Un par de ponys se abrían paso por el bosque: Flaney, nuestro amado viajero de gran trasero, y Gryl, un pony de pelaje verde claro y cabellera marrón, que conoció hace unos días mientras le compraba el equipo para acampar esa misma noche. –¿O sea que no es tu primera vez pasando la noche en el bosque? –Técnicamente no, pero sí será la primera vez que acamparé como tal. –Creo que sé a lo que te refieres –el pony galopa hacia adelante dando saltitos para poner su trasero cerca de la cara de Flaney–. Cuando era niño, me perdí en el bosque y de ahí conseguí mi cutie mark. –la cual es un par de árboles y unos arbustos. –No tuve miedo en ningún momento; me gustó pasar una semana ahí hasta que me encontraron. –Bueno, en mi caso no me perdí, sino que me llevaron. –Gryl vuelve a caminar a su lado mientras lo escucha. –Luego de eso quedé con las ganas de acampar de verdad. –Por eso mismo quise venir contigo, es una muy mala idea ir solo por primera vez. –Nunca te dije que era mi primera vez ¿Qué fue lo que me delató? –El tamaño de la tienda que ibas a comprar. –Suelta una risita –Era demasiado pequeña para tanta carne qué traes ahí atrás. –Oh, debí imaginarlo. Usualmente, la mayoría de objetos adaptados a… pues ya sabes. Gryl menea sus nalgas cerca de las de Flaney y pregunta: "¿Nuestros grandes culos?” Sí. Por lo general, una silla hecha para aguantar el tuyo también puede aguantar el mío también. Comprendo, igual es bastante útil saber cuando es necesario... Momento… ya casi llegamos al río. ¿Puedes escucharlo? Creo que sí. Ambos ponis aceleran el paso emocionados, con sus traseros aplaudiendo y meándose por el movimiento. Finalmente llegan, un hermoso río cristalino con peces a la vista y unos pocos animales bebiendo de él. Perfecto, hora de pescar la cena. –Dijo antes de bajar su mochila y sacar un par de cañas junto a una lata de cebo. –Te enseñaré cómo. –Ooohhh, ¡Genial!– Durante unas horas, a medida que bajaba el sol, los ponys pescaron en tranquilidad hasta que la cantidad de cebo, ninguna, les avisara que ya era hora de retirarse y empezar a armar la tienda. –Hey, no fueron pocos para un principiante. –Dijo mientras empujaba un tronco que recién había cortado para utilizarlo de asiento. –Puede que incluso llegues a llenar una cubeta en tu próximo intento. Puede que mañana lo… –Un pedazo de pescado salta a su cara al atravesarlo con un palo– lo logré. ¿Los estoy poniendo bien? –Mmmm, es cosa de experiencia, ya le tomarás práctica. Gryl toma otro pez y lo ensarta de forma perfecta en el mismo palo. –Okis, déjame poner el resto.– Observando a Flaney continuar el trabajo, Gryl se sienta a un lado del tronco, levantando un extremo y enterrando el otro. –Asegúrate de no dejarlos muy cerca del fuego. Aunque atrapamos muchos, no quiero perder ni uno. Una vez la fogata queda rodeada de varios kilos de distintos peces, como si ganara la competencia, Flaney levantó a Gryl en cuanto dejó que el peso de su trasero descansará en el tronco, hundiendo aún más su lado, haciendo la madera crujir. –Bueno, creo que así están bien… Por cierto, ¿En dónde pusiste la palita y el papel? Necesito ir al baño un segundo. La puse en tu mochila; con un trasero tan grande, imaginé que tú serías el primero en necesitarla, jaja. Acompañando su pequeña broma, Gryl le da una suave nalgada a su compañero. –¡No hagas eso! –Perdón, no pensé que te lo tomarías a mal, yo solo… Un sonido de algo grande y pesado cayendo se escucha detrás de Flaney. “¿Qué rayos?” Fue la pregunta más obvia al inclinarse hacia atrás y ver que detrás del tronco había caído un huevo de pascua, cubierto de un líquido transparente y viscoso, lo suficientemente viscoso para ver que este huevo salió del trasero de Flaney. –Oh vaya.– Se hace para adelante para ver la cara avergonzada de Flaney –No esperaba que fuera de esos ponis cochinos, no lo parecías ni un poquito, jeje. –¡No es lo que piensas! –¿Así? –Él se levanta y se para delante de Flaney– Cuéntamelo todo, eso es de verdad interesante, ¿Acaso perdiste una apuesta? –Te contaré, pero déjame ir al baño primero. –¿Por qué, acaso tienes más? El pony se sonroja y aparta la mirada. –¡Ja! ¡No lo puedo creer, sí que tienes más! Mientras Gryl se carcajea, se escucha como otros dos huevos caen. –Okay, okay –Limpiándose una lágrima de su ojo, toma un respiro hondo antes de seguir hablando. –Creo que ya me calmé… entonces, explícate. –No es que yo los quisiera tener ahí dentro; desde hace unos años es algo que me pasa esta durante semana del año. –¿Entonces son reales? Flaney asiente. Él toma el último de los huevos y, luego de limpiarle el lubricante anal natural, le da un golpecito, partiendo el huevo a la mitad para demostrar su afirmación. –Algunos están rellenos de caramelo, otros de pasas, unos de turrón, y así. Me di cuenta cuando pisé uno por accidente y noté que era diferente al primero. –Muy curioso –Dijo mientras tomaba la mitad del chocolate –¿Alguna vez los has probado?– Dicho eso, le da una mordida al chocolate. –Está muy bueno. ¡Aaaaahhh! ¡Deja eso! Salió de mi trasero… No, nunca lo he probado. ¿Y qué sucede con el otro? ¿Lo otro? Ah, ya… Preferiría no pensar en eso. Simplemente desaparece. ¿Crees que los huevos sean… “eso”? Los 2 se quedan en silencio viendo el dulce que sostienen. –...Nah– le da otro bocado al chocolate –Incluso si fuera así, –otro bocado– No me importaría, está muy rico. –¿De verdad?– Él le da un bocado al huevo de pascua. –Pues, no está mal. –¿Solo eso? Está increíble. Otro bocado –Okey sí, lo admito, está muy bueno. –Más que bueno en mi opinión… Y fue un hechizo, alguna poción, mmmm, ¿Hiciste enojar a un unicornio? –Sí, hice enojar a un unicornio hace tiempo, pero esto no fue lo que él hizo. –Quizás sea algo de familia. –No creo; conociendo a mi padre, se pondría a venderlos sin dudar. –¿Por qué no lo haces tú? Podrías ganar bastante. Flaney se sonroja y otro huevo cae; este se escuchó más grande que los otros. –Pues… no lo sé, tendré que pensarlo. –Quizás como un producto exclusivo. –Rodeando el tronco, Gryl se va detrás de Flaney –¿Cuántos sueles producir al día? –1 o 2, pero suelen ser más cuando… Una nalgada aún más fuerte que antes interrumpe al pony, haciéndolo expulsar con fuerza otros 2 huevos. –Cuando alguien toca tu gordo trasero, jaja. –Sí… ¿Y tú por qué estás ahí atrás? Al voltear, ve a su compañero comiendo uno de los huevos recién salido del horno. Con todo y el viscoso fluido anal en sus labios. Je, no me pude resistir. ¿Me los puedo quedar, verdad? Eeeee, sí, supongo. –¡Perfecto! Pues, ¡Provecho! –Provecho Hubo unos cuantos minutos de silencio donde lo único que se escuchaba junto al fuego y el bosque, era el masticar de ambos, uno por el chocolate y el otro por el pescado hasta casi acabarlos. Oye, Flaney –Tragando lo último de chocolate mientras el mencionado seguía con el pescado. –¿Crees que podrías cagar unos cuantos huevos más? –¿¡Qué!? –Mmmm, quizás debí utilizar una palabra más fina y menos asquerosa, pero jeje, sí, eso. Tú te quedas con el pescado y yo ceno tu delicioso chocolate. –Explicó con una sonrisa descarada mientras se relamía. –Eres raro– suspiro –Pero supongo que es mejor que se desperdicien. Flaney se levanta y se pone en posición. Hace fuerza para servir más chocolate, lo que abre visiblemente su ano. –Woah, tu agujero de verdad se está estirando. –Es el décimo de esta semana, no es gracioso. –Lo siento… –El huevo cae al suelo, abriendo su apetito. –Nah. Gryl toma el huevo y se lo lleva a la boca casi por completo. Flaney, por su parte, está completamente apenado, pero no solo por la bizarra situación, sino porque en esa posición, se dio cuenta de que su miembro estaba duro desde hace quién sabe cuánto tiempo. –Vienen más en camino, prepárate. El pony se lo tomó literal, acostándose boca arriba con la boca abierta debajo del cada vez más estirado trasero de Flaney. Huevo tras huevo, Gryl iba devorándolos apenas salían y, al contrario de llenar su estómago, el increíble sabor de estos solo abría cada vez más su apetito. –Tu estómago empieza a verse algo abultado ¿Mejor paramos no? –Claro que no, más bien, ven acá. Tomado de sus gordas caderas, Flaney es empujado hacia abajo, sentándose en la cara de su compañero, donde de inmediato puede sentir la lengua de este entrando por su agujero. ¡Aaaah, no, espera! Ahora, huevos de pascua no era el único que salía del cuerpo de Flaney. La repentina introducción llevó al macho al límite, apagando un poco la fogata y cubriendo unos pocos pescados. La reacción en cadena que esto desató fue devastadora. El llegar al orgasmo hizo que Flaney empezara a expulsar muchos más huevos de pascua, uno tras otro, como si fueran anal beads, una comparación muy adecuada, pues estos, saliendo de sus intestinos, empujan su próstata. Más la lengua de su amigo, son el suficiente estímulo anal para que, pocos segundos después del anterior, lleve a Flaney a un nuevo orgasmo. Por suerte, Flaney no pasaría por esto solo, pues Gryle estaba disfrutando del sabor del chocolate, quizás demasiado, también llegando al orgasmo unas cuantas veces mientras sentía cómo su estómago crecía y, por consecuencia, presionando su erección cada vez más, disparando hacia los arbustos. Este ciclo se continuó repitiendo hasta que ambos ponys quedaron exhaustos tirados en el suelo, jadeando en casi completa oscuridad. Las pocas llamas que quedaron de la fogata duraron lo suficiente para que ambos ponis pudieran recuperar energía para limpiar el desastre. O bueno. Que Flaney lo limpie y se coma los pescados que quedaron luego de quitarles el semen de encima y cocinarlos un poco más. Gryl no podía hacer mucho con todo ese peso en su estómago.