidad. En aquella noche, Taylor se agitó en sueños. Lima lo miró. La erección de Taylor iba y venía. Lima se emocionaba al ver dormir a su maestro, lleno de líquido, en todos los sentidos. Pero Lima no pudo prestar atención a sus necesidades. También se le prohibió tocar a Taylor sexualmente, al igual que a Taylor se le prohibió tocar a Lima de esta manera. Lima estaba impaciente, esperando que la noche pasara pronto para poder masturbarse. Pero a aquella hora, Lima tuvo que contenerse y esperar a que Taylor se despertara. Tenía que mantener un ojo en la polla de Taylor. De vez en cuando, unas pocas gotas escurridizas de orina salían de Taylor, corriendo maravillosamente por el pene del adulto. Lima jadeaba ansiosamente. Ya tenía algo de educación sexual, pero muy poca experiencia. Esos shows nocturnos lo volvían loco. Un par de veces, casi rompió su palabra y tocó la polla de Taylor, pero sabía que sería castigado si Taylor se despertaba y lo veía en el acto. Mientras tanto, Taylor soñaba. En su sueño, Lima estaba en casa con él y los dos se abrazaban. Los dos se besaron, se abrazaron… y, en un momento, Taylor se dio cuenta de que la polla de Lima estaba firme. Luego se ofreció a ayudar a Lima, a lo que no se opuso. Taylor luego toqueteó el ano de Lima, mientras lamía sus genitales. La propia erección de Taylor era fuerte y tocaba en el suelo donde estaban. De repente, un dolor en la cola despertó a Taylor. El dragón adulto miró a Lima, que lo mordía. Luego se miró la polla, que estaba dura, goteando y temblando. Taylor estaba en el límite... Unos segundos más y Taylor habría eyaculado. - Gracias, Lima… - dijo Taylor. - De nada, señor - respondió Lima. Taylor luego notó que Lima estaba cachondo. Taylor rápidamente recordó el sueño. Su polla latía con más fuerza, sus instintos empujaban a Taylor a abusar de Lima. Jadeó un poco, goteando más líquido. Taylor estaba de pie, sin moverse ni un centímetro. Lima se dio cuenta de que algo andaba mal y ocultó su pene metiendo la cola entre las piernas. Taylor se calmó. - Lo siento - dijo Lima. - No te preocupes - dijo Taylor, más tranquilo pero todavía un poco mareado. - Mi culpa. Taylor se levantó con cuidado. Con una erección completa, la punta de su polla tocó el suelo. Taylor tenía que caminar de una manera divertida para no estimularse accidentalmente. Volvió al barril y se llenó aún más de agua, con la esperanza de que eso lo ayudara a no ser molestado durante la noche por otro sueño. Se acostó de nuevo, vientre hacia arriba, para evitar el contacto entre su polla y la estera de dormir. Taylor volvió a su sueño... Al día siguiente, un dolor agudo, esta vez en la vejiga, despertó a Taylor minutos antes del amanecer. Estaba meando en la colchoneta. Su pene ya no estaba completamente erecto. Se levantó rápidamente. Lima, todavía vigilante, se alejó. - Voy a mear - declaró Taylor, deteniendo el flujo de orina antes de salir corriendo de la tienda. Cualquier soldado que necesite orinar o defecar debe hacerlo fuera del campamento para evitar la contaminación y el hedor. Taylor salió corriendo del campamento, disfrutando de los últimos momentos de oscuridad. Apresuradamente cavó un agujero en la arena y metió su polla dentro del apretado agujero, antes de orinar cuarenta galones de orina caliente y fragante. El agujero se desbordó, mojando las patas del dragón. Jadeaba por el esfuerzo de mantenerse contenido. Una de las batallas más difíciles que cualquier persona debe luchar tarde o temprano es contra su propia naturaleza, cuando las cuestiones morales o sociales están en conflicto con el cuerpo. Se necesitaron seis minutos para drenar completamente la vejiga. Cuando terminó, su polla volvió a entrar en su hendidura de reptil. Taylor caminó de regreso a su tienda, pero su cuerpo no estaba completamente satisfecho. La hendidura entre sus piernas aún goteaba de frustración sexual. Su cuerpo casi había tenido un orgasmo anoche, lo que es una señal de que no hay más espacio en los depósitos de esperma. Afortunadamente, más tarde ese día, llegarían a casa. Antes de la próxima batalla, Taylor podría hacer sus necesidades... Pero algo más pesaba en su conciencia. Desde aquelle sueño y desde que había visto a Lima con una erección, Taylor deseaba a Lima. Algo le interesó en la inocencia de Lima. Tragó saliva, tratando de mantenerse bajo control, la punta de su polla ya sobresalía de la hendidura... Durante el camino a casa, Taylor caminaba raro, detrás del equipo en lugar de al frente como de costumbre. Lima pudo ver que Taylor estaba hecho un manojo de nervios, salivando y goteando. Caminar de manera normal le apretaba la próstata, por lo que caminaba con las piernas más separadas que de costumbre. Lima quería cuestionar a Taylor si eso era realmente necesario, pero Taylor podría castigarlo si lo hiciera. Taylor estaba caminando, pero su mente estaba en otra parte. Entre momentos en blanco, su mente llenabase de imágenes del sueño y de aquelle amanecer. Taylor se lamió el hocico, tratando de no pensar en montar a Lima, especialmente en la parte trasera del escuadrón. Al llegar a la ciudad, Taylor dio órdenes a uno de los capitanes, Alves: – Ve al alcalde y dale un informe de misión. Me voy a casa temprano. Alves no se le opuso. Él sabía que Taylor había resistido valientemente sus impulsos y ahora necesitaba descansar. Caminó hacia su casa, entrando. Le siguió Lima. Taylor miró hacia atrás y vio a Lima en la puerta. Debería mandar a Lima lejos, dejarlo ir, porque Lima ya no necesitaba estar allí, no hasta la próxima misión. Lima estaba exhausto, necesitando dormir después de una noche de insomnio. Taylor quería dejar ir a Lima, pero estaba teniendo dificultades para hacerlo. Su erección volvió, sintiendo que el momento de alivio después de dos semanas estaba cerca. - ¿Puedo ir a mi casa? - preguntó Lima adormilada. Taylor quería decir que sí, pero una parte de él lo instaba a retener a Lima allí... lo que sería un secuestro. Taylor suspiró y dejó que el pequeño eligiera: – Puedes dormir en tu casa o en la mía… Lima rápidamente se dio cuenta de que la erección de Taylor hablaba por él. Lima sabía que debía negarse e irse a su casa, pero al notar nuevamente la erección de su tutor, Lima sentió curiosidad. Quería intentarlo, pero conocía los riesgos de provocar a un dragón tan grande. - ¿Prometes no lastimarme si me quedo? - preguntó, temeroso, pero insinuando que conocía las razones detrás de la propuesta. Taylor sintió que volvía a tener lucidez, pero no del todo. Si Lima estaba de humor… está bien, ¿no? Solo no lo lastimes. - Lo prometo - dijo Taylor. De repente, Taylor sintió que su polla se endurecía al máximo, como suele ocurrir en el momento del orgasmo. Separó aún más sus piernas temblorosas y metió la cola entre ellas, cerrando los ojos. Casi tuvo un orgasmo allí mismo, en la sala de estar. - Cierra la puerta - dijo Taylor. Lima cerró la puerta y echó llave. Estaban solos ahora. – ¿Qué quieres hacer, Lima? - preguntó Taylor. - ¿Qué puedo hacer? - preguntó Lima de vuelta. Ninguno de los dos quería dar el primer paso. Taylor sintió que era mejor hacerlo. - Sabes que no he tenido sexo en dos semanas, ¿no sabes? - preguntó Taylor. El corazón de Lima se aceleró. Era en aquelle momento. Lima sintió que su erección comenzaba a formarse. Pero todavía tenía miedo. - Sabes que no podemos hacer eso, ¿no sabes? - Lima preguntó. - Pero nuestras reglas se pueden cambiar de mutuo acuerdo - dijo Taylor. - Si tu quieres, yo también quiero. Si no quieres, puedes dormir y yo me cuidaré. Lima realmente quería hacer algo sexual con Taylor, pero temía la penetración. – ¿Puedo poner una condición? preguntó Lima. - Tú puedes - dijo Taylor. – No pongas nada dentro de mí. - De acuerdo. Lima se acercó a Taylor. Cuando Taylor se movió, Lima retrocedió rápidamente, pensando que Taylor se abalanzaría sobre él, pero Taylor sólo se acostó, abriendo las piernas. Taylor no tardaría mucho en correrse, ya que Taylor ya no tenía espacio para más semen. Taylor estaba nervioso. Lima se acercó de nuevo. - ¿Como yo hago? - le preguntó. - Me haces lo que te haces a ti mismo cuando necesitas jalarse - instruyó Taylor. Luego, Lima tomó la polla de Taylor con cuidado y comenzó a masajearla. Taylor respiró hondo. Lima era inexperto, su trabajo era bastante amateur, pero su inocencia hizo de esta una experiencia diferente. La mayoría de las personas, al encontrar una buena manera de hacer una paja, terminan usando solo esa técnica, pero Lima, precisamente porque no sabía lo que estaba haciendo, siguió haciendo intentos y cambiando de técnica de vez en cuando. Taylor empezó a rascar el suelo discretamente, sintiendo la urgencia de montar a Lima pero conteniéndose. Estaba goteando más, mojando las patas de Lima. - Lima, si yo hago algo que te lastima - dijo Taylor y Lima de inmediato dejó de hacer lo que estaba haciendo para escuchar. – Quiero que le digas al mundo entero. - Sí, señor - dijo Lima. Taylor dijo eso para calmar sus propios instintos con un poco de miedo a las consecuencias. La paja continuó, Taylor casi había terminado. Podía sentir que se producían más espermatozoides, pero sin encontrar espacio, la semilla goteaba de inmediato, incluso sin orgasmo. - ¿Ya ha acabado? - preguntó Lima, viendo correr el esperma. - No… - dijo Taylor. - Continúe, por favor. Taylor sintió que su cuerpo se preparaba para correrse, a pesar de que Lima había comenzado a masturbarse hace menos de cinco minutos. - Cuidado - dijo Taylor. - Aquí viene. Lima cerró los ojos, agarró la polla de Taylor con ambas patas delanteras y la frotó con toda la fuerza y velocidad que tenía. Taylor corrió lo que se sintió como 25 litros de semen en quince largos chorros. Con los ojos cerrados, Lima logró evitar ser golpeado en los ojos por los chorros, pero, con las manos llenas, no pudo evitar ser golpeado en la cabeza y hasta en la espalda, con la eyaculación en vuelo y su posterior caída. – Vaya, Taylor… – dijo Lima. - Lo siento - respondió Taylor. – No… Está bien, no te preocupes… - aseguró Lima. Silencio por unos segundos. Taylor quería premiar a Lima. – Tú también estás necesitado, ¿no? - preguntó Taylor. – Sí… – confesó Lima. - ¿Qué quieres hacer? Lima no sabía ni por dónde empezar. Así que trató de recordar la fantasía más reciente que había tenido. Lima se avergonzó de decir lo que pensaba. - Dilo - le aseguró Taylor. - No me sentiré mal. - Me quería meter mi pene en un culo - dijo Lima de inmediato. Silencio por unos segundos más. Taylor lo pensó. Lima era demasiado pequeño para causar algún tipo de dolor. No habría problema. Pero era mejor que nadie lo supiera. - Está bien - dijo Taylor. - ¿Tu quieres mi culo? Lima casi se niega: - ¿No crees que se burlarán de ti si saben que me lo diste? - No, si nadie lo sepa - dijo Taylor. Lima asintió y se acercó. Taylor se puso en posición. - Es alto - dijo Lima, al que le resultó difícil ponerse en posición debido a la diferencia de tamaño. - Puedes hacerlo, continúa intentando - alentó Taylor. Lima se puso en posición por fin. Lima empuja su erección en el ano de Taylor, que lo siente. Realmente es pequeño. Pero Taylor quería que Lima se sintiera “masculino”. Taylor ya estaba satisfecho, por lo que permitió que Lima lo penetrara hasta correrse. El pequeño solo pudo eyacular 500 mililitros. Probablemente se había masturbado hace unos días... Lima se acostó, satisfecho. - Fue mi primera vez – Lima dijo. - No está mal para ser la primera vez - dijo Taylor. English. There was a battalion of dragons returning from a victory. They were all four-legged armored dragons. The dragons were under the command of one of them, Taylor, the white dragon. But Taylor had a quirk… As the other soldiers celebrated their victory in the desert battle, Taylor stalked through the camp with his cock erect. The other soldiers understood that this was the commander's “style”, something he did to stay “alert”. It's just that, in Taylor's words, sexual frustration increases aggression and the drive for dominance, two golden qualities in warfare. That night, when the soldiers were still celebrating, drinking and eating the spoils, Taylor watched from afar. His cock occasionally oozed a transparent, sticky substance as he stoically denied himself the pleasure of orgasm. He felt pressure in his cock and anus, but he was diligent in controlling himself, patiently resisting the urge to mount one of his soldiers, a soldier who certainly wouldn't object. It's just that there was an unwritten rule that the commander can satisfy himself sexually with any of his men. All soldiers were aware of the risk posed by their imposing commander, for all that tension had to go somewhere, whether during the campaign or after it. Sleep was starting to come and Taylor decided to retire to his tent. On the way, he was tempted to look at the anuses of his soldiers, which was perfectly doable because of the armor, which only covered the back, neck, head, legs, chest, and tail. Furthermore, most soldiers had removed most of their armor once the battle was over and the enemies were wiped out. The anus, genitals and belly were uncovered. He tried not to look, but his peripheral vision caught a few now and then. Whenever he caught an anus in his field of vision, he humped the air a little. When that happened, the soldiers thought, “This is it, he’s going to mount someone.” But Taylor's self-control was iron. He arrived at his tent and immediately summoned his apprentice, Lima, a fledgling dragon who had been sent into battle as an auxiliary. Taylor had a code of conduct regarding Lima. The most important rule was never to mount him; trying to do that would hurt a lot and would probably kill the little one. But Lima still helps Taylor through the night, in a very peculiar way. When Taylor entered the tent, he walked over to a barrel of drinking water and drank its contents until his belly was full. It's just that Taylor thought it was easier to withhold ejaculation during sleep if he distracted his body with other needs, so he always went to sleep with a full bladder so his body would forget about sexual frustration and not give him erotic dreams (although his dreams ended up focusing on relieving his bladder). He then lay down with his back on the mattress and instructed Lima: – You must watch me while I sleep. If it looks like I'm going to ejaculate, you wake me up. - Yes, sir - said Lima. For that purpose, Lima was instructed to sleep in the morning, to stay up all night watching over Taylor and preventing any forbidden dreams from overtaking Taylor at a time when Taylor would be most vulnerable. That night, Taylor stirred in his sleep. Lima watched him. Taylor's erection came and went. Lima was excited watching his teacher sleep, full of liquid, in every way. But Lima could not relieve himself. He was also forbidden to touch Taylor sexually, just as Taylor was forbidden to touch Lima in such a way. Lima was impatient, waiting for the night to pass soon, so he could masturbate. But at that hour, he had to hold back and wait for Taylor to wake up. He had to keep an eye on Taylor's cock. Every now and then, a few elusive drops of urine would leave Taylor, running beautifully down the adult's penis. Lima was panting longingly. He already had some sexual education, but very little experience. Those nightly shows drove him crazy. A few times, he almost broke his word and touched Taylor's cock, but he knew he would be punished if Taylor woke up and saw him in the act. Meanwhile, Taylor dreamed. In his dream, Lima was at home with him and the two were cuddling each other. They kissed, hugged… and, at one point, Taylor realized that Lima was erect. He then offered to help Lima, which he didn't object to. Taylor then fingered Lima's anus, while licking his genitals. Taylor's own erection was strong and touching the rug on the floor where they stood. Suddenly, a pain in the tail woke Taylor. The adult dragon looked at Lima, who was biting him. He then looked down at his cock, which was hard, leaking and quivering. That was close. A few more seconds and Taylor would have ejaculated. - Thanks, Lima… - Taylor said. - You're welcome, sir - Lima replied. Taylor then noticed that Lima was erect. He quickly remembered the dream. His cock pulsed harder, his instincts pushing Taylor to molest Lima. He gasped a little, leaking more liquid. Taylor was standing still, not moving an inch. Lima realized that something was wrong and hid his penis by putting his tail between his legs. Taylor calmed down. - Sorry - Lima said. - Don't worry - Taylor said, calmer but still a little dizzy. - My fault. Taylor got up carefully. With a full erection, the tip of his cock touched the floor. Taylor had to walk in a funny way so he wouldn't accidentally get stimulated. He went to the barrel again and filled himself with even more water, hoping that would help him not be bothered during the night by anothis dream. He lay down again, on his back, to avoid contact between his cock and his sleeping mat. Taylor has returned to his sleep… The next day, a sharp pain, this time in the bladder, woke Taylor minutes before sunrise. He was pissing on the mat. His cock was no longer fully erect. He got up quickly. Lima, still vigilant, walked away. - I'm going to piss - Taylor declared, stopping the flow of pee before hurrying out of the tent. Any soldier who needs to urinate or defecate must do so outside the camp to avoid contamination and stench. Taylor ran out of the camp, enjoying the last moments of darkness. He hastily dug a hole in the sand and stuffed his cock inside the tight hole, before pissing forty gallons of warm, fragrant urine. The hole overflowed, wetting the dragon's paws. He was panting from the effort of keeping himself contained. One of the most difficult battles any person fights sooner or later is against his own nature, when moral or social issues are in conflict with the body. It took six minutes to fully drain the bladder. When he was done, his cock went back inside his reptilian slit. Taylor walked back to his tent, but his body wasn't fully satisfied. The slit between his legs was still dripping with sexual frustration. His body had almost had an orgasm last night, which is a sign that there is no more room in the sperm reservoirs. Fortunately, later that day, they would get home. Before the next battle, Taylor could relieve himself… But something else weighed on his conscience. Ever since that dream and ever since he'd seen Lima with a hard-on, Taylor had wanted Lima. Something interested him in Lima's innocence. He swallowed hard, trying to keep himself under control, the tip of his cock already protruding from the slit… During the walk home, Taylor was walking funny, behind the squad instead of in front as usual. Lima could see that Taylor was a nervous wreck, salivating and dripping. Walking the normal way was squeezing his full prostate, so he walked with his legs farther apart than usual. Lima wanted to question Taylor if that was really necessary, but Taylor could punish him if he did. Taylor was walking, but his mind was elsewhere. Between blank moments, his mind was invaded by images of the dream and that dawn. Taylor licked his muzzle, trying not to think about mounting Lima, especially at the rear of the squadron. Upon reaching the city, Taylor gave orders to one of the captains, Alves: – Go to the mayor and give him a mission report. I go home early. Alves did not object. He knew that Taylor had valiantly resisted his urges and now he needed to rest. He walked home, entering. Lima followed. Taylor looked back, seeing Lima at the door. He should send Lima away, let him go, because Lima didn't need to be there anymore, not until the next mission. Lima was exhausted, needing sleep after a sleepless night. Taylor wanted to let Lima go, but was having a hard time doing so. His erection returned, feeling that the moment of relief after two weeks of neglect was at hand. – Can I go home? asked Lima sleepily. Taylor wanted to say yes, but part of him was urging him to hold Lima there… which would be kidnapping. Taylor sighed and let the little one choose: – You can sleep at your house or mine… Lima quickly realized that Taylor's hard-on was speaking for him. Lima knew he should refuse and go home, but noticing his tutor's erection again, he was reluctant to go. Lima was curious. He wanted to try it, but he knew the risks of provoking such a large dragon. - Do you promise not to hurt me if I stay? - he asked, fearfully, but hinting that he knew the reasons behind the proposal. Taylor felt his lucidity return, but not quite. If Lima was in the mood… that's fine, wasn't it? Just don't hurt him. - I promise - Taylor said. Suddenly, Taylor felt his cock harden to the max, as it often does at the moment of orgasm. He spread his shaky legs farther apart and tucked his tail between them, closing his eyes. He almost had an orgasm right there in the living room. - Close the door - Taylor said. Lima closed the door and locked it. They were alone now. – What do you want to do, Lima? - Taylor asked. - What can I do? - Lima asked back. Neither of them wanted to make the first move. Taylor felt he better do it. - You know I haven't had sex for two weeks, right? - asked Taylor. Lima's heart raced. It was at that moment. Lima felt his erection begin to form and his sleep disappeared. But he was still afraid. - You know we can't do that, don't you? - he asked. - But our rules can be changed by mutual agreement - Taylor said. - If you want, I want. If you don't want to, you can sleep and I'll take care of myself. Lima really wanted to do something sexual with Taylor, but he feared penetration. – Can I put a condition? - asked Lima. - You can - Taylor said. – Don't put anything inside me. - Accordingly. Lima approached Taylor. When Taylor shifted, Lima backed away quickly, thinking Taylor would lunge at him, but Taylor had just laid down and spread his legs. It wouldn't take long for Taylor to come, as Taylor was already out of room for more cum. Taylor was on edge. Lima approached again. - How I do this? - he asked. - You do to me what you do to yourself when you need to relieve yourself - Taylor instructed. Lima then took Taylor's cock carefully and began to massage it. Taylor took a long breath. Lima was inexperienced, his work was quite amateurish, but his innocence made this a different experience. Most people, when finding a good way to do a penile massage, end up using only that technique, but Lima, precisely because he didn't know what he was doing, kept making attempts and changing technique from time to time. Taylor began to scratch the floor discreetly, feeling the urge to mount Lima but holding back. He was leaking more, wetting Lima's paws. - Lima, if I do something that hurts you - Taylor said and Lima promptly stopped what he was doing to listen. – I want you to tell the whole world. - Yes, sir - said Lima. Taylor said that to calm his own instincts with a little fear of the consequences. The masturbation continued, Taylor was almost done. He could feel more sperm being produced, but without finding space, it would leak immediately, even without orgasm. - You already had your orgasm? - asked Lima, watching the sperm run. - No… - Taylor said. - Continue, please. Taylor felt his body getting ready to come, even though Lima had started jerking off less than five minutes ago. - Careful - Taylor said. - Here it comes. Lima closed his eyes, grabbed Taylor's cock with both front paws and rubbed with all the strength and speed he had. Taylor came what felt like 25 liters of cum in fifteen long spurts. With his eyes closed, Lima managed to avoid being hit in the eyes, but, with his hands full, he couldn't avoid getting hit in the head and even in the back, with the ejaculation flight and subsequent fall. – Wow, Taylor… – Lima said. - Sorry - Taylor replied. – No… It's okay, don't worry… - Lima assured. Silence for a few seconds. Taylor wanted to reward Lima. – You are also in need, aren't you? - Taylor asked. – Yes… – Lima confessed. - What do you want to do? Lima didn't even know where to start. So he tried to remember the most recent fantasy he'd had. Lima was embarrassed to say what he thought. - Say it - Taylor assured him. - I won't feel bad. - I wanted to fuck an ass - Lima said immediately. Silence for a few more seconds. Taylor thought about it. Lima was too small to cause any kind of pain. There would be no problem. But it was better that no one knew. - Okay - Taylor said. - You want mine? Lima almost refused: - Don't you think they'll make fun of you if they know you gave it to me? - Nobody needs to know - Taylor said. Lima nodded and approached. Taylor got into position. - It's high - Lima said, finding it difficult to get into position because of the size difference. - You can do it - Taylor encouraged. Lima got into position at last. He thrusts his erection into Taylor's anus, which Taylor feels. It really is small. But he wanted Lima to feel “masculine”. Taylor was already satisfied, so he allowed Lima to penetrate him until Lima came. The little one was only able to ejaculate 500 milliliters. He had probably masturbated a few days ago… Lima lay down, satisfied. - It was my first time - he said. - Not bad for a first time - Taylor said. Português. Havia um batalhão de dragões voltando de uma vitória. Eram todos dragões quadrúpedes encouraçados. Os dragões estavam sob o comando de um deles, Taylor, o dragão branco. Mas Taylor tinha uma peculiaridade… Enquanto os outros soldados comemoravam a vitória na batalha no deserto, Taylor andava imponentemente pelo acampamento com o pênis ereto. Os outros soldados entendiam que aquele era o “estilo” do comandante, algo que ele fazia pra se manter “alerta”. É que, no dizer de Taylor, a frustração sexual aumenta a agressividade e o impulso de domínio, duas qualidades douradas na guerra. Naquela noite, quando os soldados ainda comemoravam, bebendo e comendo do despojo, Taylor observava de longe. Seu pênis, de vez em quando, vazava uma substância transparente e pegajosa, enquanto ele estoicamente se negava o prazer do orgasmo. Ele sentia uma pressão no pênis e no ânus, mas era diligente em dominar-se, resistindo pacientemente ao impulso de montar um de seus soldados, soldado o qual, certamente, não objetaria. É que havia uma regra não escrita segundo a qual o comandante pode se satisfazer sexualmente com qualquer de seus homens. Todos os soldados estavam cientes do risco que representava seu imponente comandante, pois toda aquela tensão precisava ir pra algum lugar, seja durante a campanha ou depois dela. O sono começava a chegar e Taylor resolveu se recolher à sua tenda. No caminho, ele se sentia tentado a olhar o ânus de seus soldados, o que era perfeitamente factível por causa da armadura, que só cobria costas, pescoço, cabeça, pernas, peito e cauda. Ademais, maioria dos soldados havia removido maior parte da armadura, uma vez que a batalha havia terminado e os inimigos estavam exterminados. O ânus, os genitais e a barriga ficavam descobertos. Ele tentava não olhar, mas sua visão periférica captava alguns de vez em quando. Sempre que ele captava um ânus, ele se roçava um pouco no ar. Quando isso acontecia, os soldados pensavam: “É agora, ele vai montar alguém.” Mas o autocontrole de Taylor era de ferro. Ele chegou à sua tenda e imediatamente chamou seu aprendiz, Lima, um dragão ainda filhote que havia sido mandado à batalha como auxiliar. Taylor tinha um código de conduta em relação a Lima. A regra mais importante era nunca montá-lo; tentar fazer isso doeria muito e provavelmente mataria o pequeno. Mas Lima ainda ajuda Taylor durante a noite, de um jeito bem peculiar. Quando Taylor entrou na tenda, ele se dirigiu a um barril de água potável e bebeu seu conteúdo até encher bem a barriga. É que Taylor achava que era mais fácil segurar a ejaculação durante o sono se ele distraísse seu corpo com outras necessidades, então ele sempre ia dormir com a bexiga bem cheia, a fim de que seu corpo esquecesse a frustração sexual e não lhe desse sonhos eróticos (embora seus sonhos acabassem se focando em aliviar a bexiga). Ele então se deitou com as costas no colchão e instruiu Lima: – Você deverá me observar durante o sono. Se parecer que eu vou ejacular, você me acorda. – Sim, senhor – disse Lima. Para aquele propósito, Lima era instruído a dormir durante a manhã, para passar a noite em claro vigiando Taylor e impedindo quaisquer sonhos proibidos de o dominarem no momento em que Taylor estaria mais vulnerável. Naquela noite, Taylor se mexia durante o sono. Lima o observava. A ereção de Taylor ia e voltava. Lima ficava excitado observando seu professor dormir, cheio de líquido, em todos os sentidos. Mas Lima só podia se aliviar sozinho. Ele também estava proibido de tocar Taylor sexualmente, assim como Taylor se proibiu de tocar Lima dessa forma. Lima ficava impaciente, esperando que a noite passasse logo, pra que ele pudesse se masturbar. Mas, àquela hora, ele tinha que se segurar e esperar que Taylor acordasse. Ele tinha que manter a atenção sobre o membro de Taylor. De vez em quando, alguns pinguinhos fugidios de urina deixavam Taylor, escorrendo lindamente pelo pênis do adulto. Lima ofegava, desejante. Ele já tinha alguma instrução sexual, mas pouquíssima experiência. Aqueles shows noturnos o deixavam louco. Algumas vezes, ele quase quebrou sua palavra e tocou o pênis de Taylor, mas sabia que seria punido se Taylor acordasse e o visse no ato. Enquanto isso, Taylor sonhava. Em seu sonho, Lima estava em casa com ele e os dois chamegavam um ao outro. Eles se beijavam, abraçavam… e, em certo momento, Taylor percebia que Lima estava ereto. Ele então se oferecia pra ajudar Lima, o qual não objetava. Taylor então dedava o ânus de Lima, enquanto o lambia nos genitais. A própria ereção de Taylor estava forte e tocava o tapete do chão onde eles estavam. De repente, uma dor na cauda acordou Taylor. O dragão adulto olhou para Lima, que o estava mordendo. Ele então olhou para seu pênis, que estava duro, vazando e trêmulo. Foi por pouco. Mais alguns segundos e Taylor teria ejaculado. – Obrigado, Lima… - disse Taylor. – De nada, senhor – respondeu Lima. Taylor então percebeu que Lima estava ereto. Ele rapidamente se lembrou do sonho. Seu pênis pulsou mais forte, seus instintos estavam empurrando Taylor a molestar Lima. Ele ofegou um pouco, vazando mais líquido. Taylor estava parado, não se movendo um centímetro. Lima percebeu que algo estava errado e escondeu seu pênis pondo sua cauda por entre as pernas. Taylor se acalmou. – Desculpe – disse Lima. – Não se preocupe – disse Taylor, mais calmo, mas ainda um pouco tonto. - Minha culpa. Taylor se levantou cuidadosamente. Com uma ereção total, a ponta de seu pênis tocava o chão. Taylor tinha que andar de um jeito engraçado pra não se estimular por acidente. Ele foi novamente ao barril e se encheu de ainda mais água, esperando que aquilo o ajudasse a não ser mais incomodado durante a noite por outro sonho. Ele se deitou novamente, de costas, pra evitar o contato entre seu pênis e sua esteira de dormir. Taylor voltou ao seu sono… No dia seguinte, uma forte dor, desta vez na bexiga, acordou Taylor minutos antes do raiar do sol. Ele estava mijando na esteira. Seu pênis não estava mais totalmente ereto. Ele se levantou rapidamente. Lima, ainda vigilante, se afastou. – Vou mijar – declarou Taylor, interrompendo o fluxo de xixi antes de sair apressadamente da tenda. Qualquer soldado que precise urinar ou defecar deve fazê-lo fora do acampamento para evitar contaminação e mau cheiro. Taylor correu para fora do acampamento, aproveitando os últimos momentos de escuridão. Ele apressadamente cavou um buraco na areia e enfiou seu pênis dentro do buraco apertado, antes de mijar quarenta litros de urina quentinha e cheirosa. O buraco transbordou, molhando as patas do dragão. Ele ofegava, por causa do esforço de se manter contido. Uma das mais difíceis batalhas que qualquer pessoa luta cedo ou tarde é contra sua própria natureza, quando questões morais ou sociais estão em conflito com o corpo. Ele passou seis minutos pra drenar totalmente a bexiga. Ao terminar, seu pênis voltou para dentro de sua fenda reptiliana. Taylor andou de voltou para sua tenda, mas seu corpo não estava plenamente satisfeito. A fenda entre suas pernas pingava ainda, por causa da frustração sexual. Seu corpo quase havia tido um orgasmo à noite, o que é um sinal de que não há mais espaço nos reservatórios de esperma. Felizmente, ainda naquele dia, eles chegariam em casa. Antes da próxima batalha, Taylor poderia se aliviar… Mas algo mais lhe pesava a consciência. Desde aquele sonho e desde quando ele viu Lima com uma ereção, Taylor desejava Lima. Algo o interessava na inocência de Lima. Ele engoliu seco, tentando se manter sob controle, a ponta de seu pênis já saindo da fenda… Durante a caminhada pra casa, Taylor estava andando engraçado, atrás do esquadrão, em vez de na frente como de costume. Lima percebia que Taylor estava uma pilha de nervos, salivando e pingando. Andar do jeito normal estava espremendo sua próstata cheia, então ele andava com as pernas mais afastadas uma da outra que o usual. Lima queria questionar Taylor se aquilo era realmente necessário, mas Taylor poderia puni-lo se o fizesse. Taylor estava andando, mas sua mente estava em outro lugar. Entre momentos em branco, sua mente era invadida por imagens do sonho e daquela madrugada. Taylor lambia o focinho, tentando não pensar em montar Lima, especialmente na retaguarda do esquadrão. Ao chegarem à cidade, Taylor deu ordens a um dos capitães, Alves: – Vá até o prefeito e lhe dê um relatório da missão. Eu vou pra casa mais cedo. Alves não objetou. Ele sabia que Taylor havia valentemente resistido aos seus impulsos e precisava agora descansar. Ele andou pra casa, entrando. Lima o seguia. Taylor olhou pra trás, vendo Lima à porta. Ele deveria mandar Lima embora, dispensá-lo, pois Lima não precisava mais estar ali, não até a próxima missão. Lima estava exausto, precisando dormir após ter passado a noite em claro. Taylor queria dispensar Lima, mas estava tendo dificuldade em fazê-lo. Sua ereção voltou, sentindo que estava próximo o momento do alívio após duas semanas de negligência. – Posso ir pra casa? - perguntou Lima, sonolento. Taylor queria dizer que sim, mas parte dele o urdia a prender Lima ali… o que seria sequestro. Taylor suspirou e deixou o filhote escolher: – Você pode dormir na sua casa ou na minha… Lima rapidamente percebeu que o tesão de Taylor estava falando por ele. Lima sabia que deveria recusar e ir pra casa, mas percebendo novamente a ereção de seu tutor, ele relutou em ir. Lima estava curioso. Ele queria experimentar, mas sabia dos riscos de provocar um dragão tão grande. – Você promete não me machucar se eu ficar? - ele perguntou, com medo, mas dando a entender que ele sabia as razões por trás da proposta. Taylor sentiu sua lucidez voltar, mas não totalmente. Se Lima estava a fim… tudo bem, não é? Bastava não machucá-lo. – Prometo – disse Taylor. De repente, Taylor sentiu seu pênis endurecer ao máximo, como costuma acontecer no momento do orgasmo. Ele afastou mais as trêmulas pernas e colocou a cauda entre elas, fechando os olhos. Quase ele teve um orgasmo ali mesmo, na sala de estar. – Feche a porta – disse Taylor. Lima fechou a porta e a trancou. Eles estavam sozinhos agora. – O que você quer fazer, Lima? - Taylor perguntou. – O que eu posso fazer? - Lima perguntou de volta. Nenhum dos dois queria fazer o primeiro movimento. Taylor sentiu que era melhor ele fazer. – Você sabe que estou há duas semanas sem sexo, certo? - perguntou Taylor. O coração de Lima disparou. Era àquele momento. Lima sentiu sua ereção começar a se formar e seu sono desapareceu. Mas ele ainda estava com medo. – Você sabe que não podemos fazer isso, não é? - ele perguntou. – Mas nossas regras podem ser mudadas de mútuo acordo – disse Taylor. - Se você quiser, eu quero. Se você não quiser, pode dormir que eu me cuido sozinho. Lima queria muito fazer algo sexual com Taylor, mas temia penetração. – Posso colocar uma condição? - perguntou Lima. – Pode – disse Taylor. – Não ponha nada dentro de mim. – De acordo. Lima se aproximou de Taylor. Quando Taylor mudou de posição, Lima se afastou rapidamente, pensando que Taylor avançaria nele, mas Taylor apenas havia se deitado e afastado as pernas. Não demoraria pra que Taylor gozasse, já que Taylor estava já sem espaço pra mais esperma. Taylor estava no limite. Lima voltou a se aproximar. – Como eu faço? - ele perguntou. – Você faz comigo o que você faz a si mesmo quando precisa se aliviar – Taylor instruiu. Lima então pegou o pênis de Taylor com cuidado e começou a massageá-lo. Taylor suspirou longamente. Lima era inexperiente, seu trabalho era bem amador, mas a inocência tornava aquela uma experiência diferente. Maioria das pessoas, ao encontrar um bom jeito de tocar uma punheta acaba usando somente aquela técnica, mas Lima, justamente por não saber bem o que estava fazendo, ficando fazendo tentativas e mudando de técnica de vez em quando. Taylor começou a arranhar o chão discretamente, sentindo vontade de montar Lima, mas se contendo. Ele estava vazando mais, molhando as patas de Lima. – Lima, se eu fizer alguma coisa que te machuque – disse Taylor e Lima prontamente parou o que estava fazendo pra ouvir. –, eu quero que você conte pra todo o mundo. – Sim, senhor – disse Lima. Taylor disse aquilo pra acalmar seus próprios instintos com um pouco de medo das consequências. A punheta continuou, Taylor estava quase pronto. Ele sentia mais esperma sendo produzido, mas, sem achar espaço, vazava imediatamente, mesmo sem orgasmo. – Você já gozou? - perguntou Lima, vendo o esperma correr. – Não… - disse Taylor. - Continue, por favor. Taylor sentiu seu corpo se preparando pra gozar, embora Lima tivesse começado a punheta havia menos de cinco minutos. – Cuidado – disse Taylor. - Lá vem. Lima fechou os olhos, agarrou o pênis de Taylor com as duas patas dianteiras e esfregou com toda força e velocidade que tinha. Taylor gozou o que parecia ser 25 litros de esperma em quinze longos jatos. De olhos fechados, Lima conseguiu evitar ser atingido nos olhos, mas, de mãos ocupadas, ele não conseguiu evitar se atingido na cabeça e até nas costas, com o voo da ejaculação e subsequente queda. – Nossa, Taylor… - disse Lima. – Desculpe – respondeu Taylor. – Não… Tudo bem, não se preocupe… - assegurou Lima. Silêncio por alguns segundos. Taylor queria recompensar Lima. – Você também está necessitado, não é? - Taylor perguntou. – Sim… - Lima confessou. – O que você quer fazer? Lima nem sabia por onde começar. Então ele tentou se lembrar da fantasia mais recente que ele teve. Lima ficou sem graça de dizer o que ele pensou. – Pode dizer – Taylor assegurou. - Eu não vou achar ruim. – Queria comer um cu – disse Lima, imediatamente. Silêncio por mais alguns segundos. Taylor pensou a respeito. Lima era muito pequeno pra causar qualquer tipo de dor. Não haveria problema. Mas era melhor ninguém ficar sabendo. – Tudo bem – disse Taylor. - Você quer o meu? Lima quase recusou: – Você não acha que vão zombar de você se souberem que você deu pra mim? – É só ninguém saber – disse Taylor. Lima assentiu e se aproximou. Taylor entrou em posição. – É alto – disse Lima, com dificuldade de se colocar em posição por causa da diferença de tamanho. – Você consegue – Taylor encorajou. Lima se colocou em posição, finalmente. Ele enfia sua ereção no ânus de Taylor, o qual sente. Realmente, é pequeno. Mas ele queria que Lima se sentisse “masculino”. Taylor estava já satisfeito, então permitiu que Lima o penetrasse até o gozo. O filhotinho só conseguiu ejacular 500 mililitros. Provavelmente havia se masturbado havia poucos dias… Lima se deitou, satisfeito. - Foi minha primeira vez – ele disse. – Nada mal pra uma primeira vez – disse Taylor.