Perro había decidido traer a Robot a la playa, era una buena idea, pero lo fue por razones bastante distintas a lo que esperaba. Cómo cualquiera podría notar a simple vista, Perro tiene un gran y gordo trasero, visible incluso desde el frente, rebotando con el más mínimo movimiento y dejando los asientos de su sofá hundidos con la marca formada por el peso. Al ir caminando a la costa, más de uno voltea para ver de dónde viene ese ligero sonido de aplausos acolchados y al descubrir de dónde vienen, no apartan la mirada por los segundos que dure este en alejarse caminando. Su traje de baño tiene suerte de ser de los que se estiran, aun así marca bastante el contorno y todavía más estando mojado. Tienen su día de diversión como es lo normal. Solo un poco de dificultad para Robot, cargar los kilos extras de su amigo no es tan fácil. Una vez de vuelta a la costa, es momento de secarse. Perro sabe por experiencia que si no se quita el traje de baño para airear sus partes, tardarán horas en secarse, por lo que se lo quita y se agacha para pasarse la toalla, detrás de unas rocas para tener un poco de privacidad. Esto era normal para él, pero para Robot que justo se encontraba detrás teniendo la vista perfecta, es la primera vez que ve un gordo trasero mostrando directo hacia él y mostrando su gran ano. Perro soltó un bajo grito agudo al sentir 2 manos apretando sus nalgas con fuerza. Al voltear, Robot tenía una gran sonrisa sin apartar la vista de ahí abajo. Sin hacer nada al respecto, el can solo se quedó nervioso, muy sonrojado y moviendo la colita incapaz de pensar en que debería hacer. Y si hubiera podido, igual hubiera dejado a Robot seguir con lo suyo. Los apretones se transformaron en meneos, levantamientos, caricias y hasta nalgadas no muy fuertes… con sus manos no paraba de explorar cada centímetro, atraído por las extrañas físicas que le recuerdan un flan. Uno más suave y pesado. Cuando sus dedos se acercaron al ano de perro, este sintió la repentina sensación viajar por su espalda como un escalofrío. Volvió en sí dando media antes de que algo entrara ahí por primera vez. (Aunque con un trasero así es difícil creer que nadie lo haya estrenado, yo definitivamente lo invitaba a un café) Pero esa decisión de no querer ser penetrado solo duró lo que tardó en dar media vuelta, inmediatamente fue destrozada por algo igual de pesado que él. El pene de Robot estaba afuera, mucho más largo y grueso que su brazo, palpitando y goteando presemen. Ahora entiende por qué el costo extra. Perro no había visto esto cuando lo construía, y ahora, igual que como muchos hacen con su trasero, no puede apartar la mirada. Completamente sonrojado y moviendo la colita más rápido que nunca antes. Unos segundos de silencio después, Perro toma una decisión. Con sus patas hace a Robot para abajo para que se siente y da 2 pasos para delante. En esa posición, el dotado miembro pasa por debajo de sus piernas. Sus muslos son tan gordos y el miembro tan grueso que lo puede tocar aún con las piernas separadas. Es la primera vez que siente las partes de un macho levantando sus bolas por abajo, y le encanta como se siente. Robot no se queda quieto y vuelve a poner sus manos en el trasero de Perro y abre sus nalgas, dejando a la vista de cualquiera el gran ano de su can favorito. Una sonrisa nerviosa se formó en el rostro de Perro, ya no está tan sonrojado como antes, parte del nerviosismo se transformó en emoción que se tradujo al movimiento constante de su colita. Ya no se puede hacer nada para postergar esto, el miembro se endereza más y más hasta que la punta toca el agujero del perro. Las piernas del canino tiemblan y decide no hacer esfuerzo para evitarlo, cayendo hacia atrás y finalmente introduciendo la punta dentro suyo. Y aunque sea solo la punta, suelta un gemido. Rápidamente se lleva su collar a su boca para tener algo que morder, su colita y pelaje se erizaron, y su erección se presionó contra el pecho de Robot. Robot, reacciona como la máquina que es en el sentido más animal de la palabra. Toma a Perro de sus gordas caderas y lo empuja hacia abajo por completo de un solo movimiento, enseñándole al can a sentarse en sus bolas de un solo sentón. Él no soltó las caderas de Perro, lo sigue agitando de arriba a abajo a un ritmo constante y brutal, soltando chorros de presemen dentro para lubricar y todo con una gran sonrisa abierta y una mirada fija a Perro. Y su vista de cerca solo lo hace pensar que lo está haciendo muy bien. Perro muerde su collar tan fuerte que por poco no lo rompe, sus ojos perdidos con dificultad para abrirlos, jadeando con tanta intensidad que empaña el metal y pupilas vueltas corazones igual que las de Robot. Para tu primera vez, se recomienda esa posición para ser quien controla, pero aquí es todo lo contrario. Solo abraza el metal sin posibilidad de hacer nada dejándose dominar por completo. Varias personas pueden escuchar el trasero de Perro aplaudir a la distancia y chocando contra el metal, un sonido acompañado de gemidos guturales, los únicos que puede emitir en esta situación. El presemen y sudor salpica incluso hasta las rocas y la arena, la manta sobre la que están necesitará unas cuantas limpiezas para perder el olor a perro brutalmente penetrado. Después de un buen rato, Robot voltea hacia abajo con curiosidad al sentir algo extraño contra su pecho. Perro llegó al orgasmo así que de inmediato lo imitó, dándole un fuerte empujón final. Ese sentón y el semen de Robot entrando disparado en su interior fue el golpe final, en ese mismo instante tuvo un segundo y tercer orgasmo apenas terminado el anterior. Robot había destrozado su agujero y eso se reflejaba en la expresión con la que terminó el pobre can. Perro se quedó sentado hacia atrás, con una gran sonrisa, jadeando con su lengua afuera. Ya no estaba abrazando a Robot, lo único que impedía que cayera hacia atrás era el enorme miembro dentro suyo. Ya no se puede ver el bulto en su estómago, pues ahora está lleno todo el semen que venía con este modelo. Robot toma a Perro y lo levanta lentamente, su pene cae al suelo dando un golpe que sonó igual a un yunque azotado contra la arena. Dejó a Perro tan abierto que el semen comenzó a regarse como una cascada. Miró sorprendido cómo rápidamente el estómago que recién llenó se iba desinflando. Perro, habiendo recuperado un poco el aliento, pone su pata en el brazo de Robot indicando que ya puede bajarlo. En el suelo, Perro le da un empujoncito a Robot para acostarlo y lo sigue acabado, usándolo como almohada. Puede sentir su trasero palpitando mientras cierra los ojos lentamente para ver a Robot por el mayor tiempo posible antes de finalmente quedarse dormido abrazándolo y siendo abrazado por él.