Un oso polar caminaba por la tundra como cualquier otro día. En un momento, vio un iglú a la distancia y sabía que podría haber un premio en él. Se acercó lentamente en busca de comida, sin embargo, había algo mucho mejor. En el centro del iglú, se encontraba una cuna con bebé de grandes nalgas. Inmediatamente su pene se empezó a poner duro mientras lo observaba babeando. Este oso es bastante enorme, tiene un metro de biberón entre sus piernas el cual no dudó en apuntar directo a la boca del pequeño. Rompiendo la cuna con solo el primer empujón, el animal empezó a chocar sus bolas una y otra vez contra el bebé, metiendo todo su largo de punta a base y abultando su estomaguito. Los rugidos de placer se pueden escuchar a la distancia, una hora completa de meter su pene en la boca de un bebé termina con un fuerte y último empujón para dejar salir toda la leche para bebés que este oso estaba almacenando para el primer bebé que se cruzara en su camino. Tanto semen infló la panza del bebé como un globo, el cual para de crecer gracias a la generosa cantidad que el pedófilo está usando para alimentar a la inocente criatura. Los rugidos y jadeos terminan junto a los empujones y la fuente de semen. El oso saca su miembro lentamente, admirando el resultado de su arduo trabajo: un bebé lleno, violado y muy feliz. Sacude su pene pringando semen y un poco de saliva de bebé por el iglú y se va satisfecho dejando al tierno bebé en su cuna. Continuará en busca de comida… O si encuentra otro bebé, una segunda ronda.