Estos últimos días de su viaje, Flaney se ha quedado en un pequeño pueblo no muy lejos de su hogar. Su plan era pasar allí 3 días, sin embargo, un pony que le ha llamado mucho la atención lo ha hecho quedarse. El pony en cuestión es un macho de pelaje color zafiro, caballo esmeralda y una caja de fósforos como cutie mark en su gran trasero. Cada vez que Flaney ha querido acercarse a hablarle, su imponente presencia y profunda voz lo han intimidado y forzado a huir de vergüenza. Eso se continuó repitiendo hasta que la billetera de Flaney ya no pudo pagar más el motel donde se estaba quedando, si o si tenía que hablar con él hoy. Por la noche se lo topó a lo lejos, estaba entrando a lo que parecía un lujoso club que se ve muy popular por su larga fila, así. Antes de ver si se forma, es detenido al toparse con el cartel del local. Solo se podía entrar pagando o, como es noche de chicas, siendo yegua. No tiene suficiente para la entrada del caro lugar y claramente no es mujer… ¿O si? Con un jersey de taya grande que compro en una tienda cercana gastando lo ultimo que le quedaba, el pony tomó sus propias bolas y las sujetó en el cuello de la prenda, simulando un par de pechos, y unos bastante grandes. No era el mejor plan del mundo, y ver que los guardias le negaban la entrada a muchos ponies no le daba ninguna confianza. Cuando llegó al inicio de la fila, ambos guardias se le quedaron viendo hasta que uno se bajó sus lentes oscuros y preguntó: –¿Por qué son marrones? –Apuntando con su pata las nuevas partes de Flany. –Ahhh… –Fue lo único que salió de su boca antes que el otro guardia lo salvara –Deja en paz a la chica, no siempre tenemos a una así de dotada ahí dentro. Tanto por sus “pechos” y sobre todo trasero, Flaney era notablemente más grande que las otras ponies, lo que finalmente le dio pase al club. Luces, baile, bebida y buena música. Flaney por un momento se distrajo mirando el lugar, vuelto a lo que estaba cuando algo grande y suave chocó su trasero. –¡Perdón! –Al voltear a ver quién golpeó, resultó ser el mismo pony que estaba buscando, quien había pegado su trasero al de Flaney. –Hola linda, primera vez que te veo por acá ¿Eres nueva en el pueblo? –S-si, vine hace poco –La voz de mujer de Flaney es lo suficientemente convincente, y ahora está obligado a seguir fingiendo pues ya lo vio en su disfraz. –Que bien, yo te podría mostrar el sitio… por cierto, tu cara se me hace familiar, creo que te he visto antes… –¿¡Que!? –La voz de macho se le escapa por un segundo, se aclara la garganta y responde –No creo, habría recordado ver a un pony como tú. –Eso no te lo discuto, y ¿Cómo te llamas? –Soy Fla-Flaney, ¿Y tú? –Eróstato, es extranjero, solo llámame Ero. Es un placer conocerte, Flaflaney –dijo soltando una pequeña risa –Me sorprende que estés tan nerviosa, uno pensaría que ya tendrías bastante práctica con otros ponies queriendo conocerte. –Bueno… No estoy acostumbrada a situaciones así. –Oh, entiendo. Conozco al dueño, si quieres podemos ir a un sitio un poco más –Ero mueve su cadera de lado a lado, haciendo que su trasero vuelva a chocar con el de Flaney, efectivamente dándole una nalgada con sus propias nalgas –Privado. –Creo que eso estaría bien– Salir ya no era una opción, solo le queda continuar. La situación escaló bastante rápido. Esta habitación solo tenía una gran cama, luz tenue, un par de velas y un tarro lleno de condones al lado de una botella de lubricante. Al querer voltear para salir, Flaney solo ve a Ero entrando y cerrando la puerta detrás suyo junto con un par de bebidas. –Olvidé preguntar de cúal te gusta, así que te pedí algo sin mucho alcohol –dijo antes de subirse a la cama, la cual se dobló un poco por el peso de su trasero –Vamos, ponte cómoda, tenemos todo el cuarto para nosotros. Un poco sonrojado, Flaney toma un gran trago de su bebida para sacar algo de valor y se sube torpemente, doblando por completo su lado. –Woah, jaja, usualmente soy yo quien hace eso. –Lo siento. –No no no, es un cumplido. Nunca antes había conocido a alguien con un trasero más grande que el mío. –Pues, sí es bastante grande. –Ja, gracias –Ero voltea dándole la espalda a Flaney, mostrando su trasero directamente –Tal vez ya lo notaste por los “choques”, lo uso bastante para ligar, a las chicas les encanta –Con su pata levanta su nalga mostrando su gran agujero, húmedo y palpitante –¿Qué dices? ¿Te gusta la vista? La cara de Flaney se pone completamente roja, solo asiente rápidamente sin apartar la mirada. –Lo imaginé –Él se vuelve a voltear –Y a mí también me gusta bastante lo que veo –dijo mientras se acercaba más, deteniéndose a tomar un largo respiro –Encima ese perfume no me lo he podido quitar de la cabeza, huele mucho mejor sin todos los demás ponys alrededor. –Je… Se podría decir que es algo un tanto más... natural. –¿Ah sí? Tal vez pueda ver más de cerca de que se trata. Otro largo trago a su bebida dejando la copa vacía. –A-a-adelante. Sin vergüenza, Ero pone su cara contra las bolas de Flaney pensando que son sus pechos. Olfateando, besando, frotando con sus patas. Cualquier culpa por engañar a este macho que Flaney haya tenido desaparece rápidamente gracias al increíble trabajo que hace con sus partes. Varios minutos después, la cara de Ero queda impregnada con el olor de las bolas Flaney, momento en el que empieza a bajar su patas para quitarle su prenda al pony. Flaney pasó de perderse en el disfrute a alarmarse por completo. –¡Espera! –¿Ah? ¿Sucede algo? ¿Te hice daño? –No… Solo queeee –dijo mientras pensaba: “Rápido, piensa en alguna excusa, no puedo dejar que se entere, no me puede ver de frente” –¿Podrías ir atrás? –“¿¡Por qué dije eso!?” –Vaya, esperaba ir un poco más lento. Pero estaré más que encantado. Ero se levanta poniéndose en 2 patas, abriendo sus patas traseras mostrando lo que terminó de convencer a Flaney de continuar con esta actuación cuanto tiempo sea necesario. Las bolas de Ero son mucho más grandes que las de Flaney, y su miembro directamente hacia una sombra que dejó al que pronto tendrá ese mástil dentro, boquiabierto y aterrado. –Por tu cara imagino que nunca habías visto uno así de grande –Con su pata lo empuja apuntando hacia abajo, quedando con la punta a pocos centímetros de la boca de Flaney –Bueno, puedes voltear. Tímidamente Fleny hace caso, tanto asustado como emocionado por lo que acaba de ver. No está seguro si será capaz de aguantarlo, pero tampoco quiere detenerlo. Sintió un par de cascos en sus nalgas, estas fueron separadas y luego su pelaje se erizó al sentir caer algo frío en su ano. –Hhhhmmm, debí pedirles una botella extra, está apenas bastó para la mitad –Dicho eso, Flaney sintió la punta entrando, soltando un pequeño gemido –Aunque, no parece que lo vayas a necesitar. 2 lentos pasos adelante fueron lo que se necesitó para llegar hasta la base. El bulto que se formó en el estómago de Flaney fue suficiente para hacer que su jersey cediera y sus bolas cayeran en la cama. Ahora, desde esa perspectiva, su gordo trasero es lo único que oculta su verdadera identidad. Ero hace sus caderas hacia atrás y los empujones comienzan. Al principio es gentil, yendo tan lento como el celo y el alcohol le permiten, aunque con su tamaño, Flaney seguiría siendo destrozado incluso si se quedara quieto. Flaney se sujeta al borde de la cama, muerde la almohada con fuerza y, ahogando sus agudos gemidos en la suave tela, intenta relajar su cuerpo para recibir a este semental. A medida que cada embestida venía con cada vez más fuerza, se podía escuchar más claro el aplaudir de las nalgas de ambos machos, uno por el movimiento al dar las embestidas y del otro por recibirlas. Además de sumar las grandes bolas chocando entre sí. El pobre Flaney no aguanta más, sus gemidos se vuelven agudos ruidos al momento de disparar y manchar la cama. Rápidamente toma su miembro y lo empuja contra el edredón de la cama. Será difícil para quien tenga que limpiar eso, pero así no se arriesgará a ser descubierto. Más y más empujones continuaron, Flaney se encuentra al límite, al igual que las patas de la cama. Obligado a un segundo y tercer orgasmo, el pony cree que pronto caerá desmayado. Pero sin poder pensar más, el gran final se anuncia con un rugido de macho a su espalda, seguido de un fuerte último empujón que libera toda la carga que este semental estaba guardando, inflando a su pareja como nunca lo había hecho con cualquier otra chica. Las patas de ambos ceden al igual que las de la cama, cayendo acostados juntos mientras Ero sigue bombeando líquido dentro Flaney, quien simplemente está recibiendo demasiado, soltando varios orgasmos seguidos a medida que siente más y más semen en su interior. Al terminar, en un solo movimiento Ero sacó su miembro y se quedó acostado viendo el techo respirando agitado –Vaya –jadeó –Nunca imaginé conocer a una pony que se sintiera tan bien. Serías la novia perfecta. Con la poca energía que le queda Flaney responde sin pensar con su voz normal –Estaría encantado de ser tu novio. –¿¡Qué dijiste!? –De inmediato el pony se levanta a ver mejor el trasero de Flaney y ahí está, debajo de esa dona abierta y chorreante de semen, se encuentra un par de bolas ahora vacías. –¡Eres macho! –¡Lo sabía! –Pateando la puerta el guardia del principio entra de repente junto a su compañero. –¿¡Nos estaban espiando!? –Rápidamente Ero se tapa sus partes con las cobijas, muy sonrojado. –Eso no importa, aquí no se aceptan colados. Flaney fue tomado entre los guardias, es arrastrado dejando un rastro de semen detrás y lanzado afuera por la puerta trasera, donde quedó en el piso con su trasero hacia arriba, creando un charco a sus pies donde se quedó el resto de la noche. Al día siguiente Flaney se encontraba esperando el tren para irse del pueblo, sin poder sentarse por obvias razones. Con la mirada perdida pensando en todo lo que pasó, es sorprendido por un golpe en su hombro. –¡Au! Eso dolió ¿Qué te pa… ¡Ow! –Al voltear, se vuelve a topar con Ero, con una mirada seria y el ceño fruncido. –Ho-hola Ero… supongo que ahora sabes por qué estaba tan nervioso, jeje. Solo responde con otro golpe al hombro antes de irse, dejando a Flaney confundido. Pero pronto, sintió algo en su pelaje, al girar su cabeza, vio un papel pegado donde lo habían golpeado. Es la dirección de la casa de Ero, junto con el mensaje “Vuelve pronto”.