Español. En un pueblo, en la isla de los Yoshis, había un inquilino que se destacaba por el tamaño de su vientre: Alves, el Red Yoshi. Dicen que el rojo es el color de la pasión y del deseo. Alves ciertamente tenía ambas características, quiçás exacerbadas, pero para un tipo de objeto muy específico. Yoshis son reptiles universalmente ovíparos; incluso los machos de las especies ponen huevos. Los huevos no siempre son de su propia especies, ya que Yoshis pueden colocar una de sus presas dentro de uno de sus huevos, aunque a menudo esté vivo. Y Alves amaba sus huevos. De hecho, le encantaba retenerlos. Es por eso que su vientre siempre era grande, con los huevos que su cuerpo necesitaba para expulsar, pero Alves luchaba por retenerlos. Muchas veces Alves ingirió más de lo habitual a propósito para convertir sus presas en huevos y mantenerlos en su vientre hinchado. Su pasión por la sensación de tener huevos atrapados en la cloaca era tan fuerte que a menudo pasaba cinta adhesiva en la salida de su cloaca, evitando que los huevos le salieran cuando las contracciones en su cuerpo eran demasiado fuertes. Cada vez que Alves retenía unos cinco o seis huevos, él tenía una erección. Alves sabía que esto se debía a un fetiche, no solo porque los huevos le presionaban la próstata. En aquella mañana, Alves se había despertado con unos ocho huevos dentro de él. Su cloaca estaba sellada con cinta adhesiva. Se sentó con un poco de dolor. Su vientre estaba muy grande y redondo. Suspiró, emocionado y muy cachondo. Pero Alves tendría que ir a una celebración más tarde. Los preparativos se harían en aquella mañana. Luego también pasó la cinta en su ingle, evitando que su pene se ponga parado fuera de su hendidura reptiliana. Sin embargo, su pene estaba hinchado y estaría erecto, goteando, si no fuera por la cinta. Se levantó con cuidado y fue al río más cercano. El problema de tener cintas en la ingle era que Alves tampoco podía orinar. Alves estaba siempre sediento en las mañanas, así que fue al río a beber agua. Todo estaría bien si Alves pudiera aguantar las ganas de orinar hasta el final de los preparativos para la fiesta de la cosecha. Si no podía aguantar las ganas, Alves tendría que quitarse las cintas, pero no podría irse a casa para ponerse cintas nuevas. Si necesitara urgentemente orinar, tendría que confiar en la capacidad de su cuerpo de no tener una erección durante los preparativos de la fiesta, aunque estaba lleno de huevos que necesitaban desesperadamente salir. Alves caminó lentamente hasta el claro donde se estaba preparando la fiesta. Yoshis son criaturas muy tolerantes y no les importa el fetiche de Alves. Cuando ven que Alves está lleno de huevos, simplemente lo abrazan con cuidado, dándole la bienvenida. Alves no es el único Yoshi en esa tribu que tiene gustos peculiares: Gomes es bastante cariñoso con los bebés humanos. Pero esa es otra historia. Mientras nadie lastime a otros, a los Yoshis no se preocupan por las preferencias sexuales de Alves o Gomes. Alves tomó una viga de madera para preparar las carpas para más tarde. Gomes lo ayudó. - ¿Te duele la cloaca? - Gomes preguntó. - Solo un poco - dijo Alves. - Pero es un dolor caliente. Gomes había preguntado aquello porque había tomado la viga detrás de Alves, lo que le permitió ver la cinta bloqueando la cloaca de su amigo. Pero con el tiempo, la cinta de la ingle comenzó a humedecer con las gotas de orina que escapaban de Alves. Alves excusóse, fue a un arbusto y quitóse la cinta para aliviarse. Orinó durante dos minutos antes de regresar al trabajo. Sin embargo, con cada paso que dio con su cloaca llena de huevos, su próstata fue masajeada agradablemente. Su pene salió de la hendidura reptiliana que tenía. Gomes notó. Aunque Yoshis eran tolerantes, todavía se preocupaban por el bienestar del otro. Sería muy aburrido si Alves lastimó el pene durante los preparativos. - ¿No quieres masturbarte antes de continuar? - Preguntó Gomes. - Sería bueno ... - respondió Alves. - Simplemente no tome mucho tiempo, así que no parece que te estés escondiendo en nosotros - dijo Gomes sonriendo. Alves fue tras un arbusto nuevamente y comenzó a jugar con su pequeño pene, sonriéndose, ¡sintiéndose tan bien y relajado! Poco después de su orgasmo, comenzó a sentir menos placer para retener los huevos. Tal vez debería dejar salir al menos uno... Sacó cuidadosamente la cinta de su cloaca, sintiendo que el huevo más cerca de la salida abría un poco el ano. Alves sintió que sería difícil liberar solo un huevo, porque su cuerpo necesitaba expulsar los huevos con urgencia. Estaba con cuidado ... empujando el huevo con calma ... Pero, cuando salió el huevo, el segundo salió inmediatamente y el tercero se movió rápidamente a la salida. Alves contrajo todos los músculos que pudo y logró reternerse el tercer huevo. Tomó el segundo huevo y lo empujó hacia el ano, forzando lentamente el huevo dentro, jadeando. Aunque ya había tenido su orgasmo, le gustaría a Alves retener a los otros huevos hasta más tarde, por lo que no podía vaciarse por completo. Ahora sin la cinta para ayudarlo en la tarea de mantener los huevos, Alves regresa al claro y encuentra a Gomes. - ¿Salió todo bien? - Gomes pregunta. - Sí, estoy ... - Alves corta su propia oración y pone ambas manos en la parte trasera, para retenerse el huevo que casi salió. - bien mejor. Gomes se sorprendió. - ¿Algo mal? - le preguntó. - Tengo huevos para poner, pero no quiero ponerlos ahora - se quejó Alves. Gomes pensó un poco y dijo: - ¡Estaré detrás de ti para ayudarte a retener los huevos, entonces! Alves sonrió y asintió a Gomes. Entonces Gomes estaba justo detrás de Alves, siempre. Los otros Yoshis piensaran que era divertido e incluso tierno veer a los dos amigos haciendo tales cosas. Cada vez que el huevo comenzaba a salir, Gomes se apresuraba a imperdirlo. Cuando comenzó la celebración, Alves no podía bailar mucho. Los huevos aún tenían que salir y Gomes ahora tenía una mano constantemente en el trasero de Alves para no dejar que saliera algún huevo. Pero al ver la comida y los bailes, Alves comenzó a repensarse. Podría llenarse de huevos en otro momento ... - Voy a ponerlos ahora - dijo Alves a Gomes. Gomes sonrió. - ¿Puedo ver? - le preguntó. - ¡Claro! - dijo Alves. Nuevamente, fueron tras el arbusto, que Alves ya había usado dos veces. Alves se agachó y Gomes lo estaba mirando, sonriendo. Alves comenzó a poner sus huevos, haciendo un ruido divertido ("¡Pop!") Cada vez que salía un huevo. ¡Finalmente! La sensación de alivio fue tan buena y tan fuerte que Alves comenzó a tener otra erección. Gomes se rió y abrazó a Alves tan pronto como terminó el desove. En total, con lo que había dejado temprano, había ocho huevos. Alves y Gomes mantuvieron el abrazo por algún tiempo, antes de que Gomes dijera: - Mejor regresamos o perderemos toda la celebración. - Es cierto ... - dijo Alves. Los dos dejaron los arbustos y regresaron. English. In a village, in Yoshi Island, there was a denizen who stood out for the size of his belly: Alves, the red Yoshi. They say red is the color of passion and desire. Alves certainly had both characteristics, perhaps exacerbated, but for a very specific type of object. Yoshis are universally oviparous reptiles; Even the males of the species lay eggs. Eggs are not always of their own kinds, for Yoshi can lay one of their prey within one of his eggs, often with said prey alive. And Alves loved his eggs. In fact, he loved to retain them. That's why his belly was always big, with eggs that his body needed to eject, but that Alves struggled to retain. Many times Alves ingested more prey than usual on purpose in order to turn them into eggs and keep them into his swollen belly. His passion for the feeling of having eggs trapped in the cloaca was so strong that he often applied tape on the cloaca exit, preventing eggs from leaving when contractions on his body were too strong. Whenever Alves retained five or six eggs, he had an erection. Alves knew this was because of a fetish, not only because the eggs harshly pressed on the prostate. That morning Alves had woken up with about eight eggs inside him. His cloaca was sealed with tape. He sat with a little pain. His belly was very large and round. He sighed, excited, dying of horniness. But he would have to go to a celebration later. The preparations would be made that morning. So he also applied tape also on his groin, preventing his penis from leaving his reptilian slit. Nevertheless, his penis was swollen and would be erect, out of the slit, dripping, wasn't for the tape. He got up carefully and went to the nearest stream. The problem of having tapes in the groin was that he couldn't urinate either. As always, Alves woke up thirsty, so he went to the river to drink water. It would all be fine if he could endure his urge to pee until the end of the preparations for the harvest party. If he couldn't take it and needed to urinate, he would have to take the tapes off, but, once there, he would not be able to go home to put on new tapes. If he urgently needed to urinate, he would have to trust his body's ability not to have an erection during the party preparations, even though he was full of eggs that desperately needed to leave. Alves walked slowly to the clearing where the party was being prepared. Yoshis are very tolerant creatures and don't care about Alves's fetish. When they see that Alves is full of eggs, they just drop a giggle and hug him carefully, welcoming him. Alves is not the only Yoshi in that tribe that has peculiar tastes: Gomes is quite affectionate with human babies. But that is another story. As long as no one is hurting anybody, the Yoshis don't care about each other's sexual preferences. Alves took a wooden beam to prepare the tents for later. Gomes helped him. - Does it hurt? - Gomes asked. - Just a little - said Alves. - But it's a hot pain. Gomes had asked that because he had taken the beam behind Alves, which allowed him to see the tape blocking his friend's cloaca. But over time, the groin tape began to moisten with the urine drops that were escaping from Alves. He excused himself, went to a bush and took the tape off to relieve himself. He urinated for two minutes before returning to work. However, with every step he took with his cloaca full of eggs, his prostate was massaged pleasantly. His penis came out of the reptilian slit he had. Gomes noticed. Although Yoshis were tolerant, they still worried about each other's well-being. It would be very worrying if Alves hurt his penis during the preparations. - Don't you want to masturbate before you continue? - Gomes asked. - It would be good ... - answered Alves. - Just don't take a long time, so you don't look like you're hiding from us - Gomes said smiling. Alves went behind a bush again and started playing, smiling at himself and getting even redder, feeling so well and relaxed! Shortly after his orgasm, he began to feel less pleasure into containing the eggs. Maybe he should let go at least one ... He carefully took the tape off his cloaca, feeling the egg closest to the exit opens his anus a little. Alves felt that it would be hard to release only one egg, because all eggs needed to leave urgently. He was careful ... pushing the egg calmly ... When the egg came out, the second immediately came out and the third moved quickly to the exit. Alves contracted all the muscles he could and held the third egg. He took the second egg and pushed it back, slowly forcing the egg inside, panting. Although he had already had his orgasm, he would want more later, so he could not completely empty. Now without the tapes to assist him in the task of holding the eggs, Alves returns to the clearing. He finds Gomes. - Everything worked? - Gomes asks. - Yes, I'm ... - Alves cuts his own sentence and puts both hands on the rear, to hold the egg that almost came out. - much better. Gomes was surprised. - Something wrong? - he asked. - I have eggs to put, but I don't want to put them now - Alves complained. Gomes thought a little and said: - I'll be behind you to help you hold the eggs, then! Alves smiled and nodded to Gomes. So Gomes was just behind Alves, always. The other Yoshis found it funny and even cuddly. Whenever the egg began to leave, Gomes was quick to push it back into Alves rear. When the celebration began, Alves could not dance much. The eggs still needed to leave and Gomes now had a hand constantly in Alves's ass so as not to let the eggs come out. But seeing the food and the dances, Alves began to rethink. He could be filled with eggs another time ... - I'll release them - Alves told Gomes. Gomes smiled. - I can see? - he asked. - Of course! - said Alves. Again, they went behind the bushes, where Alves had already gone twice that day. He crouched down and Gomes was watching him, smiling. Alves began to lay his eggs, making a funny noise ("pop!") whenever an egg came out. Finally! The feeling of relief was so good and so strong that Alves began to have another erection. Gomes laughed and hugged Alves as soon as the oviposition ended. In all, counting with what egg that was laid earlier, there were six eggs. Alves and Gomes were embraced for some time, before Gomes said: - Better we go back or we will lose all the celebration. - It's true ... - said Alves. The two left the shrubs and returned. Português. Em um vilarejo, Ilha do Yoshi, havia um inquilino que se destacava pelo tamanho de sua barriga: Alves, o Yoshi Vermelho. Dizem que vermelho é a cor da paixão e do desejo. Alves certamente tinha as duas características, talvez exacerbadas, mas por um tipo bem específico de objeto. Yoshis são répteis universalmente ovíparos; mesmo os machos da espécie põem ovos. Nem sempre os ovos são de sua própria espécie, pois o yoshi pode colocar uma de suas presas dentro de um dos seus ovos, antes de desová-lo, frequentemente ainda vivo. E Alves amava seus ovos. Na verdade, ele amava retê-los. Por isso sua barriga estava sempre grande, com ovos que seu corpo precisava ejetar, mas que Alves lutava para reter. Muitas vezes, Alves ingeria mais presas que o usual de propósito, a fim de transformá-las em ovos e mantê-los em sua inchada barriga. Sua paixão pela sensação de ter ovos presos na cloaca era tão forte, que ele muitas vezes passava fita adesiva na saída da cloaca, impedindo os ovos de sair quando as contrações em seu corpo eram fortes demais. Sempre que Alves retia cinco ou seis ovos, ele tinha uma ereção. Alves sabia que aquilo era por causa de um fetiche, não somente porque os ovos lhe pressionavam duramente a próstata. Naquela manhã, Alves havia acordado com cerca de oito ovos dentro de si. Sua cloaca estava selada com fita adesiva. Ele se sentou, com um pouco de dor. Sua barriga estava bem grande e redonda. Ele suspirou, excitado, morrendo de tesão. Mas ele teria que ir a uma comemoração mais tarde. Os preparativos seriam feitos naquela manhã. Então ele passou fita adesiva também na virilha, impedindo que seu pênis saísse de sua fenda reptiliana. Não obstante, seu pênis estava inchado e estaria ereto, pra fora da fenda, pingando, não fosse a fita. Ele se levantou com cuidado e foi até o riacho mais próximo. O problema de estar com fitas na virilha era de que ele também não podia urinar. Sempre, Alves acordava com sede, então ele ia até o rio para beber água. Tudo ficaria bem, se ele aguentasse até o final dos preparativos para a festa da colheita. Se ele não aguentasse e precisasse urinar, ele teria que tirar as fitas, mas não poderia voltar pra casa a fim de colocar fitas novas. Se ele precisasse urgentemente urinar, ele teria que confiar na capacidade de seu corpo de não ter uma ereção durante os preparativos para a festa, apesar de ele estar cheio de ovos que desesperadamente precisavam sair. Alves andou lentamente até a clareira onde a festa estava sendo preparada. Yoshis são criaturas bastante tolerantes e não se importam com o fetiche de Alves. Quando eles veem que Alves está cheio de ovos, eles apenas soltam um risinho e o abraçam com cuidado, lhe dando boas-vindas. Alves não é o único yoshi naquela tribo que tem gostos peculiares: Gomes é bastante carinhoso com bebês humanos. Mas isso é outra história. Desde que ninguém esteja machucando os outros, os yoshis não se importam com as preferências sexuais uns dos outros. Alves pegou uma viga de madeira para preparar as barracas para mais tarde. Gomes o ajudava. - Dói? - Gomes perguntou. - Só um pouco - respondeu Alves. - Mas é uma dor gostosa. Gomes havia perguntado aquilo porque havia pego a viga por trás de Alves, o que lhe permitiu ver a fita bloqueando a cloaca do amigo. Mas, com o passar do tempo, a fita da virilha começou a umedecer com as gotinhas de urina que estavam escapando de Alves. Ele pediu licença, foi até um arbusto e tirou a fita pra se aliviar. Ele urinou por dois minutos, antes de voltar para o trabalho. No entando, a cada passo que ele dava com a cloaca cheia de ovos, sua próstata era massageada prazerosamente. Seu pênis saiu um pouco da fenda reptiliana que ele tinha. Gomes percebeu. Embora yoshis fossem tolerantes, eles ainda se preocupavam com o bem-estar uns dos outros. Seria muito chato se Alves machucasse o pênis durante as preparações. - Você não quer se masturbar antes de continuar? - perguntou Gomes. - Seria bom... - respondeu Alves. - Só não demore, pra não parecer que você está se escorando em nós - disse Gomes, sorridente. Alves foi atrás de um arbusto novamente e começou a se tocar, sorrindo pra si mesmo e ficando ainda mais vermelho, se sentindo tão bem e relaxado! Logo após ter seu orgasmo, ele começou a sentir menos prazer por prender os ovos. Talvez ele devesse soltar, pelo menos, um... Ele cuidadosamente tirou a fita de sua cloaca, sentindo o ovo mais próximo da saída abrir o ânus um pouco. Alves sentiu que seria difícil soltar somente um ovo, porque todos precisavam sair urgentemente. Ele foi com cuidado... empurrando o ovo com calma... Quando o ovo saiu, o segundo imediatamente saiu junto e o terceiro se movia rapidamente para a saída. Alves contraiu todos os músculos que podia e segurou o terceiro ovo. Ele pegou o segundo ovo e o empurrou de volta, lentamente forçando o ovo pra dentro, ofegante. Embora ele já tivesse tido seu orgasmo, ele iria querer outros depois, então não podia se esvaziar totalmente. Agora sem as fitas pra auxiliá-lo na tarefa de segurar os ovos, Alves volta à clareira. Ele encontra Gomes. - Deu tudo certo? - Gomes pergunta. - Sim, tô... - Alves corta sua própria frase e põe ambas as mãos no traseiro, pra segurar o ovo que quase lhe saía. - bem melhor. Gomes estranhou. - Algo errado? - ele perguntou. - Tenho ovos pra colocar, mas não quero colocá-los agora - Alves reclamou. Gomes pensou um pouco e disse: - Eu vou ficar atrás de você pra te ajudar a segurar os ovos, então! Alves sorriu e assentiu pra Gomes. Assim, Gomes andava logo atrás de Alves, sempre. Os outros yoshis achavam aquilo engraçado e até fofinho. Sempre que o ovo começava a sair, Gomes era rápido em emupurrá-lo de volta cloaca adentro. Quando a celebração começou, Alves não podia dançar muito. Os ovos ainda precisavam sair e Gomes agora tinha uma mão constantemente na bunda de Alves pra não deixar o ovo sair. Mas, vendo a comida e as danças, Alves começou a repensar. Ele poderia se encher de ovos outra hora... - Eu vou desovar - disse Alves a Gomes. Gomes sorriu. - Eu posso ver? - ele perguntou. - Claro! - disse Alves. Novamente, eles foram atrás do arbusto, o qual Alves já havia usado duas vezes. Ele se agachou e Gomes o estava assistindo, sorrindo. Alves começou a colocar seus ovos, fazendo um barulhinho engraçado ("pop!") sempre que um ovo saía. Finalmente! A sensação de alívio era tão boa e tão forte que Alves começou a ter outra ereção. Gomes deu um risinho e abraçou Alves logo que a desova terminou. Ao todo, contando com o que saíra mais cedo, foram seis ovos. Alves e Gomes ficaram abraçados por algum tempo, antes de Gomes dizer: - Melhor voltarmos ou perderemos toda a celebração. - É verdade... - disse Alves. Os dois deixaram os arbustos e voltaram.