Son las 5 de la mañana, el conductor del tren avisa a que el tren partirá en unos segundos y todos los pasajeros empiezan a subir en sus respectivos vagones. Fuera del tren, se encuentra un pony que no sabe que es conocido por muchos de otra especie de la que jamás ha escuchado. Flaney, un equino joven de pelaje color arena muy claro y cabello naranja caramelo un poco oscuro, intentaba escabullirse en el tren y entrar por algún vagón de carga sin que nadie se diera cuenta. Sin embargo, su propio cuerpo no le ayudaba mucho en el sigilo. Su culo es enorme, mucho más del tamaño ya exagerado que tienen todos los demás ponys, con un ano de dona comparable a una pizza y teniendo las nalgas así de grandes, su cutie mark en proporción es del tamaño de la cabeza de otros ponys. A cada paso que da, un constante aplauso de parte de su trasero lo sigue. Cuando finalmente encontró un vagón abierto, no dudo en correr para subirse, sin embargo, fue detenido en seco por otro pony que lo escucho venir sin problema. Este pony es imponente, pelaje rojizo y cabello rubio, muy parecido a Big Mac. Pony: Bueno bueno, ¿Y tú? No deberías estar por acá, ¿A donde ibas? Flaney: Lo siento, solo quería subir. Necesito tomar este tren. El pony no responde, solo baja del vagón y camina lentamente alrededor de Falney viéndolo de arriba a abajo muy de cerca. Sobre todo su tiempo para ver toda la parte trasera del chico, tocando un poco los gordos muslos y caderas con total libertad como estuviera ahí para ello. Flaney: Eh... Entonces ¿Me dejaras subir? Pony: ¿Sabes? Será un viaje muy largo, y yo también tengo algo muy largo que necesitará un poco de ayuda durante todo ese tiempo. Puedes subir si me dejas usar ese gordo trasero que cargas contigo. Flaney: ¿Perdona? No creo que... Flaney es interrumpido por una nalgada del pony que deja su trasero temblando por unos segundos. Pony: Deberías aceptar, sería grosero de tu parte no dejar que ese culo no cumpla su función. Además... Se escucha el silbido del tren y el humo de la locomotora empieza a salir. El pony vuelve a subir al vagón mientras que este empezaba a acelerar rápidamente. Pony: Yo que tu decidiría ya. Flaney: Eeee.... ¡Está bien! Flaney corre y salta al vagón donde cae acostado frente al pony. Al mirar hacia arriba, solo ve el gordo culo de este a pocos centímetros de su cura, con una cutie mark de una montura para ordeñar sementales. Pony: ¿Qué te parece? No es tan grande como el tuyo, pero igual podría romper unas cuantas sillas. En fin, nada me gusta más que tener mi dona limpia antes de glasear unas cuantas. Abre grande. En el momento que Flaney abre la boca para contestar, el Pony se sienta poniendo su ano bien encajada en la boca de Flaney. Un sabor a falta de duchas, mucho ejercicio y más de otro semental se sobrepone al esperado sabor a ano de equino. Ya puesto a la labor, Flaney se limita a hacer caso lamiendo cada parte de la gran dona. Pony: Tienes buena lengua, se siente muy bien aya atras. ya quiero saber como se sentirá en mis bolas... Ah por cierto, me llamo León, un gusto. Al cabo de un rato, el pony se levanta con su agujero goteando y bien limpio. El voltea para ver como dejo a la silla en la que estuvo y está como lo esperaba, sigue tirado en el piso con lengua afuera y alrededor de su boca igual de cubierta. León: Estas perfecto, quédate así. El semental da unos pasos adelante, presentando su pene, grueso, venoso y palpitante, una vista de un miembro erecto que no duró mucho pues este desapareció por completo dentro de la garganta de Flaney. Así comenzaron los empujones, las grandes bolas de León chocan contra el piso y la barbilla de Flaney, su anillo entra y sale con un ruido agudo y húmedo. Con cada embestida, el interior de Flaney se llenaba de presemen, todo quedando en su estómago y un poco en su garganta. Pero esto no duró tanto como cualquiera hubiera esperado, pues a los 20 minutos, otro empujón con más fuerza que los demás desata el único resultado esperable de esta situación; una corriente de semen directo en el estómago del pony. León: Vaya vaya, tienes una muy buena boca, nada mal, si así de bien estar al frente, por detrás... Mmm, se me pone aún más dura de solo pensarlo. Unos pasos para atrás dejando la boca del equino lleno libre para que todo el semen se riegue en el suelo y caiga fuera del tren. Flaney intenta tragar por reflejo pero ya tiene tanto semen dentro que este solo va para afuera. El semental rodea a su nuevo barril de semen, caminando con su pene cubierto y goteando semen y saliva, ahora se encuentra en el centro de toda aventura, apuntando su pedazo de carne directo a la mejor dona del reino de equestria. León: Oh, por cierto, ya te había dicho mi nombre, ¿Cual es el tuyo? Flaney responde con un agudo intento de gemido ahogado en el semen de su boca y garganta, esto provocado por otro repentino empujón del tamaño completo, pero esta vez sin poder chocar a fondo por las propias nalgas de Flaney. Aunque sea una sensación de maravilla, este hambriento semental todavía quiere más de esa dona, usando sus casos para separar el trasero del chico y acceder sin problemas a su agujero. Puede sentir la respiración en su espalda mientras sigue recibiendo las embestidas, enormes bolas por detrás chocando contra las suyas, su panza y pecho restregándose contra el suelo y sus nalgas temblando a cada golpe de las caderas del semental. Toda una bestia atacando sin piedad. León: Bueno, me dices cuando no tengas esa cosita en la boca. Como reloj, otros 20 minutos marcan un nuevo estallido de semen que con el mismo destino en una diferente y más placentera vía. Tanta brutalidad contra su interior, forza a Flaney a imitar este actuar, dejando el resultado en su propio pecho dado a la posición en que se encuentra. Nuevamente afuera el grande y palpitante autor de esta obra, es una imagen que muchos pagarían por ver y aún más por participar en cualquiera de los dos lados. El pobre Flaney acabado en el suelo en más de un sentido, sin poder pensar y satisfecho en contra de su voluntad. Y por el contrario, un semental muy contento del resultado de esta afortunada oportunidad. León: Eso debería pagar tu boleto. El pony se acuesta usando las gordas caderas de Flaney como almohada. León: Aunque será un viaje largo, con tanto tiempo sin duda podemos hacerlo de nuevo unas cuantas veces... Aunque ahora que me fijo... Sigue bastante duro ¿Quieres otra ronda ahora mismo? Flaney intenta decir que no, pero tanto semen en su interior solo lo hace producir un sonido parecido a una manguera tapada soltando un líquido espeso. León: Perfecto, tomaré eso como un si.