En la sabana se encontraba un bebé león buscando comida lejos de su padres. Este pequeño de apenas 2 meses logró gatear demasiado lejos fuera de la seguridad de su manada. La joven criatura, tiene cierta característica que lo hace difícil de no ver. Su culo, el cual es del tamaño de 2 pelotas de boliche por lo gordo que es, con muslos y caderas que lo hacen parecer más una presa que un cazador. Al gatear, sus nalgas aplauden avisando a todas las presas que están cerca. Luego de pasar varias horas vagando por ahí, el hambre se empieza a notar. Para su suerte, ve a la distancia la cebra más jugosa y apetitosa jamás vista. Este macho es enorme, tiene un culo gigantesco, cada nalga del tamaño de un elefante, con muslos tan gordos y carnosos que le hacen agua la boca al bebé, unas caderas que tumban árboles al caminar, y unas enormes bolas que se le notan desde cualquier ángulo. El solo ver este manjar hace que el estómago del bebé ruja por primera vez. Y el trasero de la cebra también le ruge de vuelta con un fuerte pedo que arranca las hojas de los árboles detrás de él. A medida que se acerca por detrás, la peste es más fuerte, el bebé puede notar como el trasero de la cebra suelta una columna de humo verde el cual espanta a todos los depredadores. A todos menos al bebé que logra avanzar motivado por su hambre. Una vez llega a ponerse cerca de él luego de recibir directamente varias tormentas de pedos, el bebé está listo para atacar. La tierna criatura se lanza de un salto directo hacia su presa. Pero la cebra justo en ese momento hace su pata para su trasero para rascarse. Al hacer esto sus nalgas se abren lo suficientemente como para que el bebé termine más adelante de lo que esperaba, dándole una mordida justo en el ano del equino. Los dientes del bebé aún no están muy desarrollados, lo que junto al gran tamaño de la dona de este animal, causan que la cebra no sienta dolor alguno por la mordida. Sin embargo, poner su boca contra el sucio agujero que nunca ha sido limpiado, asustó a la presa, la cual, empezó a cagar por reflejo. La cebra suelta un gemido y cae al suelo por la increíble fuerza que está haciendo al cagar. Sus patas traseras aún están de pie pero temblorosas, su cola levantada, su lengua afuera y los ojos en blanco. Simplemente perdió el control, completamente incapaz de parar. El bebé quedó atrapado en este frenesí de desechos, recibiendo cada tonelada de caca se cebra directo a su pancita la cual no volverá a tener hambre por años. La erección del equino se pone dura rápidamente, no puede detener la caca de su ano pero le encanta. Con la cara contra el piso, el lleva sus patas delanteras a su trasero, lo toma y se abre las nalgas, provocando que su desenfrenada máquina de chocolate se vuelva mucho más agresiva. Ahora su caca sale 10 veces más fuerte y el doble de gruesa (y mira que ya era bastante gruesa). Toda esa monstruosidad de troncos entran por la garganta del bebé como si fuera un tubo por donde bajan los desechos. Las horas pasan, el sol paso de salir a esconderse, la noche empieza y la cebra apenas está por terminar. El bebé paso desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la noche siendo un inodoro viviente. Una vez el bebé cree que la cebra dejo de cagar, otro tronco empieza a salir empujando más carga dentro su estómago. Luego otra pausa de 2 segundos y otro tronco empieza a salir, luego otro, luego otro y otro. La caca de la cebra pasa de ser una línea ininterrumpida a varios troncos cuando está cerca de terminar. Cada tronco es más largo y grueso que un gran árbol pero menos largo que el anterior, y cada uno tarda un minuto entero en salir con una velocidad sorprendente. Luego de una hora, la cebra tira fuertes pedos en la pausa de cada tronco. Estos pedos tienen un fuerte olor a caca y sueltan mucho más viento que antes. Pedos tan fuertes que mandarían a volar al león si no fuera porque tiene miles de toneladas de caca dentro de el. Finalmente otras 2 horas pasan y el último de los troncos sale, siendo una bola perfectamente circular que también entra a la boca del bebé sin problema alguno. El ano de la cebra quedó humeando luego de disparar con tanta fuerza, soltando una columna de humo café oscuro que le bebé huele al respirar pues su nariz quedó justo encima. Tanto la boca del bebé como el recto del macho quedaron abiertos y estirados por la caca. El equino se quedó exhausto y muy satisfecho, cagando dormido, sudado, con la lengua en el suelo y con su culo acostado sobre la cara del bebé. Sin embargo las cosas aún no han terminado, ya que ahora se vienen los pedos más fuertes que la cebra haya soltado en su vida. Pedos después de cagar la carga más grande de su vida, combinados con pedos mientras duerme. La caca que quedó en la boca del pequeño es empujada por el denso gas que penetra hasta su estómago y pulmones. Cada pedo dura alrededor de 5 minutos, con pausas de solo unos segundos entre ellos. La cebra duerme plácidamente mientras sus nubes de gas olor a caca se disparan al bebé que también está cansado luego de un largo de día de comer caca. La joven criaturita se queda dormida a las 10 y media o en otras palabras, luego de una hora y media de oler y tragar los pedos de la cebra. Ahora el pequeño se va a sus dulces e inocentes sueños. O tal vez no. Por alguna razón, el bebé tiene un sueño donde la cebra suelta más caca dentro de él. El sol comienza a salir despertando al macho. Se siente de maravilla, durmió como nunca antes y se siente increíblemente ligero. Había pasado mucho tiempo sin cagar y este bebé le ayudó a soltar esos 7 meses de estreñimiento. Al levantarse por fin ve al bebé, no sabía que estaba cagando en un bebé. Pensó que era algo como una serpiente o una hiena adulta. Pero el saber que soltó tanta caca en un pequeño de 2 meses le puso su pene más duro que nunca. Simplemente la vista de un bebé con la nariz y boca soltando el de denso gas de sus pedos es excitante para él. Inmediatamente se subió sobre el pequeño usando su inflada panza como suelo y empujó su pene en esas gordas nalgas indefensas. Ahora ambos agujeros del pequeño león están abiertos, el del frente con caca y pedos y el de atrás con una enorme verga de equino y presemen. Su pene mide 5 metros, con venas más grandes que sus propias patas y un palpitar que se nota en cada centímetro del ano del bebé. Los empujones no se detienen, la cebra se enloquece por follar el trasero de la cría. Ya no tiene control alguno igual que como cago antes. Solo folla al bebé por puro instinto y placer. Jadear y hacer sonidos de bebé león es todo lo que puede hacer la criaturita. Cada vez que saca aire de la boca, expulsa una nube de gas café, aún tiene estómago lleno de los pedos de equino. El ruido se empieza a notar a lo lejos. Las bolas de la cebra chocan contra la panza inflada del bebé, sus gordas caderas lo nalguean y su culo aplaude por todo el movimiento, acompañado de fuertes pedos que ya no son amortiguados por el bebé. Horas después, la cebra por fin llega al orgasmo inflando al león con tanto semen que se nota como aumenta de tamaño. Todo el presemen se abrió paso y permitió que los litros y litros entrarán sin problema. Una vez saca su pene, el macho se va caminando muy feliz y satisfecho mientras menea sus nalgas naturalmente y suelta pedos a cada paso dejando un rastro de semen de su pene que termina en el culito del bebé. Semanas después, cuando el bebé terminó de digerir toda la caca y semen, el pequeño empezó a seguir a la central donde quiera que vaya. No fue difícil encontrarla, deja un rastro de peste y sus pedos se pueden escuchar a kilómetros de distancia. El se encariño con el gran macho y el no tiene problema con tener un tierno león que follar cuando quiere y encima también un inodoro que traga todo sin problemas.