En un mundo plagado de dinosaurios enormes, feroces y hambrientos, existía una especie que gracias a su ingenio y destreza era capaz de sobrevivir a estos seres tan feroces y violentos. Aunque no es exactamente “el hombre”, sino más bien sería “el bebé”. Así es, un montón de bebés sobreviviendo a los dinosaurios, y no solamente porque se las ingenien para escapar, sino también porque no necesitan escapar de ellos ni pelear, además de que los necesitan para alimentarse. Ya pronto verán de qué se trata. Un bebé gateaba en una gran selva, estando completamente desnudo y con un culo gordo y enorme que rebotaba al aire. No parecía tener preocupaciones en lo absoluto al andar tan solo en un sitio tan peligroso, ni siquiera en el momento en el que un Tiranosaurio Rex apareció y rugió para así ahuyentar a todos los animales que hubiesen alrededor, todos menos el bebé. Rápidamente el T-Rex lo encontró y rugió muy cerca de él con la intención de tragarlo entero. Pero en ese momento, el bebé se dio media vuelta y movió sus enormes nalgas frente al dinosaurio para intentar atraerlo. En ese momento las intenciones del T-Rex parecieran haber cambiado, y en vez de comerlo su enorme y gigantesco pene creció rápidamente, más largo que el propio bebé. Ninguno de los dos hablaban, pero sabían perfectamente lo que ahora querían hacer. La comida de este mundo no era nutritiva y aparte era escasa, por lo que los bebés simplemente no podían recurrir a ella. Sin embargo, gracias a sus enormes nalgas que al parecer tienen la capacidad de seducir animales salvajes, pudieron encontrar una manera de sobrevivir: semen. Uno de los bebés exploraba para tener sexo con un dinosaurio y llevar tanto semen en su barriga como fuese posible, para así expulsarlo por el culo en las bocas de sus compañeros y así alimentar sus panzas, lo cual puede resultar bastante extraño pero al final hasta les empezó a gustar. Y para esto, este bebé estaba más que preparado para cumplir su labor. El bebé se volteó y levantó su trasero hacia el T-Rex, quien lentamente caminó hacia el bebé y puso su pene entre sus nalgas enormes. Su punta empezó a ir más profundo y más profundo, hasta haber penetrado tan profundo que la barriga del bebé tenía la forma de la punta de su pene, y apenas estaba comenzando. Caminó para que se metiese más profundo, cada vez más haciendo que pasase de un simple bulto a la mitad del pene, convirtiendo al bebé en una especie de condón. Ya tras esto el dinosaurio empezó a penetrar al bebé en el suelo, moviendo metros y metros de gigantesco pene adentro y afuera, dándole el mayor placer posible al bebé y a sí mismo. Durante ese tiempo, el Tiranosaurio rugió tan fuerte que se le oían desde todos los rincones posibles, mientras que el bebé se mantenía relativamente en silencio, haciendo gemidos que apenas se escuchaban sobre los rugidos del dinosaurio. Tras varios minutos de sexo intenso, el dinosaurio alcanzó el clímax y levantó al bebé del piso con quien tenía sexo, levantándolo en el aire mientras estaba en su enorme pene. Empezó a soltar su semen dentro de la panza del bebé, chorreando semen dentro de su culo y haciendo que este saliera. Tanto semen entraba al bebé que su barriga empezó a inflarse, y a inflarse tan enormemente que se volvió el doble de grande que si mismo, luego la barriga fue capaz de tocar el piso estando colgado del dinosaurio, y pronto se volvió hasta tan grande que era hasta más alta que el dinosaurio en tamaño: era simplemente espectacular para los dos. El tiranosaurio parecía satisfecho con tal explosión de semen de la cual ni sabía que era capaz, pero el bebé estaba lejos de estar satisfecho. Igualmente tenía que concentrarse, ya que no venía solo a tener sexo, sino por un motivo más noble. Los dos se hicieron amigos, y por lo tanto el dinosaurio le hizo el favor al bebé de llevarlo cargado hasta donde le indicase ya que no podía ni tan siquiera empujar su propia barriga de lo colosal que era. Mientras tanto, en el lugar al que iban había varias docenas de bebés con culos enormes gateando alrededor mientras esperaban a que su amigo volviese de su exploración. Fueron recibidos con los crecientes pasos de un Tiranosaurio acercándose, y cuando vieron al dinosaurio en cuestión también vieron que cargaba consigo una especie de bolsa gigante y que parecía piel: era la barriga de su amigo, extremadamente inflada. Los bebés se emocionaron y se reunieron en un sitio apartado del bebé inflado, y el dinosaurio sacó su pene de varios metros del bebé con un satisfactorio sonido al final, dejándolo varado en el piso. El dinosaurio simplemente se quedó a su lado, apoyando su pene encima de su barriga. Poco después, los bebés se fueron poniendo en fila detrás del bebé inflado, y el primero de todos se acercó a sus grandísimas nalgas. Metió la cabeza entre ellas, haciendo que ambos gimieran un poco, y el bebé en ese momento empezó a presionar su barriga, soltando una cantidad enorme de chorros de semen por su culo dentro de la boca del bebé que esperaba beber de él. El chorro fue breve, pero lo suficientemente potente como para dejarlo con una barriga tan grande como su propio cuerpo, y todo cubierto de semen de dinosaurio. Entonces vino el siguiente, quien hizo lo mismo: se acercó, el bebé grande apretó su barriga, y desató un torrente de semen dentro del bebé para que se alimentase. Y así sucesivamente, docena tras docena de bebés que esperaban tener el chance de tener sus barrigas bien llenas sin tomarse la molestia de ir a por un dinosaurio ni exprimir al pobre dinosaurio que tenían acá. El Tiranosaurio Rex, contemplando tal orgía, sentía cómo su erección palpitaba y crecía, mientras que su semen volvía a aparecer pero esta vez miles de veces más potente. Nunca se había sentido tan cachondo como ahora. Después de que todos los bebés estuviesen llenos, lo suficiente para casi no poder moverse, el bebé inflado todavía tenía una barriga mucho más grande que él, pero mucho más pequeña que antes. El dinosaurio tras todo este rato había recuperado sus ganas, y el bebé tenía más ganas de ser follado por un pene enorme que nunca: al dinosaurio se le había ocurrido una idea. Penetró por la boca al bebé, metiendo primero su punta y luego cuanto más pudo, sin hacer que saliese por su culo. Luego se puso frente a un bebé con la barriga boca arriba y puso el culo del bebé que tenía en su pene frente a él, quien inmediatamente pego su cara a él. El resto de bebés notaron esto y se acercaron tanto como pudieron para hacer lo mismo, haciendo una especie de cadena en la que un bebé tenía su cara dentro del culo de uno mientras que tenía a otro en su culo. Todos estaban fijos, y el dinosaurio estaba listo para hacer de las suyas, mientras que el suelo empezó a temblar y soltó un enorme y largo rugido. Y justo después de eso, soltó una cantidad tan abrumadora de semen dentro del bebé en su pene que su barriga se volvió como diez veces más grande que el dinosaurio, presionando su cuerpo entero. El segundo bebé, que estaba en el culo del primero, tragó la inundación de semen que salió de parte del dinosaurio mediante el trasero del primer bebé, haciendo que su barriga en cuestión de segundos se inflase de una forma similarmente obscena. El tercer bebé hizo lo mismo, luego el cuarto, luego el quinto, luego el sexto, el décimo, el duodécimo, el trigésimo… y así hasta que una enorme línea de muchos, muchos metros de largo, compuesta por barrigas chorreantes y constantemente crecientes de bebés se formasen a lo largo de la jungla, presionando unas contra otras y con una fuente ahora inagotable de semen de parte de un dinosaurio súper cachondo. ¿Qué tan larga eran las panzas y la línea que hacían? Eso lo puedes imaginar tú, pero definitivamente son bastante grandes. Después de esto el dinosaurio se sintió más satisfecho de lo que nunca en su vida se había sentido, y retiró su pene de la boca del bebé, la cual estaba inundada de su abundante semen. Antes de irse, el dinosaurio acarició un poco su cara de forma afectuosa contra la barriga del primer bebé, la más grande que había, y se retiró mientras esperaba encontrarse con ellos de nuevo en algún otro momento. Definitivamente los bebés habían conseguido más semen del que hubieran imaginado para alimentarse durante muchos meses, y hasta años, sin siquiera tener que moverse. Y si en algún momento les daba hambre, solo tenía que llegar su querido amigo y otra vez abastecerlos con más leche de la que jamás pudiesen imaginar. O seducir a otro dinosaurio para que les haga lo mismo, quién sabe